Cuatro.

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Jake.

Termino llegando tarde a mi siguiente clase, que desgraciadamente tampoco comparto con Arianna.

De algún modo, ahora parece que ya no estoy molesto, me siento risueño e incluso cuando uno de los idiotas o Josh me habla consigo sobrellevar con bastante paciencia la conversación. De hecho, a mediados del día, la presencia de Josh se vuelve cómoda y me río de forma natural y espontánea.

Es posible que se comporten como verdaderos simios, pero tienen un lado realmente serio, como es el caso de Josh que con mucha contingencia es posible que sea el más sensato de todos, aunque que cuando está cerca de las chicas se convierte en el fabuloso deportista que lo sabe todo, y mientras  está conmigo, se transforma en alguien mucho más pensativo.

Lo he observado solo las primeras clases, y la verdad, es que es como un libro abierto. Su personalidad es tan risueña y al mismo tiempo extrovertida, que en sinceramente llama mucho mi atención.

La hora libre de almuerzo llega más rápida de lo que creí y antes de darme cuenta, ya he sido arrastrado junto a todo el grupo.

Unas puertas amplias de cristal dan el paso al interior de una cafetería vasta y muy iluminada, que posee más ventanales que paredes. Dentro hay un barullo escandaloso típico de un tiempo libre, sin embargo logro percibir que en este bullicio hay algo más que solo voces.  Es un ruido que incluso parece agradable, las mesas son redondas, en cuyo espacio caben más de diez personas con absoluta calma, pero no es la cantidad colosal de personas que hay dentro, sino el ambiente acogedor que forman, no hay personas excluidas, ni mesas muy vacías, parece un mundo social igualitario, donde todos tienen un espacio para compartir.

Aquello, la confianza y el respeto que se siente me sorprende.

–Oye, Kent ¿Cuántas malditas veces tendremos que decirte que dejes de acosar a nuestra presidenta?

Me giro rápidamente, agradeciendo secretamente a Josh por encontrar a Ary.

Claro que, me habría gustado mucho más cruzármela cuando estuviese sola.

Tiene en sus manos una bandeja de comida, mientras que Kent tiene su brazo rodeándole la espalda. Sé que se siente incómoda, lo noto incluso desde la distancia, porque no mira al chico sino el plato de ensalada, mientras él le dice algo que tiñe sus mejillas de rubor.

Me gustaría saber de qué va su conversación, y de pronto despierto un ciego interés por saberlo todo.

De forma irremediable he vuelto a estar molesto, porque ese imbécil la está abrazando y porque entre todas las cosas que Arianna me dijo esta mañana se le ha olvidado decirme todo acerca de este chico.

Me estoy acercando a ellos cuando la oigo decir.

–No, Kent, ya te he dicho que eso no volverá a suceder.

–Oh, vamos preciosa, sé que ese día te gustó.

–Te he dicho que NO –puntualiza, entonces me nota llegar y sus ojos parecen estar muy humillados por alguna razón que prefiero no saber.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora