Capítulo 73

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12 de julio, New York, 1959

Ruth llegó a la juguetería desesperada. Buscó con la mirada a Lauren y no la encontró. Se encaminó al mesón donde debería encontrarse Ally y la chica allí estaba, recomendándole a una señora la nueva muñeca que había llegado hace poco. El juguete era una preciosidad, de cabello natural y un vestido hecho de tela muy fina. Quien la comprara tendría que desenvolsar bastante dinero, por lo que sería difícil venderlas. La verdad es que Ruth no había estado muy de acuerdo en traerlas, pero la señora Thompson la convenció diciéndole que muchos coleccionistas darían su brazo izquierdo para comprar una de ellas, aunque costara un ojo de la cara. Sin embargo, la señora que estaba siendo engatusada por la muchacha para comprarla no tenía aspecto de ser coleccionista. Ruth tenía políticas muy estrictas respecto a los créditos que se concedían dentro de la tienda. No quería que gente que no tuviera los recursos para pagar se viera amarrada o con el riesgo de perder su casa por un juguete del año. Lo consideraba una crueldad. Aunque no podía negar que la comisión que se llevarían los dependientes por vender una de esas muñequitas pondrían en duda los principios valóricos de cualquiera. 

Le dedicó una sonrisa lo más educada posible a la mujer, quien admiraba los tirabuzones de la muñeca y con un ademán, le pidió a Ally que se alejara un poco, para poder hablar con ella en privado. Supuso que debía tener un aspecto terrible, porque la chiquilla se asustó cuando le dio un vistazo de más cerca. O a lo mejor, creía que la acusaría a la señora Thompson por tratar de vender ese juguete, a pesar de la prohibición que existía. No obstante, por primera vez eso era lo que menos le importaba. Que vendiera todo lo que quisiera indiscriminadamente. Lo que necesitaba en ese momento era saber dónde estaba Lauren y poder hablar con ella, para aclarar así las cosas. Sentía el abdomen comprimido por una sensación que conocía bastante bien. Tenía miedo, porque algo le decía que se había cumplido su mal presentimiento y Rachel había sido sincera al decirle que le había contado todo a la joven.  

--- Ally, ¿dónde está Lauren? --- preguntó angustiada.

--- No sé, señorita Wilson. --- contestó la chica. --- Estuvo aquí temprano, pero una señora se acercó a conversar con ella y estuvieron hablando un buen rato. Al parecer se conocían. Después de eso, se fue corriendo y no supe nada más. La busqué en el baño y los  camerinos, pero no estaba allí. Supuse que se fue de aquí. Estoy preocupada, porque traté de llamarla a su casa y nadie me contestó. 

Ruth sintió cómo su cuerpo comenzaba a temblar y un escalofrío la recorría desde la cabeza a la punta de los pies. No había dudas de que se desmayaría en cualquier momento. Ally la ayudó a sentarse en un banquito que había detrás de la vitrina, preocupada por las señales que su cuerpo estaba dand y se quedó ahí un buen rato, sopesando la situación en la que ella misma se había metido. Estaba claro que Rachel le había dicho la verdad: habló con Lauren y terminó arruinando la felicidad que había logrado construir tras años de dolor. Odiaba que hubiese ocurrido de esa manera. Ella iba a contarle todo a Lauren, pero no se lo permitieron. Ella, por un momento, se había planteado la idea de por fin vivir sin esas malditas apariencias. Sin ser esa mujer de sociedad infeliz que su abuela había tratado de construir a su antojo. Pero, para variar, se habían encargado de arruinarlo todo. Se preguntaba hasta qué punto su familia la odiaba para dedicarse de lleno a hacerle la vida imposible. No era normal. Era insano. Y la más perjudicada siempre sería ella.

--- ¿La puedo ayudar en algo, señorita Wilson? --- preguntó la joven dependienta a su lado, mientras le acercaba un vaso con agua. Estaba tan ensimismada que no se había fijado en que la chica se había ido de su lado. 

--- No, señorita Brooke. Vaya a hacer su trabajo. Gracias por el agua. --- Ally le dio una mirada de preocupación, pero no hizo comentario alguno. No tenía la confianza como para preguntarle por qué estaba así. La chica se estaba acercando de nuevo a la clienta cuando Ruth comentó: --- Recuerde nuestra política sobre los créditos, señorita Brooke.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora