A Rebecca, Oliver, Ethan, Verónica, Taylor y Amber, los une más que una amistad, cada uno tiene un secreto el cual prometieron proteger a toda costa.
Alice Harper y su mejor amigo Eliot Wonder, se ven inmersos en una guerra en la que no hay reglas...
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REBECCA WONDER
Mi vida se estaba convirtiendo en una historia desconocida para mí. Yo era el personaje principal y ni siquiera sabía quién era. Todos hablaban de mí. Querían estar cerca, formar parte de aquello que representaba a una Rebecca que cada día se hacía más ajena a ella misma.
Pero, ¿cuándo empiezas a darte cuenta de que algo no está bien dentro de ti? O mejor dicho ¿cuándo empiezas a reconocer y aceptar que estás completamente vacía? Que solo aparentas tenerlo todo, y sonríes cuando en realidad nada logra llenarte o hacerte feliz.
―¿Sabes cuándo regresa papá? En unos días es la boda de la tía Jenny y no pienso ir si él no está presente. ¡No voy a soportar las imprudencias de su familia! ―le dije a Eliot que estaba en la cocina sirviéndose un jugo de naranja―. ¿Hello? ¿Aparte de retardado, ahora eres sordo? ―manifesté, ya que no me respondió.
―Yo sé lo mismo que tú. Si quieres saber algo más llámalo a él directamente ―respondió, tajante.
Sabía que estaba molesto por lo de Alice, pero su forma de ser tan letrado y cortés, no le permitirían dejarme hablando sola, así era mi hermano.
―Bueno, al parecer alguien no amaneció de buen humor. Te digo algo hermanito, es posible que sea la falta de sexo, pero ya que tocamos el tema quiero aprovechar para preguntarte ¿sigues siendo virgen o hiciste un pacto de abstinencia?
―¿Puedes dejar de joderme la vida? ―Colocó el vaso en la mesa con cierta brusquedad, al tiempo que me miraba irritado.
―¡Perdón! Era simple curiosidad ―Me encogí de hombros―. Pensé que como tu hermana tenía derecho de saberlo, pero quizás a Alice sí se lo contaste. ¡Claro, a ella le cuentas todo! ―No sé por qué dije eso si nunca me ha interesado la vida de mi hermano y mucho menos con quien habla sobre ella.
―No te atrevas siquiera a nombrar a Alice después de la mierda que le hicieron. ¡Tú y tus amigos están mal de la cabeza! Y así como se lo advertí a Flynn, te lo advierto a ti... ¡No se vuelvan a meter con ella porque no respondo! ―dijo, y la última vez que lo vi hablar de esa forma, fue cuando me dijo que no quería que le volviera a nombrar a mamá.
Él siempre fue muy protector. No era el más corpulento para su edad, pero eso no le impedía ser valiente cuando se trataba de cuidarme o defenderme de los chicos que me molestaban en la escuela. Me gustaba pasar tiempo con él porque era de ese tipo de personas con quien compartes, te diviertes y nunca te quedas sin aprender algo nuevo. Su juego favorito era "un día, una palabra"... el cual consistía en buscar una palabra rara o diferente, explicar su significado y aprender a usarla en una oración. Los ojos le brillaban cada vez que aprendía una nueva y aunque yo no lo disfrutaba tanto como él, me daba ternura verlo tan emocionado.
Si les soy sincera, no recuerdo el día exacto en el que empezamos a ser dos desconocidos que vivían bajo el mismo techo. De repente comenzamos a distanciarnos. Nos veíamos poco a pesar de que nuestras habitaciones quedaban muy cerca. Si nos cruzábamos no íbamos más allá de un saludo. De un momento a otro él empezó a ser muy reservado y yo solo me dediqué a molestarlo.
