Capítulo 6: Quejosas.

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-No nos volverán a invitar a un sitio genial nunca más -espetó Cleo, tras regresar de la playa- ¿por qué? Porque tenemos colas.

Me adentré a la cocina y tomé asiento, observando a las chicas que se encontraban muy molestas porque el plan de controlar nuestras transformaciones, no había dado resultado.

Yo no había puesto toda mi fe en que podría controlar mi transformación como Emma y Cleo, una parte de mi sabía que aquello era muy poco probable que funcionara. Era obvio que tenía que ver con el agua y no con la mente sobre el cuerpo... pero igual resultaba ser decepcionante.

Y no era porque me preocupase que no me volviesen a invitar a una fiesta en la piscina nunca más. Eso era lo que menos me importaba.

Porque eso significaba que, no importa lo que hiciéramos, al tocar el agua nos convertiremos en sirenas. Nunca podríamos tener una vida normal.

- ¿Creen que algún día acabe? -Indagué, apoyando los codos contra el mostrador-. ¿Estaremos así para siempre?

-Si es así -Emma sacó una jarra con jugo del congelador-... adiós a mi carrera en la natación.

-Sólo tengo una pregunta -continuó Cleo, colocando un vaso con agua sobre la mesa-: ¿por qué a mí? Yo no quería que me pasara esto.

- ¿Crees que tienes problemas? -Preguntó Emma-. Llevo toda mi vida preparándome para ser nadadora.

-Pues ya puedes irte olvidando de ese sueño -aseveró Cleo-. Ahora no somos más que bichos raros.

Wow, eso sonaba fuerte. ¿Un bicho raro? ¿Eso sería de ahora en más?

-A mí me parece increíble -habló Rikki, irguiéndose. Cleo, Emma y yo la miramos al instante-. ¿No se dan cuenta? Cleo, ¡tú tomaste agua en el aire! y Emma, ¡tú hiciste un helado instantáneo! -entonces sus ojos azules se clavaron, como puñales en mí-. ¡Kayla, tú puedes transformar el agua en algo más! -exclamó-. ¡A cualquiera le encantaría poder hacer eso! ¡Tienen unos poderes increíbles! -entonces hizo una pausa, en la que se limitó a mirarnos con decepción-, y lo único que hacen es quejarse y quejarse. Yo no tengo ningún poder ¿y, acaso me quejo?

-Rikki...

-No -me cortó-. Y ya me harté, no quiero estar con quejosas. -finalizó y acto seguido salió de la cocina.

Lo siguiente que escuché fue el sonido de la puerta al cerrarse de un portazo. Luego silencio.

-La entiendo muy bien, a veces yo tampoco me soporto a mí misma.

*.*.*.*

Luego de que Rikki abandonara la casa de Emma, Cleo y yo resolvimos ir al café donde nos encontramos con Lewis.

No podía dejar de pensar en la imagen de Rikki, dándonos la espalda y desapareciendo tras la puerta de la casa de Emma, realmente enfadada con nosotras. No éramos tan cercanas. Nos conocíamos hacía apenas una semana y en ese poco tiempo me di cuenta que esa chica no dudaba ni un segundo en decir las cosas que pensaba, con mucha honestidad y sin anestesia. Ella era el tipo de persona que no temía dar sus opiniones incluso si eso significaba herir los sentimientos de los demás.

-Lewis, ¿qué opinas de Rikki? -preguntó Cleo de repente, distrayéndome del lío que tenía en la cabeza.

- ¿Conocen a los peces piedra? -inquirió Lewis, con gesto pensativo.

- ¿Qué hay con ellos? -quise saber.

-Parecen piedras, pero tienen tanto veneno como para matar a todo un equipo de futbol en medio segundo... -su rostro se ensombreció-. Me recuerda a esos peces.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now