Yamaguchi Tadashi

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El silencio reinaba esa tarde, ya estaba bastante oscuro y siendo viernes muchas personas yacían en sus casas pudiendo por fin descansar del trabajo y los estudios

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El silencio reinaba esa tarde, ya estaba bastante oscuro y siendo viernes muchas personas yacían en sus casas pudiendo por fin descansar del trabajo y los estudios. Sin nada de ruido humano los sonidos de la naturaleza sonaban con más claridad; el canto de los grillos, el silbido del viento y el crujir de las ramas moviéndose con la brisa, todo en conjunto le daban una enorme tranquilidad al chico conforme caminaba a su casa.

Yamaguchi respiró hondo con una sonrisa al cruzar la esquina luego de separarse de Tsukishima, estaba disfrutando más de lo usual el camino a casa luego de la práctica con el equipo. Sin embargo hubo un sonido, un quejido que lo hizo parar en seco.

Se escuchaba como una persona.

De inmediato su cuerpo se tensó y todos sus sentidos se agudizaron, apretó las manos alrededor de la cinta de su mochila cuando escuchó un coro de risitas no muy lejos de él. No tuvo que pensarlo mucho, sabía mejor que nadie lo que significaban los quejillos y chillidos mientras otras personas reían.

Quizás curiosidad, quizás insensatez pero algo dentro de él le hicieron acercarse al callejón de donde provenían los ruidos encontrando justamente la escena que ya se había creado en la cabeza, escena que ya había vivido desde adentro.

Un grupo de al menos cuatro chicos y chicas más o menos de su edad se encontraban rodeando a una chica que yacía a gachas en el suelo. Estos reían viéndola tantear en el suelo entre varios libros desparramados a su lado.

No pudo evitar apretar los dientes de la ira que sentía burbujeando, misma ira que se esfumó entre el pánico cuando vio a uno de los chicos girar hacia la dirección donde él estaba haciéndolo esconderse con rapidez.

—Baka-chan, ¿por qué lloras? —Se mofó uno de los chicos haciendo hervir de nuevo su enojo mientras se escondía— ¿Acaso no deseabas tanto leer? Ahí tienes muchos libros, ¿no te gusta?

—Ah, cierto, no tienes tus lentes. Eres un poco más inservible sin ellos.

Sentía que podía resoplar del enojo al escucharlos.

Deseaba salir y poder encararlos, gritarles para que se detuvieran y dejaran paz a la pobre chica, pero seguía siendo un total cobarde. ¿Qué podría hacer él?

Entonces un recuerdo se instaló en su mente. Un pequeño Yamaguchi siendo empujado al suelo por tres chicos más fuertes, estos le tiraban sus mochilas, se reían de él y lo llamaban débil e inútil. Sentía las lágrimas brotando a sus ojos exactamente de la misma forma que esos días en que lo molestaban.

Recordaba también como Kei había llegado para, a su extraña manera, salvarlo de su sufrimiento.

—Debo llamar a Tsukki —susurró para sí mismo, incluso lo consideró una idea por unos segundos. A penas se habían separado, quizás si corría podría alcanzarlo, si gritaba estaba seguro que este podría oírlo.

HAIKYUU || one shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora