Capítulo 70

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12 de julio, New York, 1959

Lauren llegó temprano al trabajo y se dedicó a ordenar unas muñecas nuevas que habían llegado hace poco. Ally estaba junto a ella, ya que le había tocado trabajar juntas ese día. En el tiempo que llevaba en la juguetería, se habían hecho muy buenas amigas, así que solían colocarlas a trabajar como equipo.Normalmente les tocaba el sector de los carritos, pero ese día las enviaron al sector de muñecas. La chica le entregaba cada una de ellas, con esas cabelleras artificiales, ojos redondos y ropita de diseñador, mientras ella las acomodaba en la repisa. Sabía que poco iban a durar ahí, pero era una de sus obligaciones y debía cumplirlas. Lauren consideraba que eran unas preciosidades. Cuando pequeña tenía muchas, pero atesoraba con mucho cariño a Cathy, una muñeca pelirroja que Eva le había enviado por su sexto cumpleaños. Supuso que todavía seguía en New Orleans. Sacó ese recuerdo de su cabeza y se concentró en lo que estaba haciendo. Lo rítmico y sistemático de su trabajo ayudaba a mostrar cierta serenidad en su expresión. Sin embargo, algo en su interior se hallaba intranquilo. El día anterior, cuando se había despedido de su abuela, Ruth la había acompañado, prometiéndole que le diría algo muy importante. La ansiedad la estaba consumiendo, pero trataba de ocultárselo a la otra muchacha. No quería que empezara a preguntarle por cosas a las que ella no sabría darle respuestas.

- Listo. - dijo Ally, entregándole la última muñeca. Lauren la acomodó y luego le pidió a la chica que la ayudara a bajar de la escalera. Sabía que era un poco torpe y no tenía ganas de sufrir algún tipo de accidente.

- Gracias, Ally. - Agradeció la chica con una sonrisa.

- De nada, Lauren. 

Se quedaron en silencio, esperando a que se empezara a agolpar gente en ese sector. Lauren apoyó el codo sobre el mesón y la cabeza sobre su mano, suspirando. Seguía sintiendo en su interior esa incomodidad de ayer. Era como una premonición; un mecanismo de defensa que le advertía que se vendrían tiempos turbulentos. Deseaba con todo su corazón que no fuese así. Estaba muy bien ahora, con un padre que la quería, una tía media loca que la apoyaba, una abuela que la aceptaba tal cual era y amigos que estaban a su lado dispuestos a hacerla reír si fuese necesario. Bueno, también una madre con quien tenía grandes conflictos. Todavía estaba ese sentimiento problemático que sentía por Eva. No comprendía por qué su cerebro y su corazón eran tan irracionales como para seguir queriéndola, teniendo en consideración el daño que le había hecho. Lauren jamás entendería del todo cómo funcionaba ese amor, el cual parecía no regirse por ningún tipo de lógica. La quería porque sí, y no importaba si esta persona había sido un monstruo contigo. O quizás la irracionalidad de su sentimiento residía en que Eva no fue mala con ella hasta que las dos se enamoraron de la misma persona. Las respuestas a ello, al parecer, estaban lejos de llegar.

Se fijó en su compañera y vio que Ally estaba pensativa. La chica normalmente no estaba así. Era muy alegre y sensata al mismo tiempo. Eso la preocupó, porque si Ally se sentía igual que ella, quería decir que algo muy grande estaba por pasar. Le acarició el hombro y le preguntó qué le pasaba.

- ¿Puedo contarte algo? Pero no puede salir de nosotras. - le contestó Ally con una mirada seria.

- Claro, Ally. Somos amigas.

- Esta bien. - Ally suspiró y empezó a contarle su historia: - El otro día vino una mujer a buscar a la señora Wilson. - Lauren se puso en guardia al escuchar eso. A lo mejor explicaba la actitud extraña de la mujer durante este último tiempo. - Me pareció raro, porque aparentaba no conocerla, pero quedó claro que sí lo hacía. Y la señora Wilson también. Hubieras visto cómo la veía. Me dio hasta miedo.

- ¿Supiste quién era? - preguntó Lauren interesada.

- Era una enfermera. - Lauren sintió cómo su rostro se deformaba por la molestia. No tenía que indagar mucho para saber de quién se trataba. - Se fueron a hablar a un lugar apartado y luego la otra mujer se fue muy rápido. La señora Wilson quedó un tanto trastocada después de eso. Le pregunté si se encontraba bien, pero me dijo que no le pasaba nada. Pero lo que me tiene preocupada es que ayer llegó una carta o algo así dirigida a ella, que la señora Thompson leyó y la llamó con suma urgencia. Parecía algo muy grave. No quise meterme, porque no era asunto mío, pero llegó y se fue de aquí con los ojos rojos. La señora Wilson ha sido muy buena persona conmigo y se ha preocupado mucho de todos por aquí. Aunque tú pareces llevarte mejor que todos nosotros con ella. Podrías ver qué le sucede y luego podríamos ver cómo ayudarla.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora