Capítulo 45: La pareja que no es pareja.

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Tan pronto vi a Miriam en el fondo de un pequeño grupo de chicos y chicas que ingresaban al Juice Net, tuve la certeza de que mi día no haría más que empeorar. Nadie podría llamarme exagerada, con todo lo que ha pasado. La vi avanzar unos pasos hasta detenerse y mientras colocaba una mano en su cadera. Durante unos segundos, no hizo otra cosa aparte de observar alrededor con arrogancia, tan característica en ella y además, una mezcla de indiferencia y poco interés, incluso aburrimiento. Y entonces sus ojos miel se fijaron en mí.

El contacto visual aunque breve, fue significativo. Apenas nuestros ojos se encontraron le sostuve la mirada y no aparté la mirada. Ella me recorrió de arriba abajo con desagrado (cosa que no me sorprendía, miraba a todos de la misma manera), y luego sucedió algo que me dejó completamente desconcertada: Miriam esbozó una ligera, casi imperceptible sonrisa. Tuve un mal presentimiento. Aquel sentimiento no me abandonó incluso cuando pasado el momento tan extraño, apartó la mirada con naturalidad y reanudó su andar (como si en todo su rostro no estuviera escrita la palabra: venganza), hasta hallar una mesa vacía y tomar asiento.

Conocía esa mirada, era una que solo podía significar problemas.

¿Por qué estaba aquí? Existían más restaurantes, muchos más, por toda la ciudad ¿Por qué insistía en venir aquí? Por razones obvias el techo no pudo darme la respuesta que pedí.

Ella no había mostrado su cara por aquí en un tiempo. Tres días. Aunque breve, fue una época en la que se respiró paz y tranquilidad.

Bueno, tampoco demasiado.

La escuela, la calle, la playa, o el centro comercial, eran sitios comunes para un inevitable encuentro. Muy a mi pesar, Costa Dorada no era lo suficientemente grande como para evitar su presencia por mucho tiempo. Bueno, eso no era del todo correcto.

Había una excepción: Mako.

La misteriosa, solitaria y aterradora isla rodeada por tiburones y a la que Miriam y la mayoría de las personas nunca irían ni porque les pagaran un millón de dólares. Era todo, menos ordinaria y albergaba en su interior algo fuera de lo común. Un estanque con agua del color del lapislázuli que poseía magia desconocida capaz de otorgar poderes fuera de lo común y quien sabe qué más. Todavía estábamos investigando.

Solo unos pocos conocíamos el secreto que escondía y su localización exacta. Dicho esto en realidad no sería incorrecto considerarla nuestra. No me refiero de manera legal o como si fuese de nuestra propiedad. Era un lugar especial, único sí, y al que solo Emma, Cleo, Rikki y yo, teníamos completo acceso. Nadie jamás, con excepción de Lewis, conocía y conocería la existencia del estanque. Ni Miriam o Zane, nadie. No tenían ni idea. Era algo que solo nos pertenecía a nosotras y que no involucraba a nadie más.

Ese pensamiento me dio la fuerza necesaria para regresar los ánimos que creí perdidos.

Ok, bien, para este caso solo se me ocurre una sola cosa por hacer.

Ignorarla y fingir que no la he visto. Casi nunca falla. Estoy cien por ciento segura que Emma la atenderá.

O tal vez no.

Casi de inmediato detecté un problema, mejor dicho, dos. Primero, a mi amiga le había tocado atender las mesas de la parte de afuera por lo que no podría venir al rescate, Wilfred estaba ocupado en la caja y Nic hace rato que se había ido a su otro empleo. Segundo y más preocupante; sus ojos no se habían fijado en ninguna otra persona más aparte de mí.

Miriam tenía un don natural para lograr que una sola mirada provoque escalofríos en alguien.

Primero; qué miedo.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaWhere stories live. Discover now