Secrets and Lies

By blablalita

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«Congeláremos el infierno si eso es lo que quieres, lo quemaremos y encenizaremos si así lo deseas, pero no n... More

Antes de Leer
Epígrafe + Sinopsis
Personajes
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Secrets and Truths
Personajes
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Capítulo 57
Capítulo 58
Capítulo 59
Capítulo 60
Capítulo 61
Capítulo 62
Capítulo 63
Capítulo 64
Capítulo 65
Capítulo 67
Capítulo 68
Capítulo 69: Final
Epílogo
Extra 1
Extra 2
Extra 3
Extra 4
Extra 5
Extra 6
Extra 6 Parte II
Extra 7
Mis nuevos libros

Capítulo 66

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By blablalita



C A P Í T U L O
"66"
━━━━━━༺ꕥ༻━━━━━━

E V A N I A

Bien, las cosas habían cambiado desde que se anunció mi compromiso con los Turcotte.

Ya todos lo sabían.

Y ya eran dos meses de eso, desde aquel día mi relación con ellos iban en viento en popa pero tenían prohibido volver a hacer esas escenitas con alguna otra mujer que obviamente no fuera yo, y aprendieron muy bien la lección cuando se quedaron una semana sin sexo, los seis.

Estaba muy feliz, prontamente —no tan pronto— sería nuestra boda y el estrés de organizarla me tenía mal, al igual que el estrés de mi trabajo por los que mis ahora prometidos me llevaron a un crucero por tres semanas junto con Marc, dado que los dos estábamos igual de estresados.

Él por su lado tenía el estrés del trabajo y también el que al parecer terminó con Everett lo que sea que tenían, puesto que mi hermano cree haber visto a Marc con otro besándose y eso no era así.

Así que tanto a él como a mí nos sentó de maravilla el crucero por el Mediterráneo.

Estaba justo en el piso del crucero donde estaban las piscinas, y gracias al cielo eran pocas las personas allí, pude ver sobre mi hombro como Marc se acercaba a mí con el abdomen descubierto y seguramente si no estuviera comprometida con seis hombres y además de que él no fuera el interés amoroso de mi hermano muy seguramente me derretiría por él.

—¿Como sigues?—me acomodé sobre la silla y lo observé.

Tenía un poco de ojeras dado que anoche decidimos beber hasta caer dormidos en la misma habitación.

—Me duele horrores la cabeza.—se quejó sentándose sin delicadeza alguna en la silla a mi lado.

Hice una mueca, agradecía haberme tomado desde por la mañana una pastilla para el dolor de cabeza sin embargo él no era así. Marc era más del tipo de personas que se tomaban una pastilla cuando no podían más del dolor.

—Te traeré una pastilla.—hice amago de colocarme de pie sin embargo negó y me hizo una seña para que volviera a sentarme.

Lo miré confundida.

—Acabo de tomarme una pastilla.—dijo desanimado.

Lo miré con atención, no me gustaba para nada ver a Marc de ese modo y mucho menos que su estado fuera culpa del bobo de mi hermano menor.

—Vas a ver qué Everett se dará cuenta que no pasó lo que él piensa—coloqué mi mano sobre su hombro, Marc se relajó a mi toque y me miró—. No puedes seguir así de estresado, Marcsito.

Me sonrió a medias.

—Es fastidioso ¿Sabes?, he intentado de todo para que Everett acepte que le gusto, le he rogado y me he arrastrado detrás de él, y cuando yo supuestamente cometo el primer error me tira como si fuera basura.

Hice una mueca de disgusto.

Hasta eso me había dolido a mí.

Marc continuó desahogándose:

—Pensé que recapacitaría con el pasar de los días pero sigue con esa maldita actitud del demonio, fingiendo que no me conoce. Se la pasó coqueteando con mujeres enfrente mío sabiendo que él me gusta.

—Everett puede ser un gran idiota pero se nota cómo se derrite por ti—sonreí—. A mi hermano le asusta aceptar que sus gustos se han desviado un poco.

Marc asintió estando de acuerdo conmigo.

—Y eso lo comprendo porque yo pasé por la misma situación, de un momento a otro ya no era heterosexual sino que ahora bisexual y no fue fácil, pero él cree que es el único sufriendo con eso. Piensa que no lo entiendo y que soy un insensible que solo busca presionarlo.

Me coloqué de pie y me hice enfrente suyo, lo envolví entre mis brazos y lo abracé con fuerza.

—Marc, se que es mi hermano y todo pero no mereces arrastrarte por una persona y mucho menos rogarle por un poco de su atención. No lo mereces.

Marc elevó su cabeza y me miró con los ojos brillosos, estaba a punto de llorar.

—Muchas veces me siento celoso de tu relación con los Turcotte, se ven muy felices y me da recelo pensar que jamás nadie podrá quererme así. Envidio un poco su relación.

Reí con suavidad y negué con la cabeza.

—Créeme, no deberías envidiar nuestra relación.

Me miró confundido y yo continué:

—Imagínate irte por tres años, pelearse mucho, enojarse entre ustedes. Y que sean seis y tú solo uno, si tener una relación con una persona es difícil con seis es mucho más complicado—hice una mueca—. Pero bueno, hemos sacado adelante nuestra relación.

Marc sonrió a medias.

—¿Crees que tu hermano me escuche?—me miró.

—Créeme, si no lo hace se arrepentirá.

Después de aquella conversación él fue a intentar hablar con mi hermano mientras que yo simplemente me quedé allí sentada mirando el atardecer.

Extrañaba a los Turcotte, ahora que vivíamos juntos tenerlos alrededor mío en todo momento me era normal y ahora no tenerlos de un día para otro dando vueltas a mi alrededor me era muy extraño.

Los extrañaba muchísimo.

Revisé mi celular y me di cuenta que no me habían vuelto a escribir desde las dos de la tarde.

Hice una mueca entonces escribí por el grupo que teníamos.

YO: Chicos, ¿Como les fue en la reunión?

Envié el mensaje y dejé el celular sobre la silla, me coloqué de pie y me dediqué a observar el mar.

Pasaron los minutos desde que me quedé observando el mar embelesada así que me acerqué de nuevo a la silla y me di cuenta que Galip me había contestado el mensaje hace pocos segundos.

GALIP: Nos fue bien, ahora mismo tenemos una reunión y mañana nos encontraremos con la nueva socia.

Socia.

Socia.

Socia.

Ok, creo que estaba exagerando.

Inhalé hondo y decidí entrar de nuevo en mi habitación, me cambié de ropa y decidí regresar a los viejos tiempos.

Me coloqué un bikini y entré en la habitación de Marc.

Estaba con una gran sonrisa plasmada en el rostro entonces supuse que finalmente se había arreglado con mi hermano.

¡Por fin!

—Marc—lo llamé—. Necesito de tu ayuda.

Y así fue como ambos terminamos haciendo una sesión de fotos en la piscina del crucero.

Y decidí publicar una de esas fotos que nos habíamos tomado. Sonreí malévola cuando vi que ya varias personas les había gustado mi publicación.

Me recosté en la comodidad de mi cama y cerré los ojos esperando pacientemente a la llamada de alguno de ellos.

Fueron hasta quince minutos de espera hasta que alguno de ellos se dignó en llamarme.

—Evi—me saludó Gadiel.

—Hola Gadiel—sonreí, sin embargo había algo, una molestia en el pecho que me dejaba saber que algo andaba mal. O yo andaba muy paranoica.

—¿Cómo te ha ido en el crucero?—inquirió.

Me quedé en silencio unos segundos y medité la pregunta.

—Bien, ha sido muy bonito. Sin embargo ya ha sido mucho tiempo y con Marc pensamos regresarnos mañana mismo.—solté de imprevisto.

Ok, eso no estaba planeado.

Se escuchó silencio por parte de la otra línea.

—No vamos a poder recogerte en el aeropuerto—se escuchó el suspiro que soltó—. Lo sentimos... cariño.

Cerré los ojos.

—¿Por qué no pueden ir por mí?, me dijeron que en cualquier momento me recogerían, ¿Ahora por qué ya no pueden?

No quería enojarme sin embargo me era inevitable no hacerlo.

—Tenemos mañana varias reuniones, estamos reuniendo socios para poder sacar el proyecto adelante que teníamos en mente. Los hermanos también están muy emocionados por eso.

Entrecerré mis ojos.

—Supongo que va a estar esa nueva socia, ¿No?

—Precisamente las reuniones mañana son con ella—volvió a soltar otro suspiro—. No queríamos que esto pasara pero ella no ha podido cambiar su agenda y nosotros no tenemos más días disponibles.

Chasqueé con la lengua.

—Hagan lo que se les dé la gana.—solté enojada.

—Evi...—suspiró, nuevamente—. No te enojes. Ella no tiene la culpa de que...—lo interrumpí.

—De que mis prometidos no puedan recogerme mañana, sí, ya lo tengo bastante claro. Estuve esperando tres semanas para verlos y veo que no les causa la misma emoción, por eso digo, hagan lo que se les dé la gana.

—No peleemos—me dijo suavemente—. No quiero pelear contigo y más con esta gran distancia.

—No Gadiel, yo sí voy a discutir. Porque se supone que tengo que ser una de sus prioridades y parece que no es así, entonces por ahora para evitar peleas hablamos luego.

—Cariño...

—Adiós.—colgué.

El resto de la noche me la pasé en vela y recibiendo miles de mensajes por parte de cada uno al igual que una que otra llamada.

Pero estaba enojada, se suponía que el día que yo llegara ellos irían por mí. Sin importar si quería regresarme antes de acabar todo el recorrido del crucero.

Miré por la ventana de la habitación el inmenso mar y por primera vez en meses quise llorar hasta quedarme dormida. Pero por esta vez no lo hice.




━━━━━━⫷ꕤ⫸━━━━━━

Llegar a Seattle era lo que había estado esperando por tres casi cuatro semanas desde que me había ido. Pero me lo imaginaba de una manera diferente, como por ejemplo el que ellos me recogieran en el aeropuerto algo que efectivamente no sucedió.

Hice una mueca cuando vi al conductor que ellos habían designado para mí meses antes con una sonrisa, y me sentí mal al saber que mis propios prometidos ni siquiera eran capaces de ir por mí al aeropuerto.

—¿Como le terminó de ir señorita Gallant?—me recogió las maletas y las colocó en la maletera del auto.

Le sonreí.

—Muy bien Chris, fue divertido.

Me miró con una gran sonrisa, se subió al asiento del conductor y se giró un poco en mi dirección.

—¿A dónde quiere que la lleve?—me miró con atención.

Me lo pensé muy bien, por ahora no quería llegar al solitario departamento en el que me quedaba cuando me enojaba con ellos pero tampoco quería ir a la mansión porque estaría igual de sola.

Entonces quise hacer una visita sorpresa.

—A las empresas G&U.—sonreí.

Me miró con una pequeña sonrisa y asintió.

En silencio comenzó a conducir mientras tanto yo me imaginaba las miles de situaciones que podría llegar a ocurrir en menos de quince minutos apenas pisara las instalaciones de las empresas.

Me colocaba nerviosa al saber que pronto los volvería a ver, mi piel estaba algo bronceada y eso me sentaba jodidamente bien. Y lo sabía perfectamente puesto que todas las personas en el camino me lo dejaron saber, incluido Marc.

Jugué con mis dedos esperando llegar, cuando lo hice miré con atención el imponente grupo de edificios en los cuales se veían claras las letras G&U.

Le sonreí y agradecí a Chris.

Bajé del auto y como costumbre me coloqué las gafas sobre la cabeza.

Me acomodé el blazer que llevaba y sonreí como solamente yo sabía hacerlo, ingresé en el edificio principal y saludé con una sonrisa a las personas que conocía.

—Bienvenida señorita Gallant.—me saludó la recepcionista que ya me conocía de hacía meses.

La saludé y le hice saber que subiría al último piso, pero le pedí el favor de no anunciarme. Ella me sonrió y me avisó que en ese preciso momento ellos se encontraban en una importante reunión.

Sin decir más subí en el ascensor presidencial y oprimí el último botón. Espere con paciencia llegar al último piso, el cual era el número veinticinco.

Cuando llegué ví a varios del personal algo ajetreados.

Sin embargo cuando todos me vieron se quedaron quietos en sus lugares, como si esperaran algún tipo de reclamo. Pero no, yo no era de las típicas prometidas que hacían todo un escándalo. Simplemente saludé a todos con una sonrisa y caminé hasta llegar a la última de las puertas, desde allí podía escuchar la voz de una mujer, y me molesté. Pero debía calmarme y no comenzar a celarlos sin control alguno.

Debía ser madura.

Golpeé la puerta pero aún así no espere a que nadie me diera el permiso para entrar.

—Nadie le ha dado permiso para que entre—la mujer que había dicho eso se giró hacia mí, al igual que todos los presentes.

La miré con una ceja enarcada, pero ella ni se inmutó.

Ella continuó hablando:

—¿Quien se cree para pasar de ese modo?, no ve que nos encontramos en medio de una reunión muy importante para las empresas. Le pido el favor que se retire, la recepcionista ni siquiera nos ha avisado de su presencia.

El silencio siguiente fue el que hizo el momento incómodo, y tenso. Sobretodo tenso.

Los demás presentes me miraron nerviosos, ellos sí sabían quién era yo.

—No sabía que debía pedir permiso.—me mostré seria.

—Si tiene educación sí debería hacerlo.—continuó la mujer.

La miré fijamente, ya ni siquiera me interesaban ellos ahora mi atención estaba centrada en la mujer que me miraba con superioridad. No sabía quién era y tampoco perdería mi tiempo explicándole.

—¿Entonces debo salir y cerrar la puerta para luego tocarla y esperar a que alguien me dé permiso para entrar?—pareció no notar mi sarcasmo.

—Así es.—la interrumpió Galip.

—No es necesario.—habló con claridad.

Me giré un poco para mirarlo, dándome cuenta que la atención de los seis estaba sobre mí, y todos me miraban de arriba abajo. Sonreí de lado.

—¡Claro que lo es Galip!—la miré con una ceja enarcada y luego miré al nombrado como seriedad.

Sabía que me molestaba que alguien del trabajo lo llamara por su nombre.

Galip miró con miedo.

—¿Ahora los empleados pueden hablarle a los jefes con sus nombres de pila?—solté mirándola.

Ella me miró con indignación sin embargo antes de que alguna de nosotras comenzara la tercera guerra mundial ellos interrumpieron la bellísima conversación que teníamos entre ambas.

—Cassandra, ella es Evania, nuestra prometida.—me presentó Unai.

Le sonreí muy falsamente.

Ella me miró sin poder creerlo.

—Sorpresa.—sonreí falsamente.

La tal Cassandra se quedó mirándome en silencio y luego a ellos, parecía desilusionada así que de aposta llevé mi mano derecha a mi rostro mostrándole de una manera para nada disimulada el hermoso anillo de compromiso en mi mano.

—¿Están comprometidos?—repitió incrédula más para ella misma.

—Así es.—afirmó Urko y por primera vez se le vio sonriente.

Ella lo miró y bajó la mirada luego.

—No lo sabía...—intento decir.

Así que yo los miré a ellos fijamente.

—Sí lo sabía, desde el inicio fuimos muy claros, señorita Cassandra—añadió Galip—. Estamos felizmente comprometidos y en tres semanas o un poco menos de un mes nos casaremos.

Esta vez fui yo quien lo miró sorprendida.

Eso no me lo esperaba.








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