Capítulo 5

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4 de enero, New York 1959.

Por fin Normani, Dinah y Camila estaban juntas. Había planeado hablar con ellas el mismo día en que fue a la casa de Eva Green de Jauregui y su sobrina, pero se le hizo realmente imposible. Normani había tenido turnos en la noche y Dinah estaba empezando a ir a sus ensayos con la compañía de teatro. Ese día las tres estaban sentadas en la mesa, sirviendo pollo con papas asadas que Camila había preparado. Las dos comentaban animadas acerca de la obra en la que participaría Dinah, "Un tranvía llamado deseo" de Tennesse Williams, en el que interpretaría a Blanche DuBois, y Camila las observaba sin saber cómo abordar el tema. Para su suerte, fue Dinah quien se dio cuenta de que estaba un poco dispersa.

— Camila, ¿qué te pasa? — dijo su amiga apartando su plato un momento. — Te he notado extraña desde anteayer.

Normani hizo lo mismo y se cruzó de brazos a la espera de que Camila respondiera a la interrogante de Dinah. La aludida se acomodó en su asiento y dejó los cubiertos a un lado de su cena. Se aclaró la garganta y comenzó.

— ¿Recuerdan el día de la fiesta de Año Nuevo? — Las dos asintieron a la espera de que continuara. — Pues allí conocí a una mujer que me ofreció un trabajo con un sueldo que equivale al doble de lo que me pagan en el hospital. Su nombre es Eva Green de Jauregui.

Las dos chicas abrieron la boca de la sorpresa. A fin de cuentas, estaban hablando de una de las socialités más famosas de New York. Cuando organizaba fiestas para la recolección de fondos, los montos que reunía siempre doblaban o triplicaban la suma necesaria. Y todo eso ocurría sólo porque ella estaría presente. Eso no lo lograba cualquiera. Ni siquiera la realeza hollywoodense.

— ¿Y qué tipo de trabajo te ofreció? — preguntó Normani suavizando su voz lo más que pudo.

— Quiere que sea la enfermera de su sobrina.

— ¿Y qué hay de malo en ello? — preguntó Dinah cuestionándola también con la mirada. Sabía muy bien que su amiga tenía esa vocación de ayudar al prójimo y esta, por done se viera era una buena oportunidad.

"Todo", pensó Camila. Cuando Dinah hizo esa pregunta, a su cabeza acudieron las dos esmeraldas de Lauren, quien la había visto con tanto desprecio y ese tacto tan suave que había hecho que en su cuerpo surgieran sensaciones antes por completo desconocidas. Y su mente se transformaba en un torbellino de emociones, desde molestia pura hasta una infinita ternura. Camila sabía que Lauren estaba enferma. De qué, era un completo misterio para ella. Pero quería saber que era lo que le pasaba. Quería ayudarla. Pero también quería destruirla con sus propias manos por ser tan déspota y malcriada.

— Camila, somos tus amigas. Y queremos lo mejor para ti. Si fuera sólo por el lado económico te diríamos que aceptaras el trabajo de inmediato. Pero si tú sientes que en la parte humana vas a estar incómoda, lo mejor que puedes hacer es llamar a la señora Green de Jauregui y le dices que no aceptas. Haz lo que dicte tu corazón.

Ni su corazón ni su mente estaban en las condiciones ideales para ayudarla a discernir. Suspiró y se mordió el interior de la mejilla, tal cual hacía siempre que los nervios o el mundo la sobrepasaban. Normani le apretó una mano con ternura y le volvió a preguntar.

— ¿Qué te pasó, Camz?

— Su sobrina. Eso es lo que pasa. Me trató como si fuera un chicle pegado en su zapato. Si fuera por ella me hubiese negado de inmediato — Patrañas. —, pero la señora Green de Jauregui mostraba tanta confianza hacia mí y en que tomara el trabajo que me daría pena decepcionarla.

Era medianamente verdad. Simplemente no sabía qué hacer. Y no entendía por qué se complicaba tanto la existencia. Nunca le había pasado algo así. Si se tratara de otro paciente que le hubiese hecho los mismos desplantes, lo más probable es que hubiera dicho que no de inmediato. Pero ahora estaba en medio de esa disyuntiva, dando tumbos en el vacío.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora