Capítulo 11: Y tú... ¿En Quién Confías?

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Sasuke

Comprobé el filo de mi espada, una última vez, y en un rápido movimiento la guarde de nuevo en su estuche. Escalé lo alto de una colina y detallé la gran Montaña Hokage de la Aldea a la que llamaba hogar. Esta vez no estaba seguro de si volvería. Me apresuré a adentrarme en el Bosque para atravesar la frontera del País del Fuego antes del atardecer, y corrí con un maniático sin poder huir de lo único que realmente me atormentaba: mis propios pensamientos.

Las palabras que Rock Lee había confesado, hace un par de días, habían hecho eco en mi mente hasta que al fin habían cobrado significado. Era tan evidente... el único lugar a dónde ese tipo pudo haber llevado a Sakura era ese maldito lugar que no me atrevido a visitar ni en mis peores épocas.

Búscame en aquel lugar dónde el agua golpea a la roca y baña a la creciente hierba.

Aquel lugar al que llamo... hogar.

Alguna vez había escuchado a Orochimaru hablar de aquel embrujado punto que conectaba algo más que a las Aldeas de la Cascada, Hierba y Roca. En ese momento, por supuesto, había pensado que no eran más que las típicas locuras de esa cabeza de serpiente. Sin embargo, ahora que me enfrentaba a esta pesadilla de frente, tenía el presentimiento de estar a punto de atravesar las puertas del infierno mismo.

- No lo olvides, Sasuke, un ninja sólo iría a aquel decrépito lugar a morir.

Si no me detenía a comer ni descansar, estaba seguro de poder llegar a aquella fatídica intersección en un par de días. Tenía que hacerlo... No sólo había perdido a Sakura en cuestión de horas, sino también mi honor como ninja; la confianza de Naruto y cualquier esperanza de redención. Sin embargo, si moría intentando salvar a quién me era preciado, en el fondo aún intentaba convencerme de que podría llegar a perdonarme a mí mismo.

De pronto, el crujido de hojas tras de mí, dispersó mis pensamientos. Conté la frecuencia de las zancadas y apremié el paso. Era Naruto. Desvié temporalmente mi ruta y, de repente, note otro sujeto más tras de mí. Demonios, esto podría ser un problema. Bajé al nivel del suelo y me escondí detrás de un gran árbol sólo para ver a, por lo menos, cinco personas más acechándome a través de las gruesas ramas del bosque ¿Qué acaso Naruto había enviado a un maldito ejercito tras de mí?

Pronto, hice un clon, y permití que mis hostigadores lo siguieran. Cuando los sentí alejarse, retrocedí unos metros más al sur dónde había un claro de alta y espesa hierba que me permitiría evadir a cualquier enemigo restante. Me camufle entre la densa maleza y llegué hasta el centro del lugar, donde me detuve sólo para escuchar con calma a mis perseguidores y analizar con cuidado mi situación.

- ¡¿A dónde diablos crees que vas, Sasuke?! - Escuché gritar a Naruto desde algún punto al sur de mi posición.

- ¿Qué no es obvio? - Repliqué mientras me movía sigilosamente hacia atrás y dejaba una pista falsa gracias a un pequeño Jutsu de tierra. - Iré por Sakura. - De repente, choqué con lo que parecía ser una bestia y me volteé sólo para ver a Akamaru gruñéndome. Estaba tan enfocado en las personas que me seguían, que había olvidado al resto de animales.

- Muy bien hecho, amigo. - Anunció Kiba con una sonrisa de satisfacción mientras salía de entre el pasto y acariciaba a su perro. Apreté mi puño. No era lo ideal, pero si tenía que encargarme de ellos para poder escapar, lo haría. Empecé a hacer un movimiento de manos.

- Pero ¿Qué demonios, Sasuke? - Pronunció Naruto con frustración mientras nos alcanzaba. Ino, Chōji, Shikamaru y el resto de los que quedaban de los Once, me rodearon a defensiva como si fuera un criminal. Justo como en los viejos tiempos.

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaWhere stories live. Discover now