Capítulo 41. Knox Barba Roja

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     PEGUÉ UN CHILLIDO AL DESPERTAR, JADEANDO Y CONGELÁNDOME HASTA EL NÚCLEO, PERO AL ESCUCHAR EL ESTALLIDO DE RISAS MIS OJOS SE ALZARON HACIA EL CHICO MÁS CERCANO, quien me miró como si fuera un mosquito que acaba de atrapar en una jarra, cubeta ...

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PEGUÉ UN CHILLIDO AL DESPERTAR, JADEANDO Y CONGELÁNDOME HASTA EL NÚCLEO, PERO AL ESCUCHAR EL ESTALLIDO DE RISAS MIS OJOS SE ALZARON HACIA EL CHICO MÁS CERCANO, quien me miró como si fuera un mosquito que acaba de atrapar en una jarra, cubeta de agua en mano. El problema es que el agua estaba condenadamente helada. Es más, todo el maldito sitio lo estaba. Miré a todos lados, frenética, sin embargo, antes de poder asimilar dónde demonios estaba me di cuenta de dos figuras más a mi lado.

Vida y Jude.

Jude parecía un cachorro abandonado, tembloroso y asustado, y Vida lucía cansada y enojada al mismo tiempo. Furiosa. No obstante, cuando me notó mirándola sus ojos marrones se suavizaron y la rigidez de su cuerpo se destensó un poco. Mis ojos preguntaban. Vida apretó los labios y asintió, diciéndome así que tanto ella como Jude estaban bien. Suspiré. Luego temblé. El frío me estaba apuñalando, y más con el agua helada que acaban de tirarme encima.

—¿Terminaste de desperezarte, linda?

Alcé los ojos.

Un tipo con barba rojiza me sonrió desde la cima de una plataforma, entre el barril y las llamas que salían de dentro, manteniéndolo caliente del frío. Había una sonrisa arrogante en su rostro, una que me dio asco y me hizo hervir la sangre, pero lo que me obligó a mantener la compostura era la chica que estaba sentada en su regazo. Estaba delgada, un simple abrigo le cubría la parte superior del cuerpo y sus piernas estaban expuestas por unos shorts, estaba desaliñada y había un moretón en su labio.

Miré a mi alrededor. Estábamos en una especie de almacén, pero por la amplitud del lugar el frío se calaba por todos lados, sin importar los barriles que servían como fogatas esparcidos en ciertos rincones. Aparte del tipo sobre la plataforma y que parecía una copia barata de algún rey vikingo, los chicos que nos rodeaban eran los únicos bien vestidos, usando ropa sobre ropa para protegerse del filoso frío. Los demás, que estaban esparcidos ahí donde estaba el fuego, apenas y podían protegerse de congelarse vivos. Las mantas estaban agujeradas, la mayoría parecían desnutridos y se encogían cuando el tipo de la barba se movía en su asiento.

—¿Necesitas que te refresquemos un poco más? —Insinuó el chico de la cubeta, sonriendo de lado.

Gruñí.

—No querrás hacer eso otra vez —advertí, sacudiendo la cabeza para quitarme el cabello pegado a la cara.

—Oh —canturreó l tipo de la barba—. ¿Una gatita hemos encontrado?

Vida hizo un sonido con la nariz. Contuve la tentación de reírme también, sabiendo lo que pensaba.

No, yo no soy ninguna gata.

Soy un dragón.

—¿Quién demonios eres? ¿Y a dónde nos has traído?

—¿Qué no es obvio? —El tipo extendió los brazos, haciendo énfasis al lugar—. ¡Soy el Huidizo! ¡Ustedes están en East River!

Game of Survival | The Darkest MindsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora