58. Yendo a mi nueva casa.

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Gabriela.

Llegamos al final de la carretera donde bajamos del bus y caminamos a la casa Rehims que ahora es mi casa. Álvaro y yo hablamos de cómo haremos para cambiar las joyas por moneda nacional y de qué haremos con nuestra parte.

-Lo que haría es pagar el arreglo a la casa Rehims y obviamente, cancelar algunas deudillas que tengo por ahí querido, ¿y tú?
-Primero que todo, no decirle nada a Alba…
-¡Pero, ¿por qué, querido?! -Le Interrogué con extrañeza.-
-Ella es muy gastona, querida. Debo aceptar que pagaría la hipoteca que son sólo 8 millones y el resto lo mantendré a nombre de mi madre para que mi esposa no se entere.

Me molestó un poco que Álvaro no confiara en su esposa pero luego me explicó lo vagabundas y buenas para nada que son sus hijastras. Aunque se lleva bien con ellas, él detesta que ellas no lavan ni su ropa ni los trastos que usan y que tampoco ayudan a barrer ni a limpiar la casa.
Me dijo que la hijastra mayor trabajó como salonera y que no puso ni un cinco para ayudar con los recibos de agua, luz o internet. La menor ha sido muy noviera, ha tenido varios novios y con todos ha cogido y tampoco ayuda en lo más mínimo en la casa pues sólo se la pasa metida en su cuarto hablando estupideces de modas, unicornios y con su actual novio.

Álvaro me dijo que ninguna de las dos se ha ganado el vaso de agua ni el bocado que comen porque han sido unas malditas mantenidas y malagradecidas y a como conoce a Alba; sabe que ella gastaría (de poder), todo en un par de inútiles eso y si no les da hasta herencia. Al final terminé dándole la razón pues la tenía por completo.

Terminábamos el tema cuando llegamos a la casa Rehims que ahora es la casa de Gabriela o sea mi casa. Entramos en ésta y parece que nadie ha entrado desde la última vez que estuvimos mi amigo y yo. De pronto escuchamos ruidos en la planta alta como si dejaran caer una silla esto, nos puso en total alerta y del susto nos abrazamos.

-¡Por Dios! -Lo abracé asustada.-
-Quédate aquí Gaby. Veré quien es…
-¡No! Voy… contigo… -No quería estar sola.-

Subimos las escaleras en silencio y como a la mitad de estas, oímos pasos de alguien correr asustándonos más.

-¡¡Ahh…!!
-¡Sshh!! No hagas ruido… -Me regaña Álvaro en voz baja.- 

Así llegamos hasta arriba al lobby y al llegar al frente del pasillo entre los cuartos sale de uno de estos corriendo a toda velocidad contra nosotros’ un gato amarillo con todo el pelo erizado desde la cabeza hasta la cola maullando pasando en medio de nuestras piernas. Grité como nunca pegando un brinco tal que cuando me di cuenta, Álvaro me tenía cargada en brazos mientras que el gato huyó por las gradas. Reímos asustados a la vez que mi amigo me ponía en el piso.

-¡Era un maldito… gato! -Respiré hondo con mi mano en el pecho.-
-¡Ah… demonios!

Ambos revisamos los cuartos con cautela para estar seguros de que ni hubiese nadie o algún animal que nos pudiera dar otra desagradable sorpresa y fue entonces que me asomé al cuarto donde fui o estuve a punto de ser violada por Zacarías donde aún yacían los restos de la miniseta con la que fui atada y el short licra con el que fui amordazada.

Recordé el cómo me golpeó en el piso, desgarró mis ropas y las usó para someterme. Me sentí rara, sometida y excitada por lo que acaricié mis pechos y mi panocha por encima de mis ropas en eso, Álvaro me llama sacándome de mis pensamientos morbosos.

-¡Gaby, Gaby! Por aquí no hay nada… -Lo oí acercarse.-
-¡Ah… no! Aquí tampoco… -Dejo de tocarme aunque estoy excitada y mojada.-

Álvaro entró al cuarto me miró y miró la estancia donde habían ocurrido los hechos.

-¿Estás bien, querida?
-¡Eh, sí querido! Sólo que… veo éste lugar y me siento…
-¿Traumada? -Me pregunta.-
-Más bien rara. Es como si… -Negué con la cabeza en señal de confusión.- ¡Ah! Dime, ¿qué habría pasado si él hubiera logrado violarme? ¿Me sentiré sucia o, me habría gustado?
-No te entiendo, Gaby…
-Quiero decir que si me habría gustado ser violada, abusada. Aunque sentí miedo y repugnancia; ahora recordando todo me sentí también excitada… un poco excitada… perdón. Parezco demente y masoquista sexual pero…
-Tranquila Gaby. Relájate. -Dijo acariciando mi espalda.- Olvidemos esto y subamos al ático…
-No, querido. Debemos ir abajo y el ático será de último.

Estaba confusa con sólo el hecho de recordar lo ocurrido en ese cuarto por lo que bajamos las escaleras ya en la planta baja, fuimos y abrimos las puertas donde estaban las pinturas, los muebles y las joyas. Abrí mi salveque para sacar otros dos más; Álvaro hizo lo mismo pero al sacar su otro salveque salieron con éste mis calzones y mis pantimedias por lo que reímos ante esto.

Abrimos el cofre y ahí estaban todas las joyas las que comenzamos a echar en los salveques que pronto quedaron llenos pero logramos cargar todas las joyas pero claro, estos pesaban demasiado pero podíamos cargarlos.

-¡Uff! ¡Cómo pesan, querido! Creo que debemos llamar un Uber…
-De hecho, voy a solicitarlo ya…
-¡No, no aún! Tenemos que ver el sótano.
-Ya son más de las 5 pm, Gaby. Imagina lo oscuro que ha de estar.
-Por lo mismo traje linterna, velas y un encendedor. No me iré sin verlo.
-Pues hay que buscar la entrada.
-Según recuerdo los planos, la entrada está en éste cuarto. -Le dije.-

Buscamos en el piso y la encontramos; estaba debajo de la imagen de oro de la Virgen de Lourdes. Álvaro y yo empujamos la imagen la que pesaba exageradamente pero con voluntad y sacando fuerzas de flaqueza, logramos moverla quedando sin aliento en eso vimos la puerta que tenía 2 huecos donde entraban al parecer los dedos y mi amigo los metió levantando la puerta y tras ésta, habían unas escaleras empinadas hacia abajo. Álvaro decide bajar primero por aquello seguido de mí.

Un adultero y una fornicadora. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora