Tesoros ocultos

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 — Suihua —murmuró profundamente conmocionado JinLing.

 No lo había dicho pero en su corazón mantenía la profunda certeza de que algo dentro de él se rehusaría a abandonar el lugar sin antes encontrar aquella que era su más preciada posesión.

 JingYi fue testigo del intenso brillo en la mirada del chico y el gradual cambio en su expresión. Esa mirada siempre altiva y hosca, se volvió inesperadamente suave y tierna, e hizo que la parte más vulnerable y sensible del corazón de Lan JingYi se estremeciera. Parpadeó visiblemente turbado, después de todo nunca se había llevado muy bien con JinLing, pero al parecer no era tan insensible a sus circunstancias como creyó.

 Conocía lo que significaba aquella espada para él. No podía simplemente ignorar ese hecho y dejar que una reliquia tan importante quedara en manos de un desconocido. JingYi había buscado especialmente por ella casi de forma inconsciente.

 Porqué haría algo así por él, era una incógnita que no estaba dispuesto a develar.

 Su propia espada no resultaba tan importante a su juicio. En realidad, aún no había encontrado la apropiada para él, así que sólo era un arma común y ordinaria otorgada por el clan para su defensa como lo hacía con todos sus discípulos. La de JinLing, en cambio, se trataba de una herencia familiar.

 Sus pensamientos fueron cortados por la voz del chico frente a él.

— ¿A qué estamos esperando entonces? —instigó con visible entusiasmo JinLing, pero rápidamente sus emociones se estabilizaron. Aunque no lo suficiente, las palabras de JingYi resultaron ser el estímulo necesario para provocar en él una violenta ansiedad— ¿Hacia dónde vamos? —se apresuró irguiéndose de manera precipitada.

 Lan JIngYi vio el vendaje a medio colocar y reprimió una sonrisa. Así de importante era aquel objeto para el muchacho.

 Se agachó y él mismo ajustó la banda de tela sobre la pierna herida, como si de un niño pequeño se tratase. Se dio cuenta de lo que estaba haciendo sin pensar y sintió como su corazón se saltó un latido. Su maniobra fue tan inmediata y se movió de una manera tan natural e inconsciente que le aterrorizó.

 Reaccionó y retrocedió instantáneamente.

 Con un breve vistazo a las serpientes que permanecían inamovibles como si fueran meras piezas decorativas, dio media vuelta y comenzó a liderar el camino hacia el lugar donde había visto que se conservaban los artículos que les habían sustraído. JinLing lo siguió sin hacer ningún tipo de comentario, pero sin entender tampoco porqué repentinamente las acciones del chico se volvieron mecánicas e incómodas.

 Decidió ignorar su reacción y seguirlo, después de todo ¡había encontrado a SuiHua!

 Cada cierto tiempo JingYi haría una revisión exhaustiva con aquellos ojos voladores y redirigiría el camino según sus observaciones. No se encontraron con demasiados obstáculos, ni tampoco descubrieron muchas de las tantas bestias que rondaban por los pasajes. Sólo detectó un Escorpión Imperial que deambulaba ciegamente, como todas las criaturas en aquel lugar, por un pasaje que debieron rodear, y una Serpiente Cabeza de Dragón, cuyas fluctuaciones de poder estremecieron a los pobres pétalos alertándolos del gran cultivo que ésta poseía. Pero ninguno fue alertado de su presencia.

 Sin embargo, cada minuto que pasaban dentro de aquel lúgubre lugar sólo los ponía más tensos.

 Sabían que debían apresurarse. Al parecer su captor todavía no había notado su ausencia de aquel apestoso calabozo, pero era sólo cuestión de tiempo hasta que la información se filtrara y les aterraba saber que, ni bien advirtiera la situación, y bajo las órdenes de ese tipo, los corredores de inmediato se llenarían de bestias de todos los tamaños y diferentes niveles de peligrosidad a la caza de ambos.

Nuestro secretoWhere stories live. Discover now