30- REVIVIENDO EL PASADO

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ALICE HARPER

Siempre creemos que eso que tanto nos dolió alguna vez, con el paso del tiempo, no volverá a doler igual, pero no hay nada de cierto en eso, de hecho, es una de las mentiras más grandes que existen. Cuando algo te marca, duele cada vez que lo revives, cada vez que conviertes en presente los recuerdos de ese pasado que nunca se fue.

Yo era fuerte, hasta que recordaba lo que pasó ese día. Nunca lo hablaba con nadie porque hacerlo significaba reabrir la herida que me costó tanto cerrar, y no podía, no podía recordar que, por mi culpa, mi hermano ya no estaba conmigo.

―¿De qué estás hablando? ―me preguntó Rebecca cuando escuchó lo que dije sobre perder a un hermano―. No puedes saberlo porque hasta donde sé, no tienes un hermano ―aseguró.

―Hay muchas cosas que no sabes de mí, Rebecca.

No sé por qué estaba considerando contarle justo a ella, lo que nunca pude contarle a nadie. Quizá fue mi forma de hacerle sentir que no estaba sola o recordarle lo afortunada que era. Ella no había perdido a su hermano. Eliot seguía con vida y esa fortuna no todos la hemos tenido.

―Espera, tú...

―Sí, Rebecca, tuve un hermano ―la interrumpí antes de que pudiera hacer la pregunta.

La vi quedarse en silencio y por primera vez no había prepotencia ni arrogancia en ella, al contrario, me encontré con una Rebecca dispuesta a respetar el dolor de alguien más.

―Su nombre era Alan. ―No recordaba cuándo había sido la última vez que dije su nombre, pero hacerlo se sintió como un puñal en el pecho.

―¿Y qué fue lo que pasó? Bueno, si no quieres hablarlo, no importa, no tienes que hacerlo ―expresó.

Me quedé en silencio por unos minutos. Todavía dudaba de si realmente quería que ella conociera una parte de mí que no me había animado a presentarle a nadie, pero en mi interior algo me decía que era seguro; que estaba bien si lo hacía.

―Yo lo maté.

La cara de Rebecca se transformó en un signo de interrogación gigante. Arrugó su entrecejo de forma exagerada y en su rostro se veía que no estaba comprendiendo mis palabras.

―Por mi culpa, él no está hoy aquí.

―Espera, Harper, ¿no me vas a confesar un homicidio y me harás tu cómplice, o sí?

―Tú siendo tú, Rebecca Wonder. ―Le regalé una media sonrisa porque por una extraña razón, escucharla decir eso, anestesió por unos segundos el dolor que estaba sintiendo―, pero no, hay muchas formas de matar a alguien sin siquiera mancharte las manos de sangre, y yo lo hice con mi hermano.

―Alice, estás empezando a asustarme, ¿por qué dices eso?, ¿qué fue lo que pasó? ―me preguntó, ansiosa.

Tomé un poco de aire con el objetivo de prepararme para lo que iba a revivir. Contar una historia es vivirla dos veces y esa, era una que hubiese preferido no vivir nunca, que lo único que deseaba era desterrarla de mis recuerdos, devolver el tiempo y hacer que jamás sucediera, pero eso nunca sería posible.

―Ese día, Alán cumplía veintitrés años. En sus ojos se veían, más que nunca, las ganas que tenía de comerse el mundo. Pasamos todo el día juntos. Yo bromeé diciéndole que estaba conmigo por despecho, porque un mes antes había terminado con su novia, pero él me respondió: «Si pudiera elegir con quién pasar este día, te volvería a elegir a ti, hermanita». Yo solo sonreí, porque a mí también me gustaba compartir con él. Alán no era el más inteligente, de hecho, era bastante torpe, pero no he conocido hasta la fecha, a alguien tan divertido, y aunque todas las niñas morían por él, nunca fue un rompe corazones. Él decía que a la mujer se le tiene que demostrar con actos el respeto que ni ellas saben que merecen. Nunca salió con dos al mismo tiempo, porque para Alán, eso era denigrar a la mujer y al mismo tiempo, carecer de hombría.

Contra las reglas (Terminada)Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum