Capítulo 27

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29 de Marzo, New York, 1959.

Lauren se encontraba sentada en el  piso del bohardillo de la casa de su tía, con la vista perdida en los rosales que con tanto cuidado la mujer se encargaba de mantener con vida. Estaba rodeada de baúles y muebles en desuso, cargados de historias que no le pertenecían. La casa había pertenecido a la familia de Eva Green y se la dejaron en herencia sus padres, junto a otras propiedades. Más de algún baúl debía de contener alguna de las pertenencias de su difunto tío, pero nunca había tenido muchos deseos de explorar el pequeño mundo que se le presentaba. De hecho, en todo el tiempo que llevaba viviendo con su tía, había visitado una sola vez ese sitio, un día en que un ataque de pánico la hizo arrancar de su habitación y buscar el lugar más alejado de las habitantes de esa casa. La encontraron al otro día durmiendo sobre uno de los baúles y optaron por encerrarla en su habitación hasta que lograran controlarla. Desde ese momento nunca más había necesitado refugiarse allí.

Pero ese día había decidido subir para no tener que encontrarse con nadie y poder pensar con tranquilidad. Había creído que por fin su vida estaba tomando el ritmo que debería haber tomado hace mucho, cuando de repente el pasado hizo acto de presencia en la figura de Lucía Vives. Todavía podía visualizar el momento: ella, sintiéndose feliz y empoderada, al lado de su tía, quien ya era bellísima, pero por primera vez siendo más hermosa que esta. Ella, buscando entre los asistentes esos ojos marrones que la tenían viviendo en un mundo de ensueño, para encontrarse con otros marrones, que en algún momento también significaron el cielo para ella. Lo único que atinó a hacer fue bajar las escaleras y enfrentarla directamente, pero no pudo hacerlo, al menos no en presencia de Camila. La otra chica las observaba a las dos sin entender nada y, aunque se moría de ganas de contarle quién era esa chica, no pudo hacerlo. Sabía que le debía una explicación decente, pero para ella Lucy no existía, así que prefirió esconderle la verdad. En algún momento se había jurado a sí misma nunca más ocultar un secreto, pero no se sentía capaz de volver a abrir la herida que creía ya cicatrizada.

Colocó su codo encima de uno de sus muslos y apoyó encima la cabeza, mientras los recuerdos inundaban poco a poco su mente, haciéndola regresar a un tiempo en el que creía ser feliz.

26 de Febrero, New Orleans, 1952.

— Lauren, por favor, no corras.

La aludida no le hizo caso y siguió su camino por las calles de la ciudad, cada vez más repletas y coloridas en motivo de la gran celebración. Lauren estaba emocionadísima, ya que era la primera vez que la dejaban salir sola, sin la supervisión rigurosa de alguna de las empleadas de la casa. Sus padres darían una fiesta con motivo del carnaval, pero ella estaba interesada en lo más mínimo, por lo que la dejaron ir. Eso sí, debía de hacerlo con alguien más, por lo que le dijo a su mejor amiga, quien aceptó de inmediato.

Cuando llegó a la calle principal, paró enseguida y se dejó maravillar por los colores y la majestuosidad de los carros alegóricos, junto al de las mujeres que pasaban frente a ellas. Lucy llegó un rato después, extenuada de perseguirla a toda velocidad. Era una chica menuda, quien llegó a la ciudad cuando Lauren tenía diez años. Se hicieron amigas de inmediato, compartiendo juegos y lugares secretos entre medio de los pantanos. Pasaban todos los días juntas, siendo Lauren quien la defendía de los demás cuando la molestaban por su origen latino. Lauren también tenía sangre latina, pero físicamente no lo parecía. Su abuela Isabella le había dicho una vez que debía sentirse orgullosa de sus raíces, al igual que ella lo hacía de las propias: escandinavas, germanas e italianas, así que por eso ella no permitía que los demás trataran mal a Lucy.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora