Diecinueve.

2.2K 137 10
                                    

Well I'm tired of pretending,

but I'm terrified of it ending

Iknow if not for you there'snothing

I could do to ever let it end…

Don’t ever let it end, de Nickelback bulle con estrépito por los altavoces de mi habitación y el pecho me vibra enérgico como respuesta al sentimiento que me provoca oírla. Recuerdo exactamente lo que era sentirse como dice esta canción, tan frustrada e insegura, que yo misma me limitaba a oprimir mi corazón con tal de disminuir sus latidos frente a Jake.

Mi estómago da un vuelco emocionado de sentir tantas mariposas en el vientre y canto con más fuerzas la canción.

Don't let it end
Don't let it end
Don't ever let it end…

Elevo los brazos moviendo las escaleras al ritmo de la música, mi reflejo me sonríe con un esplendor único. Luzco radiante e inspiro fonemas de alegría desde todos los lugares de mi cuerpo, podría componer una canción, escribir una novela, actuar en una película y estoy casi segura que podría conseguir un premio mundial tan solo por mi entusiasmo.

Un entusiasmo demasiado grande para ser las siete con veintisiete minutos de la mañana de un viernes.

Pero sucede que no es un viernes como cualquier otro, sino que es viernes primero de octubre…

O sea. Mi cumpleaños.

Brinco emocionada yo sola, siempre me ha gustado cumplir años, pero hace cuatro que no conseguía emocionarme así, porque celebrar mis años sin Jake nunca fue tan divertido como lo era cuando yo era una niña. Pero ahora que la idea se figura diferente. Ahora que él está aquí de nuevo, que somos amigos otra vez, y encima de todo, que somos novios…Simplemente me pone como loca.

Quiero llegar a clases pronto, lanzarme a sus brazos y pasar cada segundo que la vida me permita junto a él.

Y cielos, voy a ser honesta, es exactamente esa idea de estar con Jake, la única que consigue emocionarme así. Porque pensé por cuatro años que no volvería a pasar otro de mis cumpleaños junto a mi mejor amigo.

Le sonrío a mi reflejo una vez más, mis ojos lucen como el océano que brilla a la luz del sol, guardando cientos de emociones. Y comprobando que todo esté más que bien salgo de mi habitación.

Bajo las escaleras con un ánimo casi denominado como salvaje. Y como cada año, en la cocina está mamá y José con una torta, la canción de cumpleaños suena en la televisión y los dos saltan a mis brazos gritando sorpresa al unísono. Sinceramente no sé qué haría sin mi madre y el odioso de José, de alguna manera siempre me alegran cada día de mi vida, y bueno, olvidemos todas las travesuras que ha hecho mi hermano porque eso arruinaría el pensamiento.

–He comprado tu torta favorita, mi amor.                    

Sobre la mesa mamá ha puesto el desayuno y una pequeña torta de yogurt, hay algunos regalos sobre el mostrador de la cocina y José que lleva puesta la ropa del jardín me alza una tarjeta que torpemente dice Feliz cumpleaños hermanita. Está cubierta de brillo celeste, que parece haber sido puesto en medio de un terremoto o bien simplemente se volcó encima del papel; sin embargo, el premioso trabajo de José le provoca a mi corazón un dolor emocionado.

La tarjeta tiene hecho un dibujo de niño dentro, estamos José, yo y nuestros padres abrazados, y además a un costado de la hoja, están también mis peces y una bola de color con extremidades, ojos y orejas, que imagino debe ser el pequeño Peter.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora