Ilusiones destrozadas

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 En el exterior la niebla era espesa, tan densa y pesada que no podrían ver sus propias manos a menos que estuvieran justo frente a sus ojos, sin embargo, en el interior de la mansión aún era bastante ligera. Por lo que al girarse, Jin Ling pudo ver con bastante claridad e incluso pudo sentir como su alma se desplomaba pesadamente a sus pies, a causa de lo que sus ojos encontraron.

 Una ráfaga de aire gélido arremetió contra ellos, junto a un hedor agrio y desagradable, como a putrefacción. El rostro de Jin Ling vaciló, y observó dentro de la neblina a sus espaldas, donde decenas de ojos resplandecían atentos, mirándolo de vuelta. Eran de un color rojo brillante y casi en el mismo instante en el que los vio, el sonido de alas pudo escucharse. Numerosos cuervos aparecieron en las vigas del techo y en cada rincón del que pudieran aferrarse, cada uno de ellos del tamaño de un niño, y todos, al ser descubiertos, se dirigieron ferozmente volando en su dirección.

 Cuervos de la calamidad.

 No era un experto en bestias pero sabía que aquellas aves eran del tipo solitarias y no podían, por ningún medio, mantenerse en bandadas. Como jodidos presagiadores de desgracias ya era catastrófico encontrarse con uno, y dos eran de casi una rareza aterradora. Al ver tantos en un mismo lugar no era nada anormal que cayeran en la desesperación absoluta.

 Los gigantes y oscuros cuervos se precipitaron hacia el par y sin siquiera dejarlos recuperar el aliento atacaron de forma hostil, con feroces picotazos y sus largas y afiladas garras que querían ansiosamente desgarrar sus carnes.

 Las expresiones de ambos chicos se volvieron inmediatamente sombrías, pero sin ningún tipo de vacilación sus espadas se balancearon en el aire atravesando aves con cada hábil y certero golpe, haciendo que la neblina rápidamente se volviera roja debido a la sangre derramada.

 En el caótico revuelo de sangre y plumas, de chillidos, graznidos y el sonido de carne siendo triturada, Jin Ling, le robó una mirada a JingYi y se quedó violentamente conmocionado. La ferocidad, agilidad y la irónica elegancia con la que atacaba, además de esa sed de sangre de aquella arma que parecía de un vicioso y vesánico cristal del mal en sus manos, lo abrumó. Su determinación para exterminar a aquellas bestias aladas era destacable en su ceño profundamente fruncido, y Jin Ling se estremeció. No podía creer que sólo hace unos instantes el mismo chico estuviera temblando de miedo tras su espalda por culpa de una bonita e inofensiva espíritu femenina.

 Él mismo, con un movimiento agresivo atravesó dos cuervos que soltaron miserables chillidos antes de desplomarse a su muerte y volvió a echarle un furtivo vistazo al chico. Era incapaz de quitarle los ojos de encima. Tenía la sensación de que la espada de cristal se adecuaba perfectamente al Lan, casi parecía una mortal extensión de su cuerpo y la forma implacable con la que embestía lo dejó estupefacto. Sentía que era como un feroz tigre al que le habían crecido alas.

 Sacudió su cabeza sin encontrar consuelo al pensar que estaba viendo a quien sería la próxima generación que traería grandes glorias y dolores de cabeza al Clan Gusu-Lan. Su resolución por no querer ser superado por el chico se arraigó aún más profundamente en su ser, pero no podía dejar de admirarse por el salto cualitativo en su cultivo. No parecía el mismo Lan JingYi que había conocido en el pasado.

 Resopló abatido al descubrir que seguía encontrando increíbles facetas del chico que no había notado antes, y se disgustó consigo mismo... ¿por qué demonios estaba siendo tan consciente de él?

 No más de diez respiraciones les tomó para despejar el lugar, en el sitio sólo quedaron una veintena de cuervos oscuros como la tinta esparcidos por los suelos, convertidos en manojos de carne sanguinolenta y negras plumas que, ante sus sorprendidos ojos, brillaron malignamente para luego desaparecer consumidas por llamas negras, sin dejar siquiera sus cenizas. Como si todo hubiera sido parte de una ilusión, no quedó ni el más mínimo rastro de los Cuervos de la calamidad.

 Se miraron confusos, sin comprender que había sucedido.

— Una unión entre los Cuervos de la calamidad y los Cuervos quiméricos del Sur... —susurró una pequeña voz.

 JingYi brincó en su lugar y se escondió rápidamente detrás de Jin Ling una vez más. Su aura noble y despiadada, vuelta trizas en un suspiro.

 Quién había hablado no era otra que la niña fantasma que, a pesar que hablarles a ellos, no los estaba mirando directamente, sino que sus ojos claros permanecían clavados en el sitio en el que acababan de desaparecer los pájaros destrozados, con una expresión difícil de descifrar en la mirada. Jin Ling se detuvo a pensar un instante y reconoció que quien los había alertado antes también había sido ella.

— ¿Qué quieres decir?.. —preguntó lentamente— ¿Ninguno era real?

 La niña levantó la vista y observó por la ventana donde pudo ver una sombra negra perderse en la noche. Definitivamente había uno real, pero estaba a punto de escapar. Desde su posición adoptó una postura extraña. Un brazo permaneció estirado apuntando directamente al enorme ave y el otro se flexionó hacia atrás como si estuviera tensando, de forma imaginaria, la cuerda de un arco. Ni bien esa idea pasó por la cabeza de Jin Ling, vio la casi incorpórea forma de un arco dorado y la materialización de una flecha de luz, que con un poderoso silbido salió despedido de los dedos de la chica para impactar violentamente contra la masa oscura del cuervo que explotó en el aire.

 Los contornos de la niña parpadearon ligeramente luego de aquella deslumbrante demostración de fuerza, como si fuera a desaparecer, casi como una titilante vela a punto de apagarse, pero pronto regresó a su estado original. Aunque su figura podía verse bastante más tenue, algo opaca y sin brillo. Definitivamente debilitada.

— Sólo uno era real, los demás sólo se trataron de copias. Ilusiones corpóreas que son el sello distintivo de los Cuervos quiméricos —explicó la niña de forma pensativa y acomplejada. Jin Ling no había visto jamás a un fantasma tan reflexivo y extraño.

— ¿Sabes de dónde vino?

 Ella lo miró largamente antes de asentir.

— No creí que estuviera vigilando aún este lugar —dijo en voz alta, aunque en realidad parecía pensar para sí misma.

— ¿Eres cultivadora? —indagó Jin Ling.

 Ella se sonrojó, sin negar ni asentir, sólo quedándose en silencio como si no supiera como contestar a esa pregunta.

 JingYi, que estaba prestando atención a cada palabra, pareció notar algo extraño en la niña. Con la cabeza apenas sobresaliendo desde detrás de Jin Ling, se quedó absorto observando el listón de su cabello que se balanceaba dócilmente con la brisa. Pensando con fuerza que creía haberlo visto en algún otro lugar... ¿pero dónde?

 Oh... jadeó sorprendido al reconocerla finalmente.

 Su mano se precipitó hacia sus mangas para registrarlas en búsqueda del oscuro lazo que se había transformado en cinta para el cabello luego de ser sellado, y casi saltó en su sitio al descubrir que no hacía falta buscarla porque la condenada cinta estaba fuera de su lugar y ahora mismo permanecía aferrada fuertemente a su muñeca.

 Un nuevo grito agudo hizo eco en el salón, seguido de una cómica sacudida de brazos de Lan JingYi, tan agresiva que estuvo a punto de dislocarse un hombro.

 Jin Ling maldijo entredientes sin poderlo evitar.

— ¿Qué-demonios-pasa-ahora..? —escupió palabra por palabra, mientras se llevaba una mano al corazón que palpitaba ferozmente en su pecho, sorprendido y enojado. El grito lo había dejado casi sordo y evadió el sorpresivo aleteo del chico por poco.

 Incapaz de hablar en lo absoluto, Lan JingYi levantó el brazo y le señaló la cinta de seda blanca enroscada como serpiente en su muñeca. Jin Ling entendió y sus ojos volvieron a posarse en la chica que se veía avergonzada y muy culpable.

— Puedo explicarlo —dijo rápidamente.

 Jin Ling elevó una ceja de forma interrogativa.

 Si la fantasma hubiera podido suspirar, lo habría hecho. Sin embargo, repentinamente una idea surgió. Había tomado suficiente energía espiritual del joven de blanco, se dijo, quizás sería más fácil mostrarles...

 ¿Con alguna versión similar a empatía?

 No... en algo en lo que alguna vez fue más talentosa... la creación de una ilusión y la materialización de recuerdos. 

Nuestro secretoWhere stories live. Discover now