Capítulo 18

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Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos❞.

Bertrand Russell.

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Un golpe se escuchó lo suficientemente fuerte como para hacerme saltar de la cama, aun adormilada salí casi corriendo de la habitación pensando en que Adrien acababa de llegar.

Me acerqué al barandal de la escalera y observe el recibidor a oscuras. Cuando intente encender las luces nada sucedió, probablemente se había ido gracias a la tormenta. Noté que la puerta principal estaba entreabierta y se movía suavemente por el viento.

—¿Adrien? —Llamé pero nadie respondió.

De pronto recordé que no volvería hasta el Lunes... No había manera de que estuviera aquí cuando en teoría estaba en la fiesta de su padre.
El pánico comenzó a invadirme de pronto, el estar a oscuras y sola en medio de la nada no ayudaba en lo absoluto. Bajé las escaleras sigilosamente y rebusqué por la casa, tanteando los interruptores con la esperanza de que la luz regresara en cualquier momento.

Cuando llegué a la cocina noté la ventana rota en el instante en que una brisa helada y el rugido del viento me golpearon el cuerpo, pero lo que me llevo a notar la rotura no fue aquello sino por el hecho de escuchar los "tric-tric" que emitieron los cristales cuando los aplaste de lleno con mi pie descalzo.

Maldije en voz baja y me lance en la dirección opuesta, con la esperanza de no clavar más vidrios en mí ya herida extremidad.
Rengueando y de a cortos saltos regrese al recibidor donde abrí del todo la puerta, esperando lograr ver algo en la oscuridad, pero era en vano ya que la luna no lograba filtrar ni un solo rayito entre todas esas espesas nubes. No tuve más opción que cerrar la puerta y ponerle las trabas, era un poco estúpido pensar que alguien se había metido sobre todo por el hecho de que nos encontrábamos en medio de la nada, tal vez la puerta había quedado mal cerrada al igual que la ventana rota de la cocina. Aun así, por si acaso, subí tan rápido como pude a la habitación en la que me encontraba hacia unos minutos atrás y cerré la puerta con llave, de no ser por el dolor que comenzaba a intensificarse en la planta de mi pie ya habría estado ocultándome pero en cambio intente ver la zona lastimada.

Era inútil intentar visualizar algo en la densa negrura que me rodeaba, mi mano temblorosa parecía no llegar a tocar nunca los trozos incrustados en la piel, lamentablemente cuando lo hizo una punzada de dolor me sacudió por completo.
Tenía la respiración acelerada si no lograba ver siquiera la punta de mi nariz entonces no tenía manera de quitar la molestia de mi pobre pie.

Sin pensarlo dos veces abrí el cajón de la mesa de luz de Adrien y metí la mano en busca de alguna linterna o cualquier cosa que me sirviera como para iluminar aunque sea un poco.
Sentí todo tipo de cosas allí dentro, unos papeles, bolígrafos, lo que probablemente serían condones, un objeto frio probablemente metálico, una caja que ocupaba casi la mitad de la superficie y por último, mi salvación mejor dicho, algo de forma ser rectangular, frio y con una pequeña cabecilla que se podía echar hacia atrás.

Cuando lo saque velozmente descubrí el diminuto encendedor, comencé a tantear el lugar ayudándome de la pequeña y tenue llama que el aparatejo me aportaba hasta hallar la puerta del baño, tome el rollo completo de papel y lo deposite dentro de la tina para luego encenderlo.
Apoye mi pie cerca de la llama anaranjada para lograr comprobar la herida y me sorprendí bastante al notar que no era tan grave como se sentía. Me acerqué al armario y tire de las puertas en busca de alguna toalla y por suerte acabe por encontrar un botiquín.
Dentro tenía un tipo de pinza de forma extraña, vendas, alcohol, desinfectante, agujas y, lo que mas me aterraba, jeringuillas.

El Despertar - AdrinetteWhere stories live. Discover now