—Llama a los bomberos, yo me encargo de los niños —Grité.

Visualicé una ventana que aun permanecía casi intacta y me arrojé contra ella, estallando los vidrios antes de caer sobre el duro suelo de la sala.
Dentro de ella no había nadie, gracias al cielo.

No me detuve ni un segundo, entre sala en sala descubriendo la mayoría vacías.

—¿Donde demonios están? —Susurré a medida que iba abriendo las puertas.

En cuanto llegue al gimnasio descubrí al mar de niños histéricos de todas las edades junto con sus maestros.
Los maestros intentaban contener a los pobres pequeños pero estaban aterrados... Tanto como yo, pero debía controlarme.

—¡Chat Noir! —Grito una de ellas aliviada.

—¡Tienen que salir ahora! —Dije serio, tanto que preocupe a la mayoría de los niños.

Una de ellas se acercó con preocupación.

—Están todas las salidas incendiadas —Dijo preocupada —Las escaleras también, los niños del ultimo piso están atrapados. No lograron huir antes de que ese desgraciado apareciera. Cada vez que intentamos huir por una ventana él aparecía.

Negué con la cabeza y visualice los ventanales del fondo, no había llamas en ellas y Ladybug ya debía estar encargándose del akumatizado.

—Olvídalo, están fijadas —Advirtió una maestra —Intentamos quebrarlas con diferentes objetos pero es imposible.

Podía ver las zonas donde el cristal estaba astillado pero no mas que ello.

—Necesito que todos se alejen lo suficiente —Advertí gritando —¿Solo queda un grupo arriba?

—S... Si, ya hicimos un registro de todos los demás niños —Asentí lentamente y me acerqué a las ventanas.

Solo tendría cinco minutos luego de esto, sería imposible. Pero no había otra forma, necesitaba utilizar mi Cataclysm en las ventanas o solo seguiría desperdiciando tiempo.
No podía sacar tantos niños por la pequeña ventana por la que ingrese sin perder demasiado tiempo.

—¡Cataclysm! —Grité mientras extendía mi mano al aire.

La bola negra se formó rápidamente y no dude antes de golpear el vidrio con esta. Solo fueron segundos antes de que se tornara de color oscuro y cayera desintegrado frente a mi.

—Una vez que todos estén afuera, revisen de nuevo que todos los niños estén —Advertí.

Esperé a que todos hubieran pasado por las ventanas, ayudando a los niños mas pequeños a salir.
Eso me restó tres minutos.

—Gracias Chat Noir—Dijo una de las maestras del otro lado de la ventana.

Me invadió un fuerte temblor, hacia demasiado tiempo que las personas no me miraban con gratitud y admiración. Sentía que si no lograba sobrevivir, por lo menos habría revivido ese sentimiento de orgullo de ser quien era por unos minutos.

—No... No fue nada —Me sentía extraño, ajeno a esa gratitud —Por favor, asegúrense de resguardarse hasta que los bomberos lleguen.

El Despertar - AdrinetteTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon