Capítulo 46

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16 de mayo, New York, 1959

Camila caminaba por las calles de New York sin rumbo fijo casi como una sombra. Había salido arrancando de esa habitación del hotel sintiéndose mal por lo que había hecho. Por un lado, se sentía una idiota por haber sido engañada por Lauren, pero también se sentía como el peor de los seres humanos al rebajarse de tal manera como para engañarla con Eva Green de Jauregui y de paso, utilizar a la mujer como un objeto. Y se sentía peor, ya que lo había disfrutado mucho. De alguna manera, había confirmado el miedo que sentía Lauren sobre una inminente traición con esa mujer. Pero lo peor de todo lo que había hecho, es que no se había acostado con cualquier mujer, sino que lo había hecho con la madre de la chica. Y, aunque Lauren no supiera ese minúsculo detalle, no le quitaba la gravedad al hecho.

Sin ser muy consciente del cómo, se detuvo frente a una amplia explanada verde, la cual resultó ser Central Park. Caminó a través del lugar sin fijarse como antes en la estructura de los árboles y de las hojas, las cuales siempre le habían resultado atractivas. Se sentó en una banca que estaba un tanto escondida en medio de la vegetación y se quedó mirando el pequeño lago. Le agradaba ver a los patos juguetear en el agua. Eran unos animales maravillosos y tan poco apreciados por el resto. En esos momentos deseó ser uno para poder irse de esa maldita ciudad y volver a Miami con sus padres. Extrañaba los abrazos de su madre y las bromas de su padre al llegar de su trabajo. Era un mecánico ampliamente reconocido entre la población migrante de su barrio y siempre se las había arreglado para que nada les faltase. Igual que su madre, quien se las arreglaba como empleada doméstica de una casa del barrio acomodado de su ciudad. Su jefa era muy buena persona y les había ayudado a regularizar su situación en el país. Incluso fue ella quien la ayudó a que pudiese entrar a la Universidad, aunque a escondidas de su esposo, un hombre bastante déspota que no pasaba mucho en su casa. A su madre no le caía mucho en gracia y siempre se iba antes de que llegara de su trabajo. Era mejor así.

Ahora mismo sentía que había traicionado el esfuerzo de sus padres por una estupidez. Todavía podría volver al hospital a trabajar. En esos momentos deseaba volver a tener ese cerro interminable de papeleo por ordenar, por muy aburrido que fuese. Quizás volver a pasar sus turnos en pediatría con la enfermera Scodelario, quien siempre tenía algo gracioso que contarle sobre lo que pasaba con los niños. Bromear con Normani sobre sus inexistentes vacaciones y después pasar a la fuente de soda a tomarse una malteada de plátano o de chocolate. Eran gustos pequeños y sencillos que se daba, pero que ahora no volverían a pasar.

Estaba pensando en ello que no se dio cuenta que alguien se acercó a su lado. Un pequeño perro se acercó a ella y la sacó de su ensoñación. Los ladridos eran un tanto estridentes y el perro estaba tan feliz que saltaba buscando que ella lo tomase. Estuvo a punto de hacerlo, pero se contuvo, ya que no sabía de quién era.

— Tómalo. No muerde. — Una voz muy dulce la interpeló.

Camila así lo hizo y le acarició la cabeza al animal, haciendo que este ladrara aún más fuerte. Le arrancó la primera carcajada sincera que no emitía hace mucho tiempo.

— Es precioso, ¿cómo se llama?

Mister Paws. Veo que le agradas.

Camila levantó la cabeza y se encontró con una mujer bastante hermosa. Tenía el cabello rojizo hasta más abajo de los omóplatos, ondulado, el cual enmarcaba un rostro de facciones elegantes. Una nariz respingada, boca ancha de labios finos, pómulos marcados y una piel muy blanca, que resaltaba aún más con el color de su cabello. Lucía una blusa blanca con un chaleco de hilo color mostaza que llevaba encima de sus hombros y una falda azul marino con un largo por encima de la rodilla. Tenía unas gafas oscuras que ocultaban sus ojos, pero claramente la estaba mirando a ella y un bolso pequeño que llevaba cruzado sobre el torso. La correa que llevaba en la mano era una señal de que el perrito era de ella.

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora