14- PERDIENDO EL CONTROL

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OLIVER FLYNN

Dicen que los sentimientos no se pueden controlar, pero qué sucede cuando no tienes que controlarlos, porque simplemente no existen, porque no sientes nada.

Todos decían que era frío y calculador. Que no me temblaba el pulso a la hora de ir contra las reglas con tal de lograr lo que quería y era verdad. Nunca me detenía a pensar si habría o no daños colaterales, y si los había, me gustaba pensar que eran sacrificios necesarios por la causa.

¿Que si sentía remordimiento después de hacerlo? Nunca.

La culpa, la tristeza, el miedo, todas... eran emociones que no sabía describir porque nunca las había sentido.

Mis padres no volvieron a mirarme a los ojos desde aquel día, eso debía dolerme, pero no sentía nada.

Verónica decía que era capaz de entregar su vida por mí. Que me amaba como nunca amó a nadie, y yo no sentía nada.

Mis amigos me respetaban y confiaban ciegamente en mí. Me gustaba tener siempre el control, y por eso hacía el papel de líder, por eso los protegía, pero si no existieran, tampoco me harían falta, excepto ella. Rebecca era la excepción a todos mis peros, y no, no es lo que piensan, no estaba enamorado de ella, lo que sentía por Rebecca Wonder era la cadena que me anclaba a mi secreto. Ella tenía en sus ojos, lo único que me hacía sentir humano.

Pero lo que nunca supe fue ¿se nace con oscuridad o ella se va apoderando de ti en el camino?

Esa madrugada, la misma pesadilla que había hecho el papel de reloj despertador durante los últimos dieciséis años, me hizo abrir los ojos a la misma hora de siempre: 3:19 a.m.

Ya estaba acostumbrado al poco tiempo de descanso que tenía a diario y la verdad nunca necesité más de las cuatro horas que dormía, aunque el Doctor Bert me dijera lo contrario.

"Oliver, el descanso es esencial para un mejor funcionamiento de la mente y el cuerpo", me decía siempre, pero eso no era aplicable en mi caso, porque no sé qué era peor, si estar dormido o estar despierto, porque ambas representaban la misma pesadilla.

Llegamos a la casa de Ethan y yo ya sabía lo que me encontraría allí.

―¡Buenos días señor y señora Conner ―dije, cuando el papá y la madrastra de Ethan nos abrieron la puerta.

―Chicos, creo que los llamé con el pensamiento. Ethan no ha querido salir de su habitación y lo único que se escucha es esa terrible música que ni aunque lo intentara, entendería lo que dice ―expresó su papá, confirmando mi suposición, ya que cada vez que él pasaba por esa situación, escuchaba ese tipo de música―. Sé que ustedes son los únicos a los que dejará pasar. Y empiezo a creer que nunca voy a entender qué sucede con mi hijo, porque él no me dice nada ―agregó, con cierta tristeza en su voz.

―No tiene que preocuparse Sr. Conner, seguro Ethan se pasó de tragos anoche y no puede ni con su vida, pero él dice que esa música es la única que lo revive ―intervino Rebecca, con amabilidad.

―Bueno, esperemos que sea solo eso ―Sonó su celular―. Pasen, ya saben el camino. Están en su casa ―indicó, mientras procedía a alejarse de nosotros para contestar la llamada, y antes de dirigirnos a su habitación, la madrastra de Ethan nos detuvo.

―¿De verdad creen que esté bien? ―preguntó.

―¿Realmente te impor...? ―intervino Rebecca, pero antes de que pudiera terminar la frase, la interrumpí.

―De eso nos aseguraremos nosotros. No se preocupe señora Conner. Con permiso ―Caminé, y sentí la resistencia de Rebecca oponiéndose a caminar conmigo. Se veía molesta―. ¡Rebecca! ―La miré intentando decirle que se calmara, y se dirigió hasta donde yo estaba.

Contra las reglas (Terminada)Where stories live. Discover now