Capítulo especial: El acto de justicia de Nick

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El pelinegro suspira en su cama, abriendo sus azules ojos y apreciando la oscuridad de su habitación.

Lo ha intentado, y ha fracasado, nuevamente.

No ha podido conciliar el sueño (otra vez) y es que cierto muchacho castaño de ojos verdes azulados ha estado en su mente desde hace unos meses. Estando ahí, simplemente. Haciendo como un acto de presencia, haciendo que el pelinegro comience a desesperarse por el pequeño insomnio en el que ha caído. Ese ángel realmente le ha estado robando meses de sueño, y es que, maldita sea, eso no puede ser posible, es injusto que alguien te haga pensar tanto en el. Que te haga imaginar cosas. Que te haga amarlo un poquitito más de lo que ya haces. Oh dios.

Honestamente, Nick no sabe qué es lo que tiene que hacer. Ya han pasado meses desde que él se le declaró a Melanie y ella lo rechazó. También, han pasado meses desde que él se había besado con Adam. Con su ángel. Y todo ha cambiado.

Para empezar, se le queda mirando. Más ahora. O sea, antes ya lo hacía porque Adam es de esas personas que puedes sentarte y admirarlo de lejitos, de ver con que travesura saldrá, de verlo a él. Sus ojos verdes azulados, grandes y con las pestañas tan bonitas; su pequeña nariz; su cabello algo largo y medio rizado en las puntas, su sonrisa, bonita, amable y contagiosa. Dulce cuando lo mira a él, sus ojos mirándolo a él con ternura, con mucho cariño.

Nick suspira, con el corazón latiendo rápidamente y con ganas de querer estar junto con Adam.

—Maldito ángel —Murmura, pasando sus manos por su rostro y removiéndose en la cama.

El joven mira al reloj/despertador que está en su mesa de centro, viendo la hora claramente: 4:34 am. Maldita sea. Y él tenía que levantarse a las 7:00 am para poder ir a clases. ¿Intentar dormir de nuevo o darse por vencido y seguir despierto?

Nick cierra sus ojos, tratando de tranquilizar su respiración para poder intentar a volver a dormir. Poco a poco se estaba quedando dormido, hasta que, nuevamente, un ángel precioso castaño de ojos verdes azulados aparece en su mente dándole esa maldita sonrisa de ternura, de dulzura y calidez, dándole esa maldita sonrisa que jura que lo hace sentir que está en su hogar. El pelinegro abre sus ojos, resignado. Él no podrá volver a dormir. Definitivamente.

***

—¿Qué hace un chico como tú, en un lugar como este? —Dice claramente una voz, y Nick apenas la escucha sonríe divertido, abriendo sus ojos y levantando su cabeza que estaba cómodamente en sus brazos apoyados en la mesa.

Es un nuevo día en Bradford, día de clases y nuestro pequeño pelinegro efectivamente no durmió. Así que, cuando sonó su despertador como pudo se levantó, se dio una buena ducha helada y se vistió. Papá Niall le obligó abrigarse más porque hacía muchísimo frío afuera, así que no es de extrañarse verlo con una bufanda gris que le perteneció a su otro papá. Desayunó bien, yogurth con frutillas y un jugo de naranja, preparados por su papá Zayn (en el fondo, Nick sospecha que su papá pelinegro sabe que él no durmió), así que tiene un poquito de energía que tuvo que haber tenido por las horas de sueño. Después de desayunar, fue a lavarse los dientes e iba a tomar su mochila pero nuevamente, lo mandaron a abrigarse un poco más, ahora teniendo un gorro negro puesto. Como pudo, caminó hasta el colegio como un completo zombie, llegó, entró a su sala, se acomodó bien y se dispuso a dormir, obvio, hasta que lo interrumpieron con esa frase de coqueteo.

—¿Realmente conquistas con esa frase? —Pregunta Nick, aún con la sonrisa divertida en su rostro, mirando al pelirrojo de ojos azules quién le sonreía coquetamente.

—Qué quieres que te diga, me llueven los números —Dice Alex, aun con su sonrisa coqueta y sentándose al lado de Nick—, Buena cara —Dice serio, el pelinegro sonríe inocentemente.

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