Capítulo 38: Entrevista de trabajo

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Con tan solo poner un pie dentro, no, error mío. Incluso antes de ejecutar esa simple acción... encontrando naturalmente el camino hacia mi nariz, llegó a mí- al mismo tiempo que las risas, las voces y la música que se hallaban ocultos de mí tras esa cortina- el aroma a café recién hecho, pan tostados, y el aroma dulce de algún tipo de fruta.

La combinación épica fue suficiente como para que mi cuerpo, movido por el instinto básico que se activó en mi cerebro al reconocer... el aroma a ciruela en el aire, actuara por cuenta propia: mi mano corrió la casi inexistente tela a un lado, y mis pies dieron un paso adelante.

Pero una vez dentro, me olvidé del café, del pan tostado, de los jugos. Hasta de respirar.

—Aquí tienes; un jugo de papaya y tu desayuno —Un chico, cuyo cabello negro y sedoso, se hallaba enmarcado en un par de ojos que no podías asegurar si eran azules o grises, los cuales se achicaban un poco, al darle paso a una sonrisa, que iluminaba todo su rostro, estaba al final de mi destino, o quizá se interponía en él –o tenía mucho que ver en el—. Que lo disfrutes.

En una mano sostenía una bandeja con tres jugos a tope y en la otra, lo que reconocí como panqueques bañados en banana y miel. Delicioso. Se veía tan diestro en el arte de equilibrar las bandejas.

Cuando tomaba notas de la orden de algún cliente, inclinaba sus cejas y sus labios formaban una línea, pero al hacerles una pregunta o sugerencia, la comisura de su labio se elevaba, en un gesto de concentración. Si tan solo el uniforme con estampados de frutas, que llevaba puesto, fuese borrado de la faz de la tierra... porque ¿cómo decirlo? No quedaba bien en él. Solo servía como recordatorio de por qué no debía extrañarme ver esta escena todos los días. Y consternación.

Pero vamos a ver; ¿cómo alguien podía ser tan guapo, perfecto, e hiciera lo que hiciera, a pesar de ese uniforme, siempre es genial?

Esa manera tan firme de sostener el menú, la postura recta y confiable, el tono de su voz, alto y claro y la forma como sus labios se abrían y cerraban cuando decía "Ten un excelente día" al despedirse de algún cliente.... ¡Debería ser ilegal!

— ¡Kayla! —miré a un lado, encontrándome con una chica rubia, bronceada. Hasta ese momento, no me había percatado que estaba a dos metros de mí. Más bien, hasta ese momento, tampoco me había percatado que estaba interrumpiendo la entrada, hasta que recibí un empujoncito. Volteé, encontrándome con una chica, dos cabezas más alta que yo, que estaba detrás de mí, haciéndome un gesto de apremio, para que me hiciera a un lado. Y eso hice—. Buenos días.

— ¡Emm! —Saludé, acercándome a ella, tras disculparme—. No te vi al entrar.

—Llegué hace... 15 minutos, con 35 segundos, aproximadamente —dijo, consultando con su reloj—. Te vi entrar y como te comías con los ojos a... —no terminó la frase, sino que con un gesto señaló en dirección a la barra.

La miré severamente, tratando de camuflar la vergüenza que sentí. E incomodidad. Sabía que Emma no lo aprobaría. Sabía lo que pensaba mi amiga acerca de salir con chicos. Y no podía entender cómo es que ahora tomaba el tema tan a la ligera. A veces, no la entendía.

— La última vez que comprobé no era un crimen, oficial —me incliné para hablar por lo bajo. Y sentí la inexplicable necesidad de explicar: —. Aun no me acostumbro a verlo en ese uniforme de colores.

Emma rió por lo bajo, y le dio un sorbo a su bebida. Sus ojos se fijaron en la persona tras la barra.

—No lo hace nada mal —comentó, de pronto—. Es muy atento con los clientes y trabajador.

—Sí, Nic es... genial. —Emma me miró con ambas cejas en alto y claro que me ruboricé, pero no dijo nada. Desvió la mirada a un lado. Me dio curiosidad su reacción, pero no pude indagar más porque me sobresalté un poco, cuando alguien rozó mi hombro al pasar por mi lado. Eso siempre me pasaba; quiero decir, no que alguien chocara conmigo al pasar. Cuando alguien pasaba cerca de mí o chocaba conmigo, crecía dentro de mí un pánico terrible. Quizá, y esto lo había sugerido Rikki, se debía a que un problema con el agua, con lo de ser sirena; me aterrorizaba el... contacto porque no quería terminar con una gran cola en medio de una habitación repleta de personas que, como mínimo, armarían un escándalo y me tratarían como monstruo. Pero, curiosamente, la sensación que me invadió fue algo similar... pero mezclado con algo más. Una corriente eléctrica.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin