16. Marcas de amor y dulce venganza

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El pelinegro jadeaba, con los ojos cerrados fuertemente y con sus manos hechas puños arrugando un poco la camiseta azul clarito que llevaba puesta el chico que le estaba atacando el cuello con sus labios y dientes.

La habitación estaba a oscuras, la casa a solas. Simplemente los dos chicos en la habitación del menor. Lo único que se podía oír en el lugar eran los desesperados jadeos que salían sin permiso de la boca del pelinegro, e igual que otro gemido de su parte.

Zayn no recuerda cómo fue que llegaron hasta ahí, ni en qué momento pasó hasta el punto en que él estaba sentado a horcajadas sobre el rubio. Simplemente recuerda que sus padres habían salido con sus hermanas para hacer algo, su hermana mayor estaba en el trabajo y Niall había llegado a su casa para acompañarlo y...

El pelinegro soltó un leve gemido cuando sintió que Niall besó su punto débil, aturdiéndolo y espantando los pensamientos que estaba teniendo. Apretó aún más sus puños en la camiseta del rubio, y se acercó aún más al cuerpo del rubio si es que era posible.

Niall solamente rodeó la cintura del pelinegro con sus brazos, no queriendo separarse nunca del menor y siguió haciendo marcas de amor en el cuello de su chico. Sonriendo ante tal pensamiento.

***

—¡No te creo! —Murmuró Zayn al verse el cuello en el espejo, sorprendido y asombrado. Sus ojos marrones oscuros mirando con determinación los chupetones que le había hecho Niall ayer.

—¡Zayn, se te hace tarde! —Le dijo una voz a través de la puerta, una mano golpeándola.

—Mierda —Susurró el pelinegro, desnudándose rápidamente para ducharse. 

Era bastante irónico, el hecho de que Zayn se iba a duchar para despertarse un poco más, pero al verse al espejo y ver aquellos chupetones en su cuello lo despertaron mejor que la ducha iba hacer.

Se duchó lo más rápido posible, luego se puso una toalla en su cintura, cubriendo su entrepierna y otra alrededor de su cuello, para secarse el pelo (y más bien, para cubrir un poco los chupetones) y luego abrió la puerta lentamente, viendo por ambos lados del pasillo si alguien estaba por ahí y al asegurarse de que nadie estaba, tomó su ropa y salió de inmediato del baño, entrando a su pieza y encerrándose ahí. 

—Lo voy a matar, lo voy a matar —Murmuraba el pelinegro, enojado por las marcas que el rubio le había hecho en el cuello sabiendo que el otro día tenía clases. 

Se vistió rápidamente con el uniforme, y al terminar de ponerse el chaleco, buscó en su armario la bufanda que siempre usaba en los días helados, deseando en su mente que todo el día estuviera así para poder pasar desapercibido.

Se echó un poco de perfume, sacudió su cabello para eliminar las pocas gotas que quedaban, tomó su gorro y su mochila y salió de su habitación, asegurando la bufanda alrededor a su cuello para no mostrar nada de su cuello.

Bajó las escalaras, dispuesto a salir de inmediato para poder llamar al rubio y reclamarle por las marcas cuando la voz de su mamá lo detuvo: 

—Zaynie, ven y desayuna, que aún tienes tiempo.

—Mierda —Volvió a murmurar el pelinegro, dejó su mochila en el sillón más cercano y caminó hasta el comedor.

Iba a llegar y a decirle que no tenía hambre a su mamá, pero al verla con una sonrisa dulce y la mesa ya puesta no pudo decirle que no y se sentó, Trisha le acarició el cabello con ternura. 

—Come mi amor, iré a despertar a tus hermanas —Dijo tranquila y se fue del comedor. Zayn sonriendo levemente y comenzando a comer.  

No se demoró mucho, y tampoco estuvo solo. Su hermana mayor y su padre bajaron de inmediato y les hicieron compañía. Cuando Zayn acabó de comer dijo un "Permiso" y se levantó, tomando lo que usó para dejarlo en el lavaplatos y para ir al baño a lavarse los dientes.

Ice creamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora