Quince.

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Ary.

¿Su novia?

Solo son segundos, pero esa palabra revota en mi cabeza.

No es eso, lo único que deseo ser.

Entonces por qué me cuesta tanto decir que . La lluvia me tiene toda empapada, me duelen las rodillas y quiero ir a casa, pero parece que de pronto mi cuerpo deja de funcionar completamente.

–Ary responde –exige–. Si es muy acelerado tienes todo el tiempo del mundo para responderme, pero si no es eso lo que quieres entonces…

Estampo mis labios en los suyos fríos y salados por la lluvia. Su boca me responde diferente a todas las anteriores veces. No es un beso lento, al contrario, la pasión nos enciende a ambos y ni la lluvia logra interrumpir las cosas. Quería besarlo de este modo hace mucho tiempo, tanto que la desesperación nos envuelve y me presiona contra el auto, este chico me desborda de alegría y de pasión. Lo quiero, lo amo. No puedo creer que haya pensado en no verlo nunca más.

–Sí –respondo cuando nos separamos escasos milímetros para respirar–. Sí, sí, absolutamente sí. Te adoro, Jake, más de lo que creí posible amar a alguien.

–Desde ahora no te dejaré ir nunca, ¿lo sabías? –sus ojos verde azulado me observan pertinaces.

–Pues espero que así sea porque yo tampoco quiero que me dejes.

–No lo haré preciosa, te juro por lo que más quieras, que no lo haré.

Sus labios rozan mi frente mientras acaricia mi cabello húmedo y sonríe.

–Ahora vamos porque tampoco quiero que te enfermes. Quiero tener una cita triple contigo mañana y además quiero esa cena que prometiste hoy en la tarde.

–Oh, por supuesto, lo había olvidado.

Sinceramente pensé que sería más incómodo, siempre creí que tener algún tipo de relación con Jake haría las cosas muy difíciles. Pero resulta que es todo lo contrario.

Reímos como dos niños todo el camino hacia mi casa. Él procuró recordar momentos graciosos del pasado la mitad del tiempo, mientras el resto lo dedicamos a cantar canciones antiguas que yo aún tengo guardadas en mi iPod.

La verdad, es que me sentí una la misma Ary de siempre solo que ahora con un sentimiento nuevo. Ese sentimiento que te hace sentir risueña, te acelera el corazón y te llena de mariposas solo al escuchar la risa de tu chico.

Ese sentimiento de estar enamorada.

–Espera –me dice Jake cuando aparca frente a mi casa. Rodea el auto a toda prisa, abre mi puerta y alza su mano para que yo la coja. Y ven, esas son las cosas que me hacen amarlo tanto.

Le agradezco con un rápido beso en la comisura de los labios al tiempo que corrimos por el camino de la entrada. La lluvia sinceramente es incesable, cae torrencialmente sobre nosotros y yo estoy a punto de resbalarme, pero Jake alcanza a sostenerme por el brazo y ríe carcajadas cuando yo me aferro con uñas incluidas a sus brazos.

–Cierra la boca, tonto. Mamá está durmiendo.

–Oh, sí lo siento.

Entramos a la casa poco menos destilando agua. Y ahora por primea vez en toda la noche comienzo a sentir un verdadero frío.

–Puedes darte una ducha caliente si quieres. En mi baño hay toallas dobladas. Tú sabes donde es.

–¿Y tú?

Solo túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora