No bajes la guardia

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— ¿Qué ocurre? —preguntó de inmediato Jin Ling descubriendo rápidamente que algo estaba mal con JingYi.

— Él... él viene en esta dirección —masculló el chico con dificultad, como si, debido a la simple impresión, pudiera ponerse a vomitar en cualquier momento.

 Jin Ling escuchó sus palabras y se quedó de piedra por un micro-segundo. No hubo necesidad de que le explicara a quién se refería. Supo de inmediato que ya no tenían escapatoria. No tenían tiempo ni espacio para maniobras extrañas. No podían salir. Pero tampoco iban a quedarse a esperar que los encontraran, ¿verdad?

 El chico pensó en algo.

 Se adelantó a la entrada de la caverna y volvió a colocar una nueva Red dorada en su posición, como si nunca hubiera sido tocada antes. Regresó y buscó con ansiedad la mirada llena de pánico de JingYi.

— ¿Crees que sepa que escapamos? —preguntó apresurado y el Lan se detuvo un segundo antes de volver a cerrar los ojos para verificarlo.

 El extraño tipo tenía una amplia sonrisa en los labios y jugueteaba sin descanso con su inseparable daga, no parecía verse preocupado en lo absoluto por la fuga de sus rehenes.

— No parece saberlo —reconoció JingYi, pero su ceño se frunció—. Aunque hay algo extraño en él...

 Jin Ling actuó de inmediato. Lan JingYi no podía verlo pero ni bien él había considerado que el desconocido no estaba al tanto de su huida, Jin Ling se movió con rapidez. Desenvainó su espada y le infundió energía espiritual. Un débil resplandor cubrió completamente la hoja de SuiHua y un encantamiento se desprendió de sus labios formando una capa etérea que se expandió delante de él como un escudo.

 Ignorante de lo que Jin Ling estaba preparando, JingYi continuó observando el recorrido del extraño tipo, tratando de descubrir porqué sentía que había algo diferente en aquella persona. Tras un instante de confusión lo comprendió.

— Se ve más joven —dijo en un susurro bajo—. Debe ser algún encantamiento desvaneciéndose porque está regresando cada vez más a su forma original —comentó con atención y su corazón se paralizó—. Joder, está a la vuelta de la esquina...

 Abrió sus ojos y el alma se le cayó pesadamente a los pies. Jin Ling no estaba allí. Sus ojos lo buscaron ansiosos por cada jodido rincón, pero no se lo veía por ninguna parte. Sintió verdadero terror. El pánico se estaba apoderando de él con una velocidad espantosa, casi sentía que iba a comenzar a hiperventilar a la menor oportunidad.

 ¿En qué momento se escapó?, gritó en su cabeza.

 Su pecho se apretó de forma dolorosa, ese desgraciado... ¿realmente lo dejó allí como carne de cañón mientras él huía como un maldito cobarde?

 Sintió que algo tiraba de él y soltó un ahogado jadeo. Afortunadamente no gritó, el miedo le había bloqueado las cuerdas vocales. Sin embargo, cuando se dio cuenta de lo que ocurría, el alivio se reflejó en su cuerpo de tal modo que sus piernas repentinamente perdieron fuerzas. Jin Ling lo jaló entre sus brazos, mientras mantenía frente a él a su preciosa SuiHua, con la que había creado una barrera protectora que los hacía invisibles a simple vista.

— Agárrate fuerte —murmuró sobre su oído, aferrándose a su cintura, y apretándolo más cerca. Jin Ling podía controlar el velo sobre los dos, pero cuanto más grande el área, más agotador y complicado sería para él.

 Inexplicablemente se relajó entre sus brazos. Descubrió que esa capa intangible, no sólo podía ocultarlos visualmente sino que también suprimía completamente sus auras, sin fugas. El silencio reinó en el lugar mientras permanecían estrechamente unidos. Eran conscientes de que lo único que podían hacer era esperar, y aquella fue una espera dolorosa. Casi angustiante.

 Aunque no especialmente larga.

 Ambos se estremecieron a la vez, y se volvieron rígidos en un instante, al oír pasos aproximándose. Él estaba allí. Su aspecto era similar al que habían visto en la caverna, incluso el brillo de infantil diversión en sus ojos era el mismo. Con un golpecito de sus dedos deshizo la solida barrera, con una facilidad demasiado abrumadora, por lo que fueron testigos de su tiránico poder. No fue deshecha de la manera en la que Jin Ling estaba acostumbrado, debido a que el estilo del chico solo era destrozarla internamente, pero su acción era más que efectiva.

 Entró en el sitio.

 Sus oscuros y fríos ojos registraron lento el lugar en búsqueda de algo en específico, mientras canturreaba entredientes algo inaudible. Sin prisa revisó varias piezas de joyería descartando cosas de un lado a otro, sin tacto alguno. Los segundos transcurrían jodidamente lentos y ambos chicos comenzaban a tener dificultades para respirar. No se atrevían a quitar siquiera unos instantes sus ojos de aquella persona.

— Sabía que aquí estaba —se dijo a sí mismo el tipo sobresaltándolos.

 En la palma de su mano escondió una perla oscura del tamaño de una nuez, que tenía dentro una llama viva de color negro azulado. Ninguno de los dos tenía idea de qué demonios era o para qué servía esa cosa, pero al desconocido lo hizo muy feliz.

— El movimiento de Lobeznos ígneos en QingHe fue una idea acertada —se felicitó en voz alta, ignorando que sus palabras estaban siendo escuchadas por aquel par escondido en un rincón—. Sin embargo, si pudiera aumentar su cultivo con esta perla... —rió excitado y su risa les dio escalofríos.

 Si aumentara sus cultivos, pensaron ambos simultáneamente con indiscutible terror, entonces ya no serían simples lobeznos.

 Los Lobeznos ígneos eran una raza de lobos diabólicos y de mal carácter. Su pelaje estaba cubierto de llamas azuladas, y su proporción era aún más aterradora ya que los más pequeños no medían menos de dos metros. Sin embargo, no estaban aptos para vivir en manada y debido a su temperamento altamente agresivo nunca llegaban a vivir mucho tiempo. Pero... ¿este tipo quería controlar una manada de Lobos ígneos adultos?

 Si eso fuera posible... ¿que tan aterrador sería?

 SuiHua tembló en las manos de Jin Ling sin poderlo evitar. Rápidamente JingYi contuvo el temblor sosteniendo las manos del chico entre las suyas, por lo que el velo no se dañó y el movimiento resultó imperceptible. La barrera se mantuvo firme y resistente frente a ellos.

 El desconocido no notó la falta de SuiHua o la famosa espada del Clan Lan, ni tampoco sintió la presencia de los adolescentes en aquel estrecho lugar. Cuando hubo obtenido lo que fue a buscar, volvió a colocar la barrera y se retiró jugando con la perla, arrojándola hacia arriba y atrapándola nuevamente, mientras sonreía con satisfacción. Un rastro de locura destellaba en sus oscuros ojos.

 Lan JingYi sintió que podía caer de rodillas luego de la desaparición del extraño. Ambos sintieron que la presión y tensión que enfrentaron en ese breve instante les había robado por lo menos diez años de vida.

— ¿Se fue? —preguntó Jin Ling con un hilo de voz.

 Lan JinYi cerró sus ojos y lo verificó.

 Con dificultad los ojos de pétalos reaccionaron a su conexión y se mantuvieron prudencialmente lejos observado la espalda del desconocido que se retiraba hasta sólo ser una silueta oscura en la distancia. No pudo evitar que un miedo irracional le apretara en todo momento el corazón mientras lo miraba alejarse.

 Su resolución se hizo más ferviente.

— Debemos salir de aquí

 Jin Ling rompió el vínculo con su espada y la barrera se esfumó. Asintió mentalmente preparado para correr en cualquier momento hacia la salida.

 Pero en ese mismo momento un chillido ensordecedoramente fuerte los hizo saltar en su sitio. Desde arriba un Murciélago Bicéfalo había despertado de un largo sueño luego de sentir el poderoso aura de su amo entrar a su pequeño hábitat. Dócil y atemorizado lo vio registrar el lugar e irse, para inmediatamente descubrir un par de intrusos en su guarida que aparecieron de la nada en una esquina.

 Una de las cabezas miró a la otra e hizo una señal de asentimiento. Si se deshicieran de los intrusos sin dudas serían recompensados, por eso mismo... no los dejarían escapar.

Nuestro secretoWhere stories live. Discover now