Capítulo 27: Cuidado con lo que Deseas

862 95 25
                                    

Sakura

Las palabras de Sasuke aún rebotaban en mi mente. ¿Cómo era posible? Que una persona viviera cientos de años... que yo pudiera curar a otra con la energía que corría por mi cuerpo... que no le temiera a Sasuke después de todo el daño que presumía me había hecho y desconfiara del señor Satoshi cuando me habría abierto las puertas de su hogar. Me gustaba hacer listas mentales de las pocas cosas de las que estaba segura. Como que el agua mojaba o el sol se levantaba cada mañana. Y, sin embargo, ahora hasta eso parecía construido sobre arena.

Alcé la mirada y la posé sobre Satoshi, quien sostenía entre sus manos un vaso de té caliente. Aunque no había tomado un solo sorbo de él ni dicho palabra alguna. Yuri se revolvió en su asiento nervioso y tragó con fuerza los últimos bocados de su plato antes de agradecer y levantarse de su asiento. Ya no podía soportarlo más.

— Señor Satoshi. — Comencé con fuerza, pero la frialdad de su mirada me detuvo.

— Sakura. — Me ignoró el señor Satoshi y me sobresalté inmediatamente. Él lo notó. — ¿Qué pasa hija? No has tocado la comida en tu plato.

— Yo...— Sacudí la cabeza. No podía dejar que me intimidara. Ya no estaba sola. — ¿A dónde va todos los días? — Solté. — No ha pasado un solo día entero en casa desde que llegué. Parte al amanecer y vuelve cuando ya ha anochecido.

— Eres muy observadora, Sakura. — Continuó con el mismo tono condescendiente.

— Aún no responde la pregunta. — Insistí.

— No estoy obligado a hacerlo, hija. Ni tú en la posición de exigirlo. — Apreté los labios frustrada.

— Puedo asumir que es malo si no quiere decirlo.

— Sírvete como te plazca. — Abrí la boca para decir algo más, pero él me interrumpió antes. — Suficiente, Sakura ¿Qué es esta súbita hostilidad? Desde que llegaste no he hecho más que acogerte en mi hogar. Te he dado protección, alimento y cobijo. Todo bajo la condición de que no atormentes a este pobre anciano con preguntas impertinentes ¿Tanto me desprecias que me quieres hacer sufrir de tal manera?

— Yo sólo quiero respuestas. — Confesé entre un suspiro, lo que lo hizo sonar más como un ruego.

— Las respuestas pueden llevarte a la tumba. — Explicó con suavidad, lo que hizo encender de nuevo la ira que parecía estar consumiéndose en mi pecho. Desde el comienzo, Satoshi no había hecho más que disuadirme con miedo y amenazas para que no encontrara mi pasado. Deje caer el cubierto en mi mano y me paré con brusquedad de la mesa.

— No le temo a morir, todos lo haremos algún día. — Sentencié mientras la mesa se tambaleaba bajo las palmas de mis manos.

— No, si puede evitarse. — Contuve el aliento. Eso significaba que... — Recoge tus cosas, Sakura. Nos marchamos.

— ¿A dónde iremos? — Balbuceé nerviosa.

— A obtener respuestas.

Bloqueé la malgastada cerradura de la casa con la intención de que Yuri no nos siguiera. La chapa estaba demasiado oxidada y, probablemente, no aguantaría mucho tiempo. Pero, con suerte, duraría lo suficiente para que el niño nos perdiera el rastro. Yuri era aún pequeño y tenía un futuro por adelante, y ya lo había involucrado demasiado en esto.

— Date prisa. — Me ordenó Satoshi mientras nos adentrábamos en la arboleda. Ya no había necesidad de mantener el acto. El anciano era consciente de que yo sabía mucho más de lo que aparentaba, y yo tenía el presentimiento de que mis escapadas con Sasuke tampoco eran un secreto.

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ