Capítulo 3

5.9K 404 30
                                    

2 de enero, New York, 1959.

Camila estaba a punto de quedarse dormida. Había terminado el papeleo y la habían enviado al sector de urgencias. Los accidentes después de Año Nuevo eran algo bastante común en el hospital, al menos eso le habían dicho las otras enfermeras. Se sentía feliz de por fin ser parte útil del establecimiento y llevar a la práctica todas las cosas que había aprendido en sus años de universitaria. Claro que lo disfrutaría más si no estuviera ese dolor de cabeza latente recordándole su noche de parranda.

No supo cómo llegó a su casa. Normani y Dinah la molestaron al siguiente día, sin importarles que su cabeza estaba a punto de estallar. Había tomado como si no hubiera un mañana y le daba vergüenza admitirlo, pero no podía negar que la había pasado muy bien. Después de encontrarse con la señora Green de Jauregui, había bailado con un par de actores hasta que sus pies no dieron más.

El pensar en la señora Green de Jauregui, hizo que a su cabeza acudiera la tarjeta que le había dado y la propuesta que había tratado de hacerle. Recordaba algunas partes de la conversación, pero su mapa mental estaba incompleto.

— Gracias, enfermera Cabello. — dijo un niño de unos siete años que acababa de llegar con una fractura en el brazo y se lo habían puesto en cabestrillo. Ella le había regalado una paleta para que se calmara un poco.

— Llámame Camila, cariño.

Le dedicó una de sus sonrisas más cálidas y le acarició un hombro al pequeño antes de salir de la habitación. La madre del niño también le agradeció y se acercó a su hijo. Camila les dio un último vistazo y se fue.

Estaba entrando a otra habitación cuando una de sus compañeras, la enfermera Scodelario se acercó a ella con la respiración entrecortada. Camila se detuvo a medio camino de abrir la puerta y esperó a que la enfermera recuperara la respiración.

— ¿Qué te sucede Kaya? — dijo Camila con los brazos cruzados sobre su pecho.

— Tienes una llamada en recepción. Te iba a llamar por el intercomunicador, pero me dijo que prefería que te lo dijera en persona...

— ¿De quién hablas? — preguntó Camila aún más extrañada de lo que le decía.

— Sólo anda a recepción y coge el teléfono. Yo te cubro por mientras.

Camila asintió varias veces y enfiló a la recepción del hospital lo más rápido que sus zapatos le permitieron, ya que la superficie del piso era demasiado lisa y sus zapatos no tenían la tracción precisa para correr por este. Llegó a la recepción en menos de 10 minutos y tomó el auricular que le tendió una de las chicas que estaba ahí. Trató de calmar el ritmo de sus latidos y lo agitada que tenía la respiración y ya cuando medio lo logró, habló.

— ¿Aló? — dijo con algo de duda en su voz.

— Buenos días. ¿Camila Cabello? — Camila le dijo que sí y esperó a que la mujer continuara. — ¿Cómo estás? Soy Eva Green de Jauregui. Nos conocimos en la fiesta de Jackie.

Camila se enderezó en su lugar. No esperaba que la mujer la llamara. Salvo por la tarjeta, pensó que no era más que algún tipo de ilusión que el alcohol había proyectado en su cerebro. Se aclaró la garganta y se alejó lo mejor que pudo de la chica de la recepción que el cable del teléfono le permitió.

— Sí, soy yo. Bien. No puedo quejarme. — dijo alegre. Luego continuó con el mismo tono. — ¿A qué debo el honor de su llamada?

— No es ningún honor, linda. Y no me trates de usted. Me haces sentir más vieja de lo que ya soy. — Camila soltó una risita ante ese comentario. No creía para nada que fuera muy vieja. — ¿Recuerdas que dije que te llamaría dentro de poco para ofrecerte algo?

Smoke Gets In Your EyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora