21- UN ENEMIGO INVISIBLE

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OLIVER FLYNN

Sentía la presión de todos. Las miradas exigentes de quienes creían que era yo, el encargado de cuidar de ellos. Y ya me conocen, saben que me gusta sentir que tengo el poder de hacer que las cosas salgan como yo quiero, de decidir sobre los demás; pero no es un secreto para ustedes que fui yo quien se encargó de que eso fuera así, de hacerles sentir a mis amigos que sin mí, estaban perdidos. 

—¡Me parece increíble que creas en lo que dice Rebecca! Te tiene cegado y ni siquiera es tu novia. Aunque bueno, parece más tu novia que yo —me dijo Verónica, con un tono irónico que dejaba en evidencia los celos que le tenía a Rebecca.

—¿Me puedes decir qué estás haciendo? —le pregunté.

—Te estoy diciendo lo que pienso. ¡Eso hago! —fue su respuesta.

—¿Y acaso me escuchaste pidiendo opinión o proponiendo una lluvia de ideas? —inquirí con severidad y ella solo se quedó en silencio—. No me hagas decir las cosas dos veces. Ya sabes lo que pienso de estás escenitas de celos —concluí, y ella no emitió ningún otro comentario.

Estaba consciente de que Verónica tenía motivos para desconfiar. Todos los teníamos.  Rebecca era la persona menos idónea para encargarse de esa tarea, considerando que se trataba de su propio hermano.

Quería saber qué tan comprometida estaba ella con la promesa que nos hicimos. No sabía si estaba dispuesta a cumplirla si eso implicaba ir en contra de su propia sangre. Supongo que por eso la elegí. Era mi forma de averiguar quiénes eran las personas en las que podía confiar.

Pero esa vez mi obsesión por tener todo controlado, por pensar que si quería que algo saliera bien, debía hacerlo yo mismo, haría que las cosas se salieran de control.

Iba de camino a la universidad, cuando una llamada entró a mi celular, era Taylor.

—¡Él lo sabe! Estoy seguro de que ese maldito nerd es el responsable de todo esto. ¡Estamos perdidos! —Se escuchaba bastante alterado.

—OK. Necesito que te calmes y me digas qué es lo que está pasando —le ordené.

—No me pidas que me calme cuando acabo de recibir un mensaje en el que alguien me dice que sabe mi secreto —Sus palabras quedaron haciendo eco en mi cerebro. No había terminado de asimilar lo que me dijo, cuando recibí una llamada de Amber también.

Entrelacé las llamadas, y la escuché llorar.

—Lo saben. Oliver, ya lo saben —fue lo que dijo.

—¡Mierda! —expresó Taylor.

—Ya estoy llegando. Necesito que se calmen los dos y no hagan nada. Eviten que Rebecca se entere de esto ¿OK? Yo me haré cargo —dije, y colgué la llamada.

Aceleré más porque sabía que aún faltaba mucho para que Rebecca llegara a la universidad, ya que ser puntual nunca fue su fuerte. Me bajé del auto, y a los primeros que me crucé fueron a Eliot y a Alice, pero los veía más enfocados en los anuncios publicados en la cartelera de la universidad, que en cualquier otra cosa. No lucían nerviosos y tampoco noté en ellos alguna actitud sospechosa.

En la distancia, mi mirada se encontró con la de Taylor, pero él no solo me vio a mí, sino que también se percató de la presencia de Eliot, lo que hizo que se dirigiera hacia él con la clara intención de golpearlo. Caminé con prisa en su dirección y puse mi mano en su pecho, impidiendo que avanzara. Le prohibí que hiciera cualquier movimiento estúpido. Me miró con ojos de perro rabioso, pero obedeció mis órdenes.

Taylor recibió un mensaje de un número privado, pero este tenía la configuración de autodestruirse después de ser leído, por lo que no pudo enseñármelo. Amber, estaba en el baño y cuando salió, en el espejo había una nota escrita con marcador rojo. Ambos mensajes decían lo mismo: «Conozco tu secreto y pronto todos lo sabrán también. Es tu final».

Contra las reglas (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora