Ocho.

2.5K 156 7
                                    

Ary.

¿Tienes idea de lo desesperante que es ponerse frente a un armario lleno de prendas y sentir que nada de eso es suficiente?

Pues me quedan cuarenta y cinco minutos como máximo límite de tiempo para arreglarme y aún no consigo nada que me guste. Me he vestido más de siete veces y ahora nuevamente estoy envuelta en una toalla sin saber que mierda puedo vestir.

–Maldición, Christy. No sé qué demonios ponerme.

Mi amiga me observa con cara de terror en su semblante, ella sabe siempre cómo arreglarse bien pero ahora se encuentra en tan malas condiciones como yo. También está envuelta en una toalla de pie frente a su armario y una pila de prendas decorando el suelo.

–¡Esto es horroroso! –exclama–. Cada vez que nos invitan a una fiesta ocurre lo mismo. ¡Es una maldición!

Nuestras ventanas están frente a frente y abiertas de par en par.

Una conexión perfecta.

–Antes era tan sencillo vestirme –se lanza sobre su alfombra muy frustrada–. Unos vaqueros, zapatillas y una blusa de gasa simple. Pero tenemos diecisiete.

–Tú tienes diecisiete ­–le corrijo.

–Solo faltan dos meses para que los cumplas, es lo mismo. No puedes vestir con una mierda de vaqueros. ¡Necesitamos vernos atractivas, como chicas de nuestra edad, por Dios! Esto me exaspera.

Echo un vistazo más a mi armario, tengo vestidos, sí, pero ninguno me gusta lo suficiente.

–Christy ya vuelvo –digo saliendo por mi puerta aun con la toalla alrededor de mi cuerpo.

–¿A dónde vas?

–Sabes, el guardarropa de mamá es un mundo totalmente desconocido. Siempre puedes encontrar cosas nuevas., Kate ha pasado por tantas modas que tiene más prendas de las que puedes creer posibles.

Y gracias al cielo tenemos casi la misma talla de ropa, y la misma de zapatos.

–¿Aún no te vistes? –pregunta Andrew, mi padre cuando entro a su habitación y paso frente a la televisión.

–No tengo que ponerme –digo con la voz más desesperada que puedo actuar,  él pone los ojos en blanco.

–A este paso llegarás tarde –anuncia sin despegar sus ojos del partido–. Y yo no voy a conducir rápido. Lo sabes.

–Lo sé.

Entro al armario de mamá que es prácticamente una habitación aparte.

Y oh mi dios, no sé por dónde empezar a buscar.

Quince minutos después tengo una falda negra que se ciñe al trasero con una blusa de gasa amarilla perfecta para los zapatos de Christy y un vestido azul del que me enamoré en el instante en que lo vi. Saqué también unos zapatos de tacón rosa chicle perfectos para mi bolso de fiesta favorito.

Christy al menos se ha secado sus rizos en el tiempo que estuve explorando en el mundo de la ropa.

–Te demoraste un mundo ¿lo sabías?

–Pero valió la pena –lanzo las prendas que caen a sus pies y ella chilla de emoción en cuanto ve el color perfecto para sus tacones amarillos.

–Amo a tu madre, Ary. Esto es perfecto.

Cierra la cortina de golpe, y yo lo mía.

Rápidamente me deslizo unas medias de mi tono por las piernas, cierro la cremallera del vestido que se ciñe a mi cuerpo y meto los pies dentro de los tacones más bonitos de la tierra.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora