XV• Lily

417 25 1
                                    

Astrid lo observó directamente a los ojos y estos se llenaron de luz. Afortunadamente la maestra McGonagall llegó irrumpiendo, por lo que no tuvo que responderle. Al menos no de inmediato.

Buscó torpemente otro sitio vacío, pero no encontró ninguno.

—¿Amigos? ¿De qué estás hablando? —preguntó obstinada—, esto no ha sido planeado y solo será por hoy.

Se sentó pretendiendo indiferencia. No volteo a verlo, no le era posible. No quería ruborizarse.

¿Por qué tenía que pasarle eso? El universo estaba jugando en su contra y ella iba perdiendo, no existía ninguna clase de defensa que soportara al tenerlo cerca, porque cualquiera se deshacía en cuestión de segundos.

La profesora McGonagall inició la clase.

—Creo que podríamos llevarnos bien —repuso Scorpius amablemente.

A Astrid se le pusieron los pelos de punta.

—Que te ayude a entrenar no quiere decir que quiera ser tu amiga, simplemente...

—Eres una buena persona, gracias por ayudarme, aunque estoy muy cansado y adolorido, ahora se que soy un poco más rápido que ayer y eso es gracias a ti —soltó con una sonrisa.

—Pero... —sus mejillas empezaban a arder.

—No seré una carga para ti el día de hoy, ya pondré más atención, lo siento si ayer estuve muy distraído, es que no me sentía muy bien, pero esta vez escucharé y haré todo lo que me digas —volvió a sonreír para ella.

—Bueno, tu no eres... —si él seguía hablando no podría evitar sonrojarse, estaba llegando a su límite.

—¿Podemos vernos todos los días? Me gustaría mejorar cuanto antes, y tu eres muy buena enseñando...

—¡Quieres callarte ya! —exclamó, aunque sólo para ellos dos. No tan alto para que toda la clase los escuchara, pero si lo suficiente para que él se sorprendiera.

—¿Dije algo malo? —se llevó una mano a la cabeza, confundido por la reacción de su compañera rubia.

—Tú..., ¿cómo puedes decir cosas tan cursis como esas y seguir actuando normal? —se armó de valor—, ¿qué demonios sucede contigo? No puedes hablarle así a una chica.

—Pero, todo lo que dije es verdad... —seguía confundido.

—¿Acaso no tienes hermanas? —lo interrumpió—. Quiero poner atención a la clase, así que dejemos de hablar..., y dejémoslo para el entrenamiento.

Los ojos de Scorpius se llenaron de luz.

—¿Entonces nos vemos a la misma hora que ayer?

Ella dijo que sí.

•••

Cada vez que la miraba parecía que los rayos del sol la iluminaban solamente a ella, y que las personas a su alrededor no importaban en absoluto, no eran ni la mitad de llamativos de lo que ella lo era.

Era muy tierna.

—Hey, Scorp —lo llamaba Theo—, te quedaste embobado, ¿qué estás viendo?

El agitó su cabeza y parpadeó varias veces.

—Perdón, ¿me decías?

—Te preguntaba cómo había ido la clase de McGonagall, tuviste que sentarte con la rubia de tu equipo de quidditch ¿no? Ella luce como alguien fría.

—¿Fría? —lo pensó—. Mm yo no diría eso, es un poco ruda y franca cuando dice las cosas, no o puedo negar, pero creo que es algo bueno, ya sabes, eso que te diferencia de las demás personas.

—¿Tu crees?

Scorpius asintió. Y volvió a buscar a Lily entre la multitud. Era bastante pequeña, no le había gustado la idea de que quedara sola en Gryffindor, sin Albus a su lado.

—¿Quieres ir a la biblioteca en la tarde? Peony dijo que iría con amigas para adelantarse a los exámenes y nos invitó.

—No lo creo, iré a entrenar de nuevo, los partidos de quidditch comienzan la otra semana y no quiero ser peor que el nuevo integrante.

—¿Aquel que mencionaste la otra noche?

Scorpius volvió a asentir.

—¿Pero que no es menor que tú?

—¿Desde cuando la edad define qué tan bueno eres en algo? Aunque no lo he visto volar todavía, estoy seguro de que debe ser muy bueno, el capitán lo acepto sin hacer la prueba, así que, eso es suficiente para mí.

—No te atormentes —le dio una palmada en el hombro—, tu también eres muy bueno.

•••

—¡Scorpius! —gritó una voz familiar desde el fondo del pasillo.

—¿Cómo te fue ayer con Albus?

—Oh eso..., estuvo bien —dijo sin rodeos—. ¿Cuando estarás libre? Lorcan, Lysander y yo descubrimos un lugar asombroso.

Scorpius pensó que James se quejaría con él por algo relacionado a su hermano, pero parecía que se había llevado bien.

—Después del primer juego los buscare e iremos todos juntos —le aseguró.

—¡Genial! Ánimo en tu entrenamiento —exclamó irradiando felicidad y alejándose con la misma rapidez que se acercó.

Después de un rato se llegó la hora de encontrarse con Astrid en el campo de quidditch.

Al salir del castillo sintió el viento helado acariciarle la piel, y mientras más avanzaba más frío se sentía, al estar rodeados de tantos árboles el viento corría con más fuerza. No podía evitar sentirse culpable por hacerle pasar frío a su compañera. Sin embargo, no podía dar marcha atrás, era probable que ella también estuviese camino al campo, o peor aún, que ya estuviese ahí.

—Con este viento no se puede entrenar, será mejor que regresemos —escuchó a sus espaldas.

Se dio media vuelta y la miró.

—Creía que el quidditch no se interrumpía así este lloviendo...

—La lluvia no te hace cambiar de dirección bruscamente, ¿o si? Dejémoslo para mañana, hace frío.

Ambos emprendieron su camino de regreso al castillo.

—Entonces creo que tendré que ir a la biblioteca —dijo vagamente.

—¿Biblioteca? ¿Por qué irías ahí? ¿Todavía eres un nerd?

Scorpius sonrió ante su última pregunta. Había pasado mucho tiempo desde la última vez que alguien lo había llamado así.

—Mis amigos se iban a reunir allí para estudiar, y me pidieron que los acompañara.

—¿Así que no ibas a ir por el entrenamiento? —se detuvo de golpe.

—Por ahora, lo más importante para mí es el quidditch.

—¿Es tan importante para ti? —preguntó curiosa.

—Lo es —repuso Scorpius.

—¿Por qué? —no pudo evitar preguntar.

—No tengo una buena respuesta para eso, es algo simple y tonto, no me enorgullezco.

—Tu orgullo eh..., no entiendo porque a los hombres les importa tanto eso —lo pensó un poco, finalmente estaban a punto de entrar al castillo, lo miro de lado—. Solo no me digas que es por el nuevo.

Sobresaltado la miro directamente a los ojos, un poco avergonzado de que descubriera el absurdo motivo por el cual le había insistido para que lo entrenara.

Astrid suspiró.

—No puedo creerlo —se golpeó en la frente con su mano derecha.

Amor Correspondido (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora