4. El rubio sobrino de Martin

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Liam comía su helado lentamente, saboreándolo en su boca.

No siempre comía helado de chocolate,  Zayn era el que siempre tenía problemas y solían ser los de amor, así que el castaño realmente se tomó su tiempo en comer su helado. El pelinegro a su lado también se estaba tomando su tiempo, ya que como se había dicho anteriormente, él no siempre comía helado de frutilla, ya que era él el de los problemas.

En otras simples palabras, ambos chicos saboreaban y comían con lentitud su helado.

Martin no había abandonado el lugar, estaba apoyado en la barra mirando divertido como ambos chicos saboreaban el helado como si nunca hubieran comido de ese sabor.

Una melodía sonó desde la cocina, y los tres miraron la puerta que opacaba un poco la melodía.

Martin se sorprendió que lo llamasen a ese teléfono en especial, ya que cada vez que lo llamaban a ese teléfono era para recargar las cajas de helados pero ese no era el día programado. Era otra persona que lo llamaba y lo sorprendía aún más que no lo llamaran a su teléfono celular. El teléfono seguía sonando de manera insistente y casi desesperada, y a Martin no le quedó de otra que ir hasta allá y contestar el maldito teléfono.

Zayn y Liam siguieron mirando aquella puerta, curiosos.

Ellos sabían el mecanismo de Martin y ellos sabían que esa llamada era de otra persona.

Lo dos se miraron entre sí y al mismo tiempo se encogieron de hombros, riéndose inmediatamente.

Siguieron comiendo su helado hasta que se lo acabaron y volvieron a mirar aquella puerta, aún curiosos y más aún porque Martin aún no volvía.

Esperaron varios minutos para poder despedirse de aquél hombre que aparte de sus familias, los vieron crecer... hasta que la puerta se abrió y apareció un Martin con los ojos brillando de una manera extraña y deslumbrante, además de una perfecta sonrisa dibujada en sus labios.

Zayn le tocó al hombro de Liam, quién estaba recargado en el mesón de mármol y que se incorporó de inmediato.

Ambos chicos vieron al señor que les atendía bastante emocionado, y eso hizo que aumentara más su curiosidad.

—¿Martin? —Preguntó el pelinegro, Martin lo miró y trató de relajarse.

—¿Sí? —Preguntó, mirándolo.

—¿Estás bien? —Preguntó el castaño y Martin asintió.

—Sí, sólo era... mi hermano —Murmuró, mirando el mesón. Los dos mejores amigos se miraron confundidos.

—¿Por qué no te llamó a tu celular? —Preguntó Zayn y Martin lo miró.

—Porque no tiene mi número.

—¿Y qué te dijo? —Preguntó Liam.

Si Martin no los estimara tanto, les hubiera dicho que no sean unos mocosos entrometidos y no se metieran en sus asuntos pero esos chicos... eran como sus hijos. Él sabía que simplemente estaban curiosos y no los veía en esa faceta desde que Zayn había cumplido los ocho y Liam aún tenía los siete, y se habían puesto a preguntar sobre todo lo que se encontraba en la heladería y para qué servía cada cosa.

Martin suspiró, sabiendo sobre todas las preguntas que se le avenían al decir aquella frase:

—Mi sobrino se viene a vivir una temporada aquí, conmigo —Dijo, y notó como la curiosidad de ambos chicos aumentaban. Oh, que Dios lo libre.

—¿Tienes un sobrino? —Preguntó Zayn, asombrado.

—Sí, es como de su edad.

—¿Y por qué no nos lo dijiste? —Preguntó Liam, simulando estar dolido. Martin rio levemente.

Ice creamWhere stories live. Discover now