18. Después de la cogida.

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Gabriela.

Desperté arrecostada en el sofá desnuda y con mis piernas abiertas y vi a Álvaro desnudo viendo tele sentado a mi lado.

-¡Por fin despiertas, dormilona! ¡Je je je!
-¡Hm! Estoy hecha pedazos, ¿qué hora es, Álvaro?
-Son las 2:41. ¿Y bien, cómo la pasaste?
-¿La pasé dices? -Dije poniéndome en pie algo adolorida.- Me pasaste a la culiada pero no me gustó, ¡me encantó, querido! ¡Ja ja ja!
-¡Ja! ¡Lo sabía Gaby! ¡Lo sabía!

Caminé a mi cuarto pero al dar unos pasos, mis caderas y piernas me empiezan a doler y si es mi vagina, ni hablar entonces acaricié mis caderas y vagina pues ésta última me ardía.

-¡Aayy, cómo me duele!
-¿Qué pasa, Gaby? -Álvaro se alarma.-
-Que me dejaste hecha mierda mis caderas y mi panocha hasta me arde. -Dije renqueando un poco.- Me duele caminar… ¡Aauu… demonios! Creo que mañana no me podré sentar bien en el trabajo. ¡Yyyaaauuuu!
-Ven, deja que te ayude..

Estaba renca en verdad y Álvaro me ayudó a llegar a mi cuarto pero le pedí que me llevara al baño así me daba una ducha para después ponerme una pomada en mi vagina a ver si deja de arder. Una vez en el baño aprovechamos para bañarnos juntos.

Comenzamos a ducharnos, separé mis piernas para lavarme la vagina con cuidado porque ardía un poco pues tuvo un domingo muy, muy, muy trabajado. ¡Ja jaja! Luego vi como Álvaro lavaba su verga y aunque no tenía ganas de nada, quería desquitarme de mi amigo.

-¡Eh! Supongo que ahora dormirás en el bus camino a Ciudad Central, querido. -Le sonreí de forma picaresca.-
-¡Hm no lo creo! ¿Por qué, Gaby?
-¿No es obvio? Tras semejante culiadón que nos pegamos, asumo que irás cansado a tu casa.
-No lo creo amiga.
-Pues llegarás tan cansado que no podrás coger con tu esposa.
-¿Y por qué lo dices, Gaby?

Sin responderle nada me le acerqué acariciando sus pectorales mientras me agachaba frente a él. Una vez abajo masturbé un rato su verga la que empecé a mamar con ganas.

-¡Gaby…! Casi no…tengo ganas… ¡Estoy agotado…! Detente. -Dijo tratando de sujetar mi cabeza en vano.-
-¡Hm…! -Saqué la verga de mi boca.- Te imploré que te detuvieras cuando estaba cansada, ¿recuerdas? Ahora veremos cuánto aguantas.

Lo mamé de tal forma que absorbía su verga como si fuera una pajilla por un rato luego empecé a mamar sus contraídas bolas al momento de masturbar su grueso miembro. Casi no le quité la mirada de encima y lo vi mirarme todo vulnerable jalando suavemente mi corto cabello pidiendo que parase mas lo ignoré.

No pude evitar masturbarme mientras lo mamaba a pesar de tener mi panocha resentida pues ésta me ardía un poco o más bien en carne viva. ¡Ja, ja, ja!

-Gaby… para un momento. -Imploró mi amigo.-

Sólo negué con la cabeza porque no puedo hablar con la boca llena. ¡Je, je! No le di tregua pues lo mamé y mamé hasta que lo hice regarse en mi boca llenándola de semen por lo que se la mostré llena de su orgasmo mientras me masturbaba.

-¡Gaby…putaaaaa! Mamooonaaaaa….

Su semen me recorría la barbilla y entonces volví a meter su verga en mi boca mamándolo de nuevo y después le enseñé mi boca vacía en señal de que tragué su semen.

-¿Qué te pasó amor? ¿Te violaron en una mamada querido? -Le sonreí burlonamente después de tragar su semen.-
-¡Ah, ah, Gaby! Ahora sí que te pasaste….
-¡Au qué mal! ¿Verdad? Y pensar que aún no termino…
-¿Qué, qué…?

Sin decirle más volví a mamarle la verga y me sorprendió que su miembro estuviera un poco erecto pero eso me ayudaba a mi venganza sexual. Esta vez Álvaro tenía la cara hacia arriba respirando con la boca abierta.

-¡Gaby…detente! ¡Ah, ah…! -Me pidió sujetando mi cabeza con ambas manos.

Él me miró y yo a él sólo que yo reí sin sacar su verga de mi boca. Trató en vano de que yo lo soltase jalando mi cabeza pero le mordí el miembro como advertencia entonces seguí mamándolo sin detenerme porque dos manadas seguidas ni el más gallo las aguanta. ¡Ja, ja, ja!

Álvaro no soltaba mi cabeza pues trataba banalmente de que lo soltase pero sin lograrlo hasta que me di cuenta que su orgasmo ya estaba cerca pues movía sus caderas muy rápido señal delatora de su extremidad. Entonces saqué su verga de mi boca y lo masturbé hasta que se regara y se regó en mi cara abajo del ojo derecho. Lo hice al propio para que me viera y así lo hizo sólo que no fue tan potente pues lo tenía ya débil al pobre…

-¡Ahh no puedo más! -Dijo Álvaro cayendo sentado.-

Entonces me puse en pie frente a él, lo agarré del pelo y le dije:

-¡Ahora te toca saciarme toda…

Fue ahí donde le pegué toda mi panocha en la cara y luego en la boca forzándolo a que me mamara sin importarme lo débil que estaba. Él agarró mis caderas para quitarme pero con lo débil que estaba no podía. Le restregué toda mi panocha en su boca torciendo todas mis caderas disfrutando la mamada.

Después Álvaro pasó de sujetar mis caderas a acariciar mis nalgas mamándome ya por su cuenta. Mi panocha me ardía más y en eso me regué en mi orgasmo en la boca de mi amigo pero no fue tan fuerte pues también estaba desganada y mi panocha ardía…

-¡Toma esto…maldito! ¡Ah, ah, oh god…! ¡Oh yeah! Ya estamos a mano mi amor. ¡Je je je! -Le dije soltándolo.-
-¡Maldita…hijueputa zorra! ¡Ah, ah, ah…!

Me lavé la cara y la boca bajo la ducha después salí del baño secándome con mi paño para ir desnuda a mi cuarto renca a buscar una pomada para mi resentida vagina y al pasar por el espejo me miré. Me sentía mejor, más segura y más realizada como mujer… miré mis pechos vagina trasero y caderas notando que estaba hecha una rica tocando mi vagina pensé que dentro de ésta Álvaro me regó su orgasmo.

Mi cuerpo estaba marcado por pequeños moretones; mordiscos que mi amigo me dio en pechos, cuello, vagina y espalda.
Esto no me importa porque estoy hecha una rica tanto así que le di un beso a mi reflejo (y eso que no soy Narcisista, ¡je je je!).

Busqué mi pomada la cual puse en mi ardida vagina y me alivió el ardor, ¡es casi mágica! Luego, no sé porqué me vi de nuevo al espejo pero esta vez me vi como el arena de una playa con profundas huellas de lo que pasó entre el sábado y domingo. Algo a lo que me negué hace años por ser una tonta moralista y hasta ahora me la dieron, una cogida tan buena que hasta adolorida me dejó toda.

En eso Álvaro llegó desnudo secándose a mi cuarto mientras yo estaba sentada en la cama.

-Casi me matas, Gaby…
-Tú te lo buscaste… ¡ja ja ja!

Reí mientras me sentaba en la cama él se sentó a mi lado.

-Te cogería toda pero, ¡ah, no puedo!
-¿Qué bien se siente, ¿verdad querido? ¡Je je je!! -Le dije riendo con burla.- Ahora me pregunto si podrás coger a tu esposa en ese estado. ¡Ja ja ja!

Álvaro y yo nos vestimos pues ya eran pasadas de las tres y él debía irse. Salimos a la parada de bus donde nos despedimos con un beso en la mejilla. Ya habiéndose ido él, me di un vueltín por mi barrio pensando en lo que Álvaro y yo hicimos este fin de semana.

De camino me topé con dos amigas vecinas que viven juntas y siempre salen a caminar en las tardes, Sofía y Silvia. Ambas iban por la acera del otro lado de la calle, me saludan y siguen su caminata. Las malas lenguas dicen que son lesbianas si fuera cierto; la verdad no me interesa pues no soy homofóbica.

Seguí caminando pues tal vez así se me pase un poco el dolor de piernas, ¡ji ji ji!
Más adelante me topo con Laura, una amiga de 33 años que también sale a caminar con su perro pastor alemán llamado Rex. Laura siempre sale a caminar con una ropa tipo licra muy ajustada y sin ropa interior mostrando sus atributos. Supe que recientemente se había divorciado en eso me ve y para su caminata para saludarme.

-¡Hola, Gab!
-¡Hola, Lau! ¿Qué cuentas, amiga? Oye, lamento mucho lo de tu… divorcio, amiga.
-¡Gracias amiga! Pero la verdad yo no pues, la infidelidad de un hombre no se lamenta pero tampoco se perdona y además, estoy mejor sin Milton.
-Esa es la actitud, amiga. ¡Seguí adelante!
-¡Pura vida, Gab! Vamos Rex, pórtate bien y te daré lo que te gusta…

Lau y Rex siguieron su caminata… no soy lesbiana ni he tenido sexo lésbico pero al ver a Lau mostrando demasiado, hayo a excitarme un poco pero nada más…

Seguí caminando hasta llegar a casa y una vez dentro me desnudo dejando mis ropas en la sala luego salí desnuda al patio a traer unas ropas ya secas y después limpiar el sofá pues en éste habían restos de nuestra cogida, ¡je je je!

En eso noté el respaldar del sofá arañado por mí… ¡Oh god! Le diré a mamá que fue el gato vecino que entró de nuevo y arruinó el mueble.

No le mencioné nada a Álvaro del ruido que oí en el patio de alguien caerse y quejarse pues al rato le digo y es capaz de que no vuelve. Estoy segura que esta no será la última vez que cojamos él y yo…

Me he sentido más segura de mí misma y más capaz; no me importa lo que piensen los demás pues sea como sea me siento realizada como mujer. Además mientras no divulguemos Álvaro y yo lo que hacemos, nadie deberá saberlo o como dice ese dicho: “Lo que pasó entre dos, se queda entre dos”… pero digo yo; que si hay un tercero que lo sabe; que sea la cama.



Un adultero y una fornicadora. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora