41. El misterio de la casa Rehims resuelto. Tercera parte.

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Álvaro.

Ignoro porqué abusé de Gaby, seguro lo hice porque como hemos estado cogiendo, me di la libertad de poseerla así nada más por lo que, también la forcé violándola entre la maleza.

Sólo caímos al suelo y quedé sobre ella bajo el torrencial aguacero, desnudos, ocultos por la espesa y alta maleza. ¿Quién nos verá? ¿Quién nos oirá? Obviamente nadie por lo que separé las deliciosas piernas de mi amiga penetrándola sintiendo su cálida estrechez. Ella me pedía que me detuviera, que no siguiera pero la ignoré y seguí culiándola toda…forcejeó contra mí tratando en vano, de liberarse sin lograrlo entonces le agarré las muñecas para someterla y lo hice.

Seguí violándola mamando su cuello y sus deliciosos pechos. Ya no luchaba pues la había sometido pero puedo apostar mi matrimonio a que ella disfrutaba de ser violada…puedo asegurarlo, lo sé.
No me pidió más que me detuviera, sólo la oí gemir señal de que disfruta lo que pasa. Con cada golpe de mis caderas contra las suyas ella suspiraba deliciosamente.

Al sujetar sus delicadas muñecas vi como abría y cerraba las manos o apuñaba sus dedos como queriendo zafarse pero no pudo. Me excité más al verla sometida, vulnerable e indefensa ante mí. Gaby miraba a un lado y luego al otro presionando sus dientes y luego mordiendo su labio y es cuando regué mi orgasmo dentro de ella lo que la hizo suspirar. Seguí cogiéndola hasta que sentí la calidez de su orgasmo a lo que ella gritó como loca  del placer porque aunque fuera una violación, ella no podía evitar que le gustara un orgasmo aunque fuese violada o forzada.

Me despego de ella soltando sus muñecas a lo que me empuja a un lado enfurecida gritándome.

-¡ERES UN MALDITO IDIOTA! -Me gritó mientras se levantaba y caminó rápido a la casa.-
-¡Gaby espera…! ¡Yo…!
-¡TÚ NADA! ¿CÓMO PUDISTE…? ¡ME VIOLASTE! ¡ME TOMASTE POR…LA FUERZA! 

La seguí entrando a la casa y una vez dentro ella se metió al chorro de agua que venía del boquete el techo y comenzó a lavarse toda sobretodo la panocha donde pasaba su mano como queriendo eliminar los restos de la violación. Luego salió del chorro a secarse con la sábana y me lavé yo en el chorro.

Ella se secó y vistió con la sábana, yo hice lo mismo.

-¿Abrimos la puerta, Gaby?
-¿Así nada más? ¿Sin por lo menos…disculparte por haberme…violado?
-¡Ya Gaby! Paremos con esto…
-No es tan fácil… -Dijo muy molesta.-

Pasamos un largo rato en silencio sin cruzarnos palabra hasta que decidí hablar.

-Mira Gaby…tenía muchas ganas de culiarte toda como siempre pero me emocioné y te violé por lo mismo, ¿entiendes? Sólo te diré que te abusé y me abusé de tu confianza y como hemos estado culiando pues simplemente…
-…Simplemente me violaste… -Me respondió grosera.- Me encanta culiar contigo querido pero.. no me gustó que me forzaras así.
-No lo volveré a hacer amiga. Ahora lo que queda es abrir las puertas pues la lluvia no parará pronto.
-¡Eh bueno, está bien! Dejé la llave pegada en el… candado pero traeré mi celular para alumbrar el cuarto, ¿traigo el tuyo?
-¡Sí claro!

Gaby subió las escaleras y pronto bajó con ambos celulares. Por suerte no se mojaron entonces encendimos las luces de estos y entre ella y yo abrimos el candado de la primera puerta juntos. Estaba algo trabado pero lo abrimos luego, entramos iluminando la estancia donde habían muebles de sala cubiertos con sábanas y unas cajas de madera además de una estatua del tamaño de una persona, dorada cubierta a medias por la sábana de la Virgen de Lourdes la que brillaba con la luz de nuestros móviles.

-¡Guau Álvaro…! ¿Acaso es de, de oro…? ¿Será posible?
-Pues creo que sí, Gaby… recuerda que los Rehims eran muy adinerados y venían de Francia…

Quedamos alocados al ver dicha imagen pero también soy curioso y decidí abrir una de las cajas de madera. Estaban clavadas pero algo deterioradas por lo que, quitarle algunas tablas no fue difícil. Gaby me alumbró con su móvil y dentro de la caja habían cubiertos al parecer de plata, antiguas vajillas de porcelana muy fina, copas doradas decoradas con unas piedras preciosas.

-¡Álvaro… ¿ves esto?! -Dijo Gaby exaltada.-
-Y… apenas es la primera de cuatro cajas…ahora imagina las demás…

Gaby miró las demás cajas y la imagen al parecer de oro de la virgen luego cayó desmayada pero la detuve antes que cayera al suelo.

-¡Despierta, Gaby! ¿Qué tienes?

Seguro al ver tantas cosas de valor casi incalculable mi amiga cayó desmayada de la impresión. Sólo acaté a llevarla arriba a la cama del primer cuarto y recostarla ahí. Unos momentos después Gaby reacciona.

Gabriela.

Subí al primer cuarto para traer mi celular y el de Álvaro para alumbrar dentro de la estancia. Al entrar vimos una bella imagen de la Virgen de Lourdes, era dorada y del tamaño de una persona. Mi corazón se me quería salir porque al parecer es de oro…Álvaro también estaba muy alterado. Luego vimos cuatro cajas de madera clavadas pero él quitó unas tablas de una de éstas y en su interior habían cubiertos al parecer de plata, antiguas vajillas de porcelana muy fina y copas doradas decoradas con unas piedras preciosas.

-¡Álvaro… ¿ves esto?! -Dije muy exaltada.-
-Y… apenas es la primera de cuatro cajas…ahora imagina las demás…

Sentí que me faltaba el aire y que mis manos temblaban y también mis piernas y no recordé más. Cuando desperté estaba acostada en la cama del primer cuarto y Álvaro sentado a mi lado.

-¿Qué pasó…querido? -Dije sobando mis ojos pues me sentía mareada.-
-Te desmayaste al ver tantas cosas de valor hace diez minutos.
-¡Ah, vaya! -Me senté con su ayuda en la cama.- Quiero ver las…demás cajas, querido.
-¡Eh, sí vamos! Ya se me pasará…
Bajamos las escaleras y volvimos al cuarto, Álvaro abrió las otras tres cajas donde yacían cosas como libros de cuentos, novelas, candelabros de plata (uno de estos es un menora), copas de vidrio y pequeñas estatuas de cerámica y demás adornos todos envueltos en una tela color gris. No podían faltar pinturas de la época de la familia Rehims. ¡Guau!
Son pinturas de 1870 pues ahí tenían el año escrito por detrás junto al nombre del pintor o mejor dicho, pintora llamada: Louise Abbéma.

Poco sé de arte francés pero sé que ésta pintora era también lesbiana y su pareja se llamaba: Sarah Bernhartd quien era actriz de teatro y cine.

También vi la pintura del señor Julius Rehims, su esposa Ivette Morot y los hijos Jacques y Elisabeth. Ambos muy jóvenes y mirando la pintura del joven Jacques, le vi un cierto parecido a Zacarías pero no le di importancia entonces, salimos del cuarto para pasar al otro. Álvaro y yo abrimos el candado e iluminamos el interior de la estancia con nuestros móviles para entrar.

Encontramos un juego de comedor, una mesa ovalada grande con 6 sillas y cubiertas por una gran sábana. Sobre la mesa había dos cofres de mediano tamaño los que forzamos Álvaro y yo para abrir su cerradura y al abrirlos, nos quedamos atónitos al ver monedas de oro antiguas, joyas y cadenas de diamantes y perlas.

-¡¿ÁLVARO, ESTAS VIENDO ESTO…?! -Grité emocionada.- ¡¡SOMOS RICOS, RICOS!!
-¡¡SÍ QUE LO SOMOS…!! ¡¡SÍ, SÍ, SÍ!!

Simplemente nos volvimos locos de alegría pues aunque los cofres pesaban, los podíamos cargar pero debíamos ser discretos. Lo que me intriga es que, de las tres llaves hemos usado dos y aún no sé qué abre la tercera llave.

Un adultero y una fornicadora. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora