Visitas inesperadas

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 El corazón de Lan JingYi se congeló casi en el acto.

 Inmediatamente después de salir de la espesa neblina fueron emboscados, ¿acaso se podía ser más desafortunado?

 Sin embargo, tampoco tuvo tiempo de lamentarse por ello. Repentinamente algo bastante inesperado sacudió aquel jardín apartado, casi como una respuesta a su corazón en pánico.

 Ni siquiera alcanzó a ver el rostro de sus atacantes cuando Lluvia de Hielo en sus manos brilló con una impactante luz azul blanquecina, barriendo instantáneamente con el peligro en un amplio aro protector y dejando en su camino imágenes borrosas como las marcas dejadas por las gotas de lluvia que se congelaban mientras caían.

 Ese pequeño campo de fuerza limpió el área donde ambos estaban, con ellos como centro, y derribando todo a su alrededor con una gélida ráfaga en un radio de aproximadamente dos metros, dejando solo destellos brillantes y rastros minúsculos de cristales de hielo a su paso.

 Tras la repentina y brillante demostración de poder que involuntariamente surgió de la espada, Lan JingYi se recuperó lo suficiente para tomar el control, y cuando lo hizo su corazón increíblemente tenso, en vez de sentirse más intranquilo o presionado, se relajó casi con brusquedad, debido a que en la confusión creyó ver un rostro familiar en medio de aquel caos.

 Pensando lo mismo que él, y luego de ver con más claridad la imagen completa, la dubitativa voz de Jin Ling a su lado perforó el silencio trayendo un poco más de luz a sus pensamientos dispersos.

— ¿Lan Sizhui...?

 La masa tambaleante de tela blanca que fue arrojada hacia atrás por aquel escudo protector logró estabilizarse mostrándose por completo y efectivamente se trataba de un Sizhui todavía sacudido y perplejo por lo que había sucedido allí, de forma tan violenta y repentina.

 JingYi observó a su alrededor al grupo de personas en el suelo que no tuvo tanta rapidez situacional ni los agudos reflejos de Sizhui y vio algunos rostros conocidos también.

 Aquel era el grupo que había salido con ellos en esa infructuosa cacería nocturna que acabó con los dos siendo capturados por un extraño y sus particulares bestias.

— ¿Jin Ling?... Jing... ¿JingYi?...—tartamudeó Lan Sizhui algo desorientado. Tenía el rostro marcado severamente con una expresión de crudo desconcierto y confusión. Algo había desestabilizado momentánea y mentalmente al chico y reconocieron luego, muy tarde tal vez, que quizás era porque habían olvidado por completo que ambos vestían túnicas de gala doradas de la Secta Lanling. Se veían bastante extraños a decir verdad.

 Sin embargo, había también alguien a quien parecía importarle poco aquel incongruente y singular detalle en los dos.

— ¡Qué increíble!... ¿¡qué fue eso!? —gritó con vehemente incredulidad y la voz emocionada Ouyang Zizhen, mientras forcejeaba por incorporarse del suelo luego del estallido que lo había tomado desprevenido y lo había enviado lejos.

 Se levantó de un enérgico salto y se aproximó veloz a los dos, totalmente fascinado por la espada que aún brillaba débilmente atrapada entre los dedos agarrotados de Lan JingYi, que miraba todo con los ojos bien abiertos, todavía absurdamente preso de la conmoción.

 En un primer momento, Zizhen ignoró sus presencias por completo hasta que, en medio de su entusiasta estudio, pareció recordar que había estado profundamente preocupado por el destino del par y levantó la mirada observándolos como si los estuviera viendo por primera vez. Su mentón tembló como si fuera a largarse a llorar en cualquier momento y se abalanzó sobre JingYi en un abrazo brusco e inesperado que casi lo derriba.

Nuestro secretoWhere stories live. Discover now