Tres.

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Ary.

¿Es acaso posible que dentro de toda la mañana no haya podido ver a Jake en ningún jodido lugar del instituto?

Pues sí, es posible, porque ni siquiera lo he visto pasar ni a veinte metros de distancia.

Por favor, el edificio tampoco es tan grande como para no toparnos en algún momento, entiendo que todos estén revolucionados con el hecho de tomar asignaturas y entrar a las academias principales que siempre se llenan antes del segundo periodo libre, pero…¡Ni siquiera hemos tenido una clase juntos!

¿Y si me está evitando?

O peor aún.

¿Una de esas porritas engreídas le habrá puesto sus garras encima?

No tengo problemas con las clásicas perras que animan al equipo, pero sé cómo son la mayoría de ellas, y no las prefiero como amigas, pero tampoco como enemigas. Ellas me respetan por ser su presidenta, y yo las respeto por ser el mejor grupo de animadoras que pueden alentar bajo cualquier tipo circunstancia. De algún modo son indispensables.

Pero pienso en que Megan puede tener bajo sus artimañas a Jake y las manos se me crispan con deseos de sacar sus falsas extensiones rubias.

Pero qué demonios te sucede, Arianna. Me regaño en mi fuero interno. ¡Solo es Jake!

Sí, solo es Jake.

–Hey, Stacy –Abby, la presidenta del club de danza se aproxima corriendo tan delicada como siempre–. Tenemos muchas chicas dentro del club y el máximo es de 30.

–¿En cuánto excede? –le pregunto sin dejar de mirar para todos lados.

–Veinticinco –musita.

–¡Veinticinco! ¡Pero si solo es medio día!

­–Me acabo de dar cuenta que se han anotado muchas chicas.

–Santo cielo –digo porque sé que debo encontrar una solución–. Bien, anuncia que dentro de diez minutos se cierra la posibilidad de inscribirse al club y al terminar el día tendré alguna solución. Podríamos hacer dos equipos con horarios diferentes y para las competencias solo podrán representar las mejores.

–Exacto, eso es perfecto, eres nuestra salvadora, Ary. Te llevaré las fichas de cada una hoy en la tarde y fijaré los horarios cuanto antes. Muchas gracias.

Abby sale corriendo hacia el otro lado del pasillo agitando unos papeles y anunciando a todo el mundo que las inscripciones para danza ya han sido terminadas.

No doy tres pasos cuando dos chicas se me acercan.

Uf, abuelo que estás en el cielo, dame un respiro.

–Hola –sonrió con toda la amabilidad que mi madre me ha enseñado a tener con su vida de relajación, amor y paz.

–Creo que hoy necesitarás clases de yoga urgente –me susurra Christy entre risas y yo le doy un codazo sin inmutarme por sus palabras que tienen toda la razón del mundo.

–Eh…esto Arianna… –una de las chicas, que si no me equivoco, va en dos cursos por debajo de mí, me habla tan nerviosa que sus palabras tiemblan mientras se retuerce los dedos con la mirada al piso.

Y cielos, esa personalidad…tiene mucho que trabajar.

–Verás, me llamo Ellie, y ella es Clare –señala a su amiga y tengo la impresión que son tan inseparables como Christy y yo–. Y bueno…siempre he querido pertenecer al consejo estudiantil...nosotras…

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora