Diecisiete

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Ary.

Unas semanas más tarde, la relación de Jake y yo ha forjado un lazo increíblemente grueso entre nosotros.

Puedo confesar de la forma más honesta que lo amo, y me siento en el aire cada vez que estoy con él, y si bien yo he salido con personas antes, nunca me he sentido así de enamorada como lo estoy ahora.

–¿Chicas quieren unas sodas? –Ofrece Tyler el nuevo novio de mi mejor amiga–. Christy y yo iremos a comprar antes de que el partido empiece.

–Sí, por favor –agradezco–. Christy sabe que me gusta.

La pareja se va tomada de la mano, mientras Abby y yo estamos echas un manojo de nervios esperando que el partido de nuestros chicos comience.

–Ay, dios, necesito que ganen –chilla Abby–. Si no Josh se odiara por el resto de la semana.

–Van a ganar, Abby. Nuestro equipo de basquetball es buenísimos, solo confía en ellos.

Miro llena de amor a mi alrededor, poco a poco el gimnasio se va llenando con personas que animan los dos equipos. Las porristas están ensayando una última vez en los laterales de la cancha y todos los alumnos de EAS parecen nerviosos. Y es lo obvio, porque cuando los equipos ganan cualquiera de los integrantes debe prestar su casa para una fiesta improvisada.

De pronto los jugadores comienzan a salir uno tras otro con camisetas deportivas azul oscuro encabezados por nuestro grandioso tigre blanco.

Si alguien supiera que Nick está dentro de ese traje supongo que disminuiría lo de grandioso, porque él tiene la apariencia y personalidad bastante diferente a un tigre, pero de todas formas finjo no saber ese detalle, y grito emocionada sobre las gradas. Las animadoras ya han empezado con sus gritos moviendo los pompones y el partido está a segundos de empezar.

Ambos equipos enemigos se presentan.

Jake escudriña todo el lugar hasta dar conmigo y cuando evalúa mis pantalones apretados y la camiseta blanca debajo de la chaqueta del equipo, sonríe atractivo y me guiña un ojo. Yo desde la distancia le envío un beso.

–¿Se ven estupendos no crees? –Abby grita con entusiasmo a mi oído. Parece que ella también ha caído profundamente en la redes de Josh porque de solo mirarla se nota que sus ojos brillan entusiastas.

–Terriblemente calientes –le respondo y ambas nos ponemos a reír contagiadas con la magia del amor. La señora por delante de nosotras se voltea mirándonos con cara de asco y yo no evito sacarle la lengua– son nuestros –le digo y la vieja me observa llena de recelo.

–Y así, amiga es como conoces al lado alegre de mí –grita Abby haciéndole caso omiso a la señora al tiempo que saca unos pompones azules de su mochila–. ¡Nuestros pompones personales! –Dice y me pasa un par.

Le agradezco a Abby envolviéndola en un abrazo. Ella es una chica asombrosa, de esas que sonríe todo el tiempo.

Abby camina bailando, habla cantando y todo en su semblante exclama alegría. Debo admitir que no pensé jamás que llegaría a ser su amiga, nos veíamos tan distintas, yo tan amable y ella tan seria, que ahora cada vez que pasamos juntas, me recuerdo que nunca más juzgaré a las personas por su apariencia.

Gritamos a unísono cuando el partido comienza. Y es probable que nosotras hagamos más escándalo que todas las animadoras juntas, porque en una ocasión Josh y Jake se miran y se ríen simultáneamente.

–¡Vamos chicos, les espera el mejor premio de nosotras! –grita Abby con toda su fuerza mientras menea las caderas con todo su entusiasmo, la señora intrusa se vuelve a dar la vuelta y como ella otras personas más–. Métanse en sus asuntos –les grita y sigue animando sin problemas.

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora