Extra • III

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—¡Hermione! —gritó Draco cuando la vio alejarse recostada en la camilla del hospital siendo empujada por una gran cantidad medimagos.

Draco se había encargado de que todo en el embarazo de su esposa saliera bien, pagó a los mejores medimagos del mundo mágico para que la revisaran y ellos mismos la atendieran durante el parto.

Eran las dos de la mañana cuando Hermione despertó debido a los dolores tan grotescos que sentía en su estómago demasiado abultado. Draco no dudó ni por un segundo en subirla al auto y llevarla al hospital.

Todavía recordaba el día en el que Hermione le había dado la noticia de que serían padres, organizó un picnic en el patio de su casa, preparó la comida favorita de él y la metió en una canasta, en el momento en el que se sentaron listos para comer ella permitió que Draco sacara la comida, pues lo primero que vería sería un biberón diminuto al lado de una papilla de bebé, recordaba haberse sorprendido y vuelto a ver a su esposa en cuestión de segundos solo para notar la sonrisa en su rostro, tomó el biberón de la canasta y sacó la tarjeta que contenía dentro de él; «Serás el mejor papá del mundo» decía. Después la abrazó, la noticia se apoderó de él y lo volvió muy feliz, a los pocos días comenzó a comprar las cosas para la habitación del bebé. Los dos fueron claros en que querían que fuese una sorpresa, no querían saber si era niño o niña a pesar de que los doctores se lo preguntaron en múltiples ocasiones, siempre se negaron.

—Draco..., ¿como se encuentra? —su madre lo sacó sus pensamientos. Él volteó a verla sorprendido de que hubieran llegado tan rápido. Se sorprendió de ver a su padre allí pero prefirió no decir nada.

—Está bien, los medimagos se la han llevado, dijeron que me hablarían para estar presente pero..., no me han dicho nada —se encogió de hombros.

—¿Y los padres de Hermione? —no pudo evitar preguntar su mamá. Lucius suspiró por eso.

—Vienen en camino —se apresuró a decir.

De pronto, por las escaleras aparecieron cuatro personas que se dirigían a él con preocupación en el rostro. Eran sus amigos.

—Oh aquí estás —dijo Harry cansado—, buscamos en cada piso y no te encontrábamos.

—¿Cómo está Hermione? —le pregunto Ginny, quien también tenía un diminuto bulto en el estómago que apenas comenzaba a notarse.

—Con dolores, supongo —no sabía que decir, volvió a encogerse de hombros.

—Va a estar bien —dijo Luna observándolo—, ¿no te han llamado para entrar?

El negó.

—Tranquilo, no tardarán —habló Ron por primera vez—, recuerdo cuando Luna y yo estuvimos aquí, yo me moría de nervios, quería que todo saliera bien y que mi familia dejara de hacerme preguntas todo el tiempo, solo me ponían nervioso.

Draco recordaba eso también, recordaba cómo la madre de Ron no paraba de preguntar a cada medimago que pasaba acerca de la esposa de su hijo, como sus hermanos varones y Ginny esperaban ver nacer al primer bebé de uno de ellos.

—Todo saldrá bien, hermano —Harry apoyó su mano en el hombro del rubio para demostrarle su apoyo. Los padres de Draco solo observaban y escuchaban a corta distancia lo que estos hacían y decían.

Por supuesto que Lucius no pasó por alto lo que Harry Potter le dijo a su hijo; lo había llamado hermano. Entonces sus músculos se relajaron, ya no estaba tan tenso. Entendió que las personas por las que estaba rodeado su hijo si eran sus verdaderos amigos. Se alegró de que su hijo tuviera eso.

Los padres de Hermione aparecieron por las escaleras, y no tuvieron tiempo para decir algo, ni siquiera Draco pudo saludarlos, se había puesto de pie para acercarse a ellos pero un medimago lo detuvo.

Amor Correspondido (Dramione)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora