Capítulo 32: La apuesta

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—Y... ¡Terminé! —sentencié.

— ¿Y?

—Es un 65 % de compatibilidad. —concluí.

— ¡No está mal!

— ¿Quieres probar, Rikki?

— ¿Por qué querría? —se quejó, abriendo los ojos excesivamente.

— ¡Qué aburrida! —Noté que Cleo parecía mirar con un poquitín de curiosidad la revista—. ¿Y tú?—extendí mi brazo, para que Cleo pudiera alcanzar la revista pero ella negó.

Realicé el mismo acto pero a la persona que estaba a mi costado derecho. La aludida apartó la vista de su lectura para mirarme con recelo.

—No, gracias.

— ¿No quieres saber cuan compatible eres con... ¡Byron!...? —solté con sorpresa, cuando el rubio rizado apareció en mi campo visual.

—Hola. —sonrió Emma.

—Hola, chicas —las cuatro le sonreímos—. Esperaba que pudiéramos hablar —dijo, pero estaba mirando a Emma—. Pero tal vez no es un buen momento. —entonces nos miró de reojo.

Me encogí de hombros, como diciendo: "Está bien".

—Tranquila. No escucharemos. —confirmó Cleo.

Noté que Emma parecía dudar por lo que me corrí hacia el costado tirando de ella, para hacerle un hueco a Byron. Mientras lo sentía tomar asiento junto a mi amiga, intenté, enfocarme en mi lectura. Recalco que lo intenté, porque era un tanto en vano, si es que prácticamente los tenía conversando en mi oído.

— ¿Qué sucede? —inquirió Emm.

—La... semana que viene empiezan las competiciones de verano y... quiero ganarle a Zane en los cien metros, pero él siempre me gana. —el tono de Byron sonó un tanto... frustrado, al final de la última frase.

—Está bien llegar de segundo... —comenzó Emm, con tono condescendiente.

—O tercero, o cuarto —continuó el—. Pero... no sé cómo explicarlo; necesito ganar.

—Sí, sé cómo se siente —repuso Emm—. O al menos, lo sabía.

—Tú eras la estrella del equipo hasta que lo dejaste. Lo cual, es todo un misterio para mí —comentó Byron, y sonaba genuinamente intrigado—. Eres como una patineta de primera guardada en un armario.

— ¿Sabes? Opino lo mismo —Cleo, le dio un codazo a cierta rubia impertinente—. Lo siento, no escuchaba.

—Quiero que me enseñes a vencerlo —continuó Byron—. Enséñame a ser un campeón, a tener instinto competitivo —añadió—. Pero solo temporalmente; no quiero obsesionarme con ganar toda la vida. ¿Podrías ayudarme?

Noté que Emma se tensó en esa última frase, pero fue capaz de recuperar la compostura. Sonrió con pesar y respondió:

—Lo siento, Byron, pero ya no estoy en eso de las competencias. Es una vida pasada —nos miró de reojo—. No puedo.

—Está bien. Lo entiendo —Byron se puso de pie y sonrió una última vez—. Nos vemos.

—Emm.

—Hiciste lo correcto.

—No podemos acercarnos a una piscina.

Sin decir ni una palabra, Emma se levantó y se fue a algún lado. Volví a correrme hacia el costado cuando una segunda persona ocupó el asiento vacío. Le eché una rápida mirada a Cleo. Pero ella no estaba mirándome a mí.

H2O, sirenas del mar; La Otra Sirenaजहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें