Veintitrés.

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Ary.

—¿Te lo ha pedido ella?

—No, me lo ha pedido el gato, Chase.

—Como sea, quieres que te ayude.

—No es necesario —apago el fuego de la olla, y comienzo a revolver la salsa concienzudamente procurando no quemar los champiñones, los fideos ya están listos y solo me faltan unos minutos más para que la comida esté completa.

—¿Poner la mesa tal vez?

Lo miro de reojo, a este tipo le sucede algo porque lleva más de veinte minutos viendo como cocino la comida que me ha pedido la abuela.

—Yo no me quedaré.

El rosto de Chase, parece que de pronto se aflige pero asiente.

—Oye, Ary, no quiero entrometerme, pero sé cómo te sientes.

Dejo de revolver la salsa que ya está hirviendo para mirar los ojos de mi primo que en el fondo parecen apenados.

—Lo he escuchado todo, el cómo te sientes y todo lo de Jake —santo cielo, me quedo sin aire, molesta pero al mismo tiempo asustada—. Y te entiendo. Porque a mí me ha pasado algo similar, solo que yo no tuve la fuerza para salvar mi amor, lo dejé caer sin hacer un solo esfuerzo y no me volví nunca para recuperarlo.

—Chase…

—No te equivoques, Arianna, por favor no lo hagas. Si realmente estás enamorada entonces no seas tú misma quien destroce tu corazón. Ustedes no han terminado y no te des el lujo de sufrir antes que las cosas sucedan. Disfrútalo. Disfruta cada segundo que pasen juntos, como si fuese el último. Olvida que debes ir a la universidad, olvida los problemas y deja escapar tus miedos. Porque si te vives preocupando no harás nada salvo sufrir mucho.

El corazón se me ha contraído de nuevo, y las angustia me lacera el pecho, porque las palabras de Chase son honestas y reconfortantes, no muy diferentes a las de mi abuela, pero sin embargo muchos más convincentes.

—No desperdicies más el tiempo, Arianna. Vete, porque los minutos no se compran.

—Pero…

—Anda, corre. Yo termino esto. Solo promete que vendrás un poco más seguido ¿vale? A veces siento que no me queda más familia que mi madre y mi abuela.

—Lo siento —las manos me tiemblan y las piernas también y creo que todo se debe a una acumulación de emociones que he tenido entre estos dos días.

—No te preocupes, y por cierto, feliz cumpleaños atrasado —me entrega una pequeña bolsa rosa y me sonríe—, espero que te guste, pero no pierdas el tiempo en abrirlo aún, tienes cosas un poco más importante que quedarte aquí llorando. Pues te aseguro que de haber sabido que te convertirías en una niña llorona y malcriada jamás te habría dejado ir de aquí.

—Siempre tan agradable, Chase —lo abrazo con profundo cariño, había olvidado la infinidad de veces que él me ayudó a salir de mis problemas, desde patear el trasero de algún estúpido que me molestaba en primaria o sacarme de enredos torpes con mi madre—. El domingo, a las once en punto te pasaré a buscar. Iremos al parque de diversiones Perfect Fantasy todo el día y yo invito.De seguro que Jake quiere verte, ustedes eran muy amigos.

—Mañana, a las once, mensaje recibido.

Comprendo que esto no es un juego y me voy, salgo de la casa de mi infancia con una sonrisa en el rostro, el rigor me vibra en las entrañas despertando con ello la última pieza de la voluntad que me hacía falta.

Afuera los nubarrones son violáceos, demostrando que el día está próximo a enseñar un bello crepúsculo, con brisas que no alcanzan a ser gélidas pero tampoco bochornosas. El día muestra un ambiente ideal como si las nubes y el viento se hubiesen coordinado para hacer de esta tarde una perfecta.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora