Una promesa de venganza

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 Las insinuaciones de una feroz tormenta oscurecían los cielos a lo lejos y ella, quien había dominado un sentido más sensible hacia las auras, descubrió enseguida las fluctuaciones de más de una decena de personas que se acercaban con sospechosas intenciones a la villa.

 Su expresión se ensombreció instantáneamente cuando pudo sentirlos incluso acercarse a su hogar.

 Después de haber visto los recuerdos de su madre comprendió que había personas que no cesarían en la búsqueda de aquel objeto tan extraordinario, pero se le hacía extremadamente sospechoso que se acercaran allí solo después de haber conseguido ver esas memorias.

 El grupo entero se detuvo en los límites del patio interior de la mansión.

 Aquellas personas mantenían el rostro cubierto con máscaras de humo negro, pero sus ojos se encendieron con codicia cuando se dieron cuenta que no podían ingresar de ningún modo al jardín del boticario. Las pistas que tenían eran reales, aquel escudo protector solo podía estar allí porque la herramienta estaba oculta en aquel lugar.

 Sin reprimirse, desataron todo el poder de las bases de sus cultivos para destrozar la barrera de un solo y limpio golpe. Aunque no lo consideraron bien y su falta de prudencia tuvo una reacción inesperada. La resistente barrera se deshizo, , pero a un costo enorme. La mitad del grupo recibió un contragolpe que los impactó con un poder devastadoramente destructivo. Su ataque resultó en un efecto rebote que los dejó completamente atónitos, y que hizo que quienes no lograron defenderse a tiempo quedaran totalmente despedazados e incluso sus almas fueran erradicadas al instante.

 La persona a cargo del asalto apareció por detrás y observó la súbita masacre que la virulenta reacción de las protecciones habían causado con una mirada simplemente aburrida, no parecía preocupado en lo absoluto por aquellas consecuencias. En una contienda siempre habría situaciones impredecibles e incontables bajas, se dijo con un suspiro. Aunque sentía que era una verdadera desgracia que sus bajas se dieran incluso antes de cualquier enfrentamiento, pero no era algo que no haya previsto con anterioridad. Su lema era que si no poseían la habilidad de resistir, ni siquiera ante el golpe rebote de una restricción tan debilitada como aquella, no merecían formar parte de sus filas.

 Este nuevo líder de los rebeldes era incluso más tiránico que el anterior, y su corazón todavía no podía dejar de lamentar amargamente la pérdida de aquella pagoda fantasma que tanto había les había costado conseguir y que no tuvo oportunidad de desplegarse en todo su esplendor. Transcurrieron muchos años, pero aquella era aún una herida abierta para todo el grupo.

 Estaba convencido que con la pagoda fantasma y el último objeto divino -aunque solo fuera uno de los fragmentos- tenía la absoluta certeza de poder sacudir el mundo del cultivo hasta sus cimientos. Podrían levantar la cabeza orgullosamente como un impresionante dragón de riada. Ya no serían parias ni renegados de aquel Clan anticuado y demasiado pasivo.

 Jamás entendieron la humillante posición del Clan Tao y su inexplicable auto-exilio, pero ya no les importaba. Desplegarían una nueva era, y él sentía su inquieta sangre bullir con confianza. Casi podía verla surgir frente a sus ojos.

 Su mirada enloquecida se detuvo en las personas que permanecían a la defensiva, dentro de una nueva barrera recién creada y sonrió extasiado.

 Aquella debía ser la nieta del patriarca.

 Tenía los mismos ojos feroces de su madre y la mandíbula tensa como si estuviera reprimiendo una salvaje intensión asesina. La hija de un demonio, no sería menos que una diablesa, sonrió para sí mismo. Desvió la mirada. A su lado se encontraba un muchacho desgarbado pero apuesto que tenía la mirada penetrante, profunda y afilada como una espada desenvainada. Lo observó apreciativamente, pero no encontró nada que llamara su atención. Los reportes no decían mucho, solo era alguien que había rescatado el médico de la villa y que había mantenido a su lado en el largo proceso de su recuperación. Todavía no estaba en optimas condiciones. Tenía el brazo en cabestrillo y cojeaba de forma notoria. No era un obstáculo.

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