Capítulo 45. Cazadores

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      LA HERIDA DE RUBY NO PARABA DE SANGRAR, MANCHABA EL SUELO DEL BAÚL

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      LA HERIDA DE RUBY NO PARABA DE SANGRAR, MANCHABA EL SUELO DEL BAÚL. TRATÉ DE PONERLA DE COSTADO PARA QUE MIS MANOS PUDIERAN HACER PRESIÓN Y DETENER EL SANGRADO, PERO SIMPLEMENTE NO PARABA DE SALIR. Pronto el temor de ser enviada a otro campamento fue intercambiado por el miedo de perder a Ruby, mi mejor amiga y compañera de vida. No podía, simplemente yo no podía perderla. Mi mundo se caería en pedazos si lo hacía.

Nuestros cuerpos brincaron cuando el auto de Rob pasó un bache a toda velocidad. Ruby gimoteó de dolor y Rob le gritó para que se callara. Me encogí ante la voz, asustada. Pero mantuve mis movimientos los más silenciosos posibles, buscando a ciegas con las manos esposadas. Casi no tenía flujo y estaban algo adormecidas, y aun así tenía la movilidad suficiente como para desplazarlas por el suelo del baúl en busca de lo que sea que podría ser de ayuda.

Rob nos hablaba, hablaba de lo increíblemente absurdo que era el hecho de que el presidente Gray estaba siendo más revolucionario que Alban. No le hice caso. También nos dijo que los de la Liga casi lo atrapan un par de veces, pero se pudo librar de ellos con un bar de balas. Eso sí que me llamó la atención y la piel se me erizó del miedo.

Ruby siguió gimoteando.

—Aguanta, Rubs —le susurré—. Tienes que aguantar, ¿me oyes? Por favor.

—A Alban le tomó demasiado en darse cuenta de su error al traerlas aquí, y para colmo envía a unos ingratos a hacer un trabajo que cualquiera de sus hombres podría llevar a cabo.

Mis manos siguieron buscando a ciegas. Contuve un siseo cuando me lastimé la costilla herida. 

—Y Cate... Lo único que quería era cuidarlas, pero no hay tiempo para eso, tampoco. No hay tiempo para ustedes, ni aquí ni en ningún otro lado. El único sitio al que pertenecen es en un campamento o enterradas bajo tierra, ¿me oyen?

Cuando sentí algo, casi chillo. Me aventuré un poco más, sintiendo con las yemas de mis dedos. Tela gruesa, bolsillos, cremalleras...

Una mochila.

Mierda, soy feliz.

—¡No necesito una excusa para lo que hice! —gritó Rob, sobresaltándome—. Me uní a la Liga para sacar a Gray de la presidencia, no para jugar a las casitas con un cobarde. ¿Creen que nos unimos por ustedes? Ja, malditas idiotas.

Tiré de la mochila. Tanteé todo lo que podía alcanzar. Encontré una cremallera abierta. Entré las manos.

—Hice lo que tenía que hacer y lo haría otra vez, ¿me escuchan bien? Se lo haré a cada maldito malnacido chamaco de la Liga hasta que me entiendan, y voy a empezar con su grupito de amigos.

Encontré algo. Lo saqué, empujé la mochila lo más que pude y tiré de lo que sea que encontré para colocarlo frente a mí.

Tanto Ruby como yo dejamos de respirar.

Game of Survival | The Darkest MindsWhere stories live. Discover now