III • Quidditch

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Scorpius se había estado preparando durante dos semanas para este día. Finalmente haría la prueba, el cartel que anunciaba la prueba había sido muy claro al tener como nota que solo necesitaban a un golpeador, por lo que Scorpius entrenó con un bate todo el tiempo, incluso Theo le había ayudado solicitando a un profesor las bludgers para entrenar.

Había conocido a Peony a lo largo de esas últimas dos semanas, era agradable, era cierto lo de su actitud amistosa, a Scorpius le fue bastante fácil volverse su amigo. Además, lo animaba cada vez que Theo le ayudaba a entrenar.

—Muy bien, los participantes acérquense —dijo el capitán.

Su cabello era negro, él era delgado y alto. Su posición, por lo que sabía Scorpius, era de cazador, durante sus dos años anteriores había sido buscador, pero había optado por cambiar de posición con otro nuevo integrante ese año, diciendo que era por el bien del equipo. Cursaba el sexto año, lo que significaba que aún estaría con ellos el año siguiente.

Eso si lograba entrar al equipo.

Scorpius prestó atención por primera vez a los demás participantes. Eran mayores que él, no pudo evitar ponerse nervioso. Seguramente eran mejor volando la escoba que él, o seguramente tenían algunos trucos bien ensayados.

Volteo a las gradas. Nada lo tranquilizaba más en esos instantes que el mirar a sus nuevos dos amigos sentados allí, brindándole su apoyo.

Eso era. Ellos estaban allí y creían en él. Theo lo había apoyado a pesar de que no le gustaba el quidditch y seguramente también lo apoyaría en los juegos después. Y Peony le recordaba todos los días que era capaz de lograr lo que se proponía. No era momento de ser negativo, tanto su papá como su mamá habían pertenecido a los equipos de sus casas, y probablemente el era tan bueno como ellos. Y ese era el momento de ponerlo a prueba.

—Esta es una noticia de último momento —comenzó a decir el capitán—, uno de los integrantes del equipo nos acaba de dejar por motivos que no puedo decir, así que ahora no solo necesitamos a un golpeador, sino también a un cazador.

A Scorpius le brillaron los ojos, tenía otra oportunidad. Eso aumentaba el cincuenta por cierto de las probabilidades de obtener un lugar en el equipo.

—Junto con el resto del equipo voy a estar en los aires con ustedes para ver de cerca sus movimientos —continuó diciendo—, pero les advierto que el cazador que nos esta dejando era muy bueno, así que será difícil llenar su lugar, él estará observando desde las gradas —apuntó a donde estaba el muchacho—, así que su opinión es vital para ustedes. Eso es todo, les deseo suerte muchachos, hagan lo mejor que puedan y nos vemos al final de la prueba.

Todos se acomodaron en sus escobas listos para elevarse.

—Oh esperen un segundo, casi lo olvido —dijo el capitán e interrumpieron lo que estaban haciendo—. Ya sé que solo buscamos dos posiciones, pero a mi me interesa saber que tan buenos son en todas ellas, así que pasarán de uno por uno conmigo y andaremos por todo el campo de juego probando que tan buenos son, aunque claro, es preferible que sean buenos en las posiciones que se necesitan justo ahora..., la razón por la que hago esto es porque quiero tener la accesibilidad a moverlos de posición las veces que sea necesario para idear una buena estrategia, además esto también puede darnos ventaja con los otros equipos dado que no se podrán aprender nuestras posiciones.

Eso cambiaba por completo los planes de Scorpius. El solamente estaba preparado para ser un golpeador. Aunque, si lo pensaba bien, la posición de guardián era básicamente lo mismo, debía golpear la quaffle. La de cazador insertar la quaffle en los aros y la del buscador, bueno, tendría abrir bien los ojos. No había de otra, iba a esforzarse y daría todo lo que tenía.

Entrar al equipo de quidditch se había vuelto una meta importante para él ahora.


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Hermione preparaba el té para Luna, Astoria y ella. Las tres se habían reunido porque Hermione se sentía sola en casa todo el día, y Ginny y Astoria ya no podían estar con todos sus hijos sin sentir un leve dolor de cabeza.

—Ellos tienen suerte al ir a trabajar, les aseguro que no aguantarían un día entero con los niños sin quejarse —dijo Astoria. Ella llevaba la carga más pesada, aún tenía a sus tres hijos en casa, el próximo año James entraría, y el siguiente a ese irían Albus y Lily. Se sentía culpable por querer librarse de sus hijos, pero era inevitable no sentirse fatigada a esas alturas. James era un desastre, Albus a veces le seguía el juego, pero era mucho más serio y tranquilo, y Lily, ella era una niña adorable, sin embargo, cada vez que jugaba era Astoria quien acababa recogiendo sus juguetes.

Luna por su lado, lidiaba con las peleas a golpes de sus gemelos. Vivía castigándolos todo el tiempo porque siempre acababan lastimándose, y Ron solamente se reía cuando los miraba y preguntaba quién había ganado. Hugo, por otro lado, la ayudaba a distraerlos, pero estaba feliz por él, finalmente su hora de asistir al castillo había llegado, y eso era lo importante.

Las tres madres miraron a sus hijos, estaban todos sentados, jugando tranquilamente, la casa estaba en paz y casi no hacían ruido.

—¿Por qué no pueden comportarse así en casa? —dijo Luna—. Y tienes razón —concordó con Astoria—, Ron apenas y los ve cuando llega a casa, solo bromea con ellos y no les regaña o les dice que me obedezcan —hizo pucheros.

Hermione sirvió el té. Ellas lo necesitaban urgentemente.

—Harry solo le presta atención a Lily últimamente, y lo entiendo porque es la única niña y la más pequeña —contó Astoria—, pero también me gustaría que castigara a James de vez en cuando.

—¿Y tú Hermione? —preguntó Luna tomando su taza de té—, tú al contrario que nosotras debes sentirte sola, tus niños siempre fueron muy tranquilos. ¿Cómo les estará yendo?

Hermione asintió, definitivamente se sentía muy sola.

—Rose me contó que ella y Hugo quedaron en Gryffindor.

—¡Lo sé! —exclamó Luna contenta—, Ron estaba tan feliz, incluso su mamá se puso muy contenta...

—¿No te pone triste que no haya asistido a Ravenclaw? —preguntó Astoria—, quiero decir, a mí me deprimiría si alguno de mis niños no entrara en Slytherin.

—Por supuesto que no —dijo Luna contenta—, sé lo que tengo, y ya me resigné, ninguno de mis niños entrara a Ravenclaw. Ninguno de ellos piensa como yo, y jamás tomarían un libro por iniciativa propia, a menos..., que me sorprendan con algo este año.

—Sabes Luna —dijo Hermione sonriendo de lado—, los niños harían cualquier cosa por una niña menor que ellos, y hace un rato, vi que Lysander le estaba leyendo un cuento a Lily.

Luna volteo enseguida a ver a su hijo, estaba sentado tranquilamente al lado de Lily, sosteniendo uno de sus peluches rosas.

—Oh por Dios... —susurró en voz baja.

—¿Scorpius también esta en Gryffindor? —de nuevo, Astoria hizo una pregunta.

—Para Scorpius fue todo un reto —contó—, antes de irse me dijo que le gustaría estar en Ravenclaw, pero —hizo una pausa—, supongo que el sombrero tuvo otros planes para él.

—¿A qué te refieres?

—Rose me contó que el sombrero tardó casi diez minutos en escoger una casa para él. Pero no sé los detalles, Scorpius no me ha contado nada todavía.

Su plática se extendió durante horas, al poco tiempo se hizo de noche y se encontraron a ellas mismas llevando a sus hijos a casa.


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Intentaré actualizar mañana también

Amor Correspondido (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora