Capítulo 51: Y los problemas continúan.

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Capítulo 51: Y los problemas continúan.

—Lamento haberte quemado, Emma,  fue un accidente —comenzó a decir Rikki apenas Emma regresó a la sala con un ventilador para refrescarla—. Yo no quería…—desde hace rato que Rikki miraba con culpa la quemadura en su mano.

—Rikki, está bien, olvídalo. —Emma le ofreció una pequeña sonrisa, tratando de restarle importancia pues Rikki se veía en verdad angustiada.

—Yo no sé qué pasa conmigo. —Rikki bajó la mirada al piso y lució afligida.
Me senté en el sofá junto a ella y la noté tensarse. Me di cuenta que tenía miedo de que estando cerca suyo me quemaría como lo hizo con Emma.

—No te pasa nada —dijo Cleo, encogiéndose de hombros—. No eres tú, es la luna. —recordó para que Rikki no se sintiera tan culpable—. Solo debemos bajarte la temperatura.

—Sí, tú tranquila. —le dediqué una pequeña sonrisa.

Le estaba ocurriendo exactamente lo mismo que nos ocurrió a Emma, a Cleo y a mí claro que con unos efectos secundarios un tanto… diferentes.
De cualquier manera, todo era por culpa de la luna llena. Tan solo debíamos esperar… toda la noche a que la luna llena pasara. Eso era todo.

—Lo… lo intentaré. —Rikki respiró profundo y asintió. Apretó sus manos en puños, pues estas temblaban ligeramente debido a los nervios.

Estuve no más que un par de minutos haciéndole compañía a Rikki en el sofá pero fue menor el tiempo que me tomó empezar a sudar como si hubiera corrido una maratón.

Con solo permanecer cerca de Rikki, podía sentir el calor que desprendía su cuerpo y comprendí que eso había sido lo que Emma sintió cuando se le acercó.

— ¿Qué ocurre? —inquirí porque me pareció notar que algo estaba preocupando a Rikki.

De reojo alcancé a ver qué Emma y Cleo hablaban entre ellas y murmuraban en una esquina.

—Tengo sed. —confesó entonces Rikki e hizo ademán de ponerse de pie pero alcé una mano, impidiéndoselo.

—Yo te lo traigo. —dije y me puse de pie para dirigirme a la cocina.

—Pero…

Una vez ingresé a la cocina, tomé un vaso y abrí el refrigerador y con extremo cuidado lo llené con agua. No podía dejar que una sola gota tocara mi piel o estaría en problemas también. Y ya teníamos suficientes problemas, no necesitábamos otro.

Suspiré y justo cuando cerré la puerta del refrigerador, escuché pasos que se dirigían a esta dirección.
Probablemente Emma o Cleo.

Y entonces, lo sentí.

Era calor pero no un calor como el de antes que me había hecho quitarme la ropa, ni el calor que sentí estando sentada al lado de Rikki en el sofá. No.

Este era uno mucho peor, extremo, intenso, asfixiante. Cómo el que se siente al estar atrapado en una sauna a muy alta temperatura. Jamás había experimentado algo así.

Fue tan intensa la oleada de calor que me golpeó que tuve el impulso de arrancarme la ropa y lanzarme a la piscina de los Gilbert pero luego recordé que esta se encontraba afuera, por no hablar de que me convertiría en sirena. Sería una locura.

Por un momento, el calor no me permitió pensar con claridad. Y me di cuenta que estaba sudando... demasiado.

—Es la cocina —me volví y miré hacia la entrada. Rikki me miraba con el ceño fruncido. No se había percatado de mi estado—. No me voy a perder.

H2O, sirenas del mar; La Otra SirenaKde žijí příběhy. Začni objevovat