Capítulo 12: Vida Pasada

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Sakura

Me recompuse sobre lo que parecía una vieja y sucia estera, y apreté el puente de mi nariz reprimiendo el dolor. Mi cabeza parecía palpitar al ritmo de pequeñas y dolorosas pulsaciones, y un molesto mechón de cabello estaba pegado a mi rostro. Con mi mano intente retirarlo y sentí pegajosa sangre manchando mis dedos. Salté de mi asiento asustada y empecé a observar a mi alrededor sin tener idea de cómo había llegado aquí ¿Qué demonios había pasado? ¿Dónde estaba?

Me moví por la estrecha casucha de madera con vasijas de metal regadas por todo el piso y un intenso olor a hierbas. La poca iluminación que entraba por la turbia ventana no parecía ser suficiente para espantar a la oscuridad de la estancia, así que me moví con cuidado de no estrellarme con ninguno de los vidrios rotos que parecían brillar en el suelo. Yo no estaba en el lugar correcto... ¿O sí? ¿Por qué mi mente parecía una página en blanco?

Me acerqué a una pequeña mesa de madera llena de pequeños tubos líquidos de colores y abrí uno para olerlo antes de cerrarlo de inmediato ¡Qué aroma tan intenso! De pronto, un brillante rayo de luz me forzó a alejar la vista y noté lo que parecía un espejo en la esquina de una sucia cocina. Me acerqué a él y solté un gritito al ver lo que parecía ser mi reflejo. Cabello rosa, ojos verdes y una fuerte contusión en mi sien que aún goteaba coágulos de sangre... esta... ¿era yo? ¿Cómo... había llegado aquí?

- ¡Señorita! ¡Señorita Sakura! – Escuché decir a una suave voz mientras entraba a la habitación e, inconscientemente, choqué contra el estante tras de mí, asustada.

- ¿Sakura? – Balbuceé mientras veía acercarse a un pequeño niño pálido de cabello corto platinado y traje blanco. – Ese... ¿Ese es mi nombre?

- Te diste un fuerte golpe en la cabeza... – Comenzó el chico un poco confundido. – ¿Qué... acaso no lo recuerdas? – Sacudí la cabeza.

- Yo... no recuerdo nada. Creo que estaba esperando a alguien... pero ya no lo sé.

- ¡Oh! Esto... ¡Espera un segundo! – Dijo con una sonrisa antes de salir corriendo del lugar. Al volver, lo acompañaba un anciano de una larga y canosa barba, y un atuendo brillante y colorido.

- ¿Quién es usted? – Susurré mientras empezaba a sentir lágrimas de frustración picar en mis ojos. - ¿Dónde estoy?

- Está bien, niña, no es tu culpa. – Continuó el hombre con una calidez fraternal que me relajó un poco. Él parecía saber quién era y eso era una buena noticia. – Veníamos de camino hacia acá cuando sufrimos un... percance. Yuri nos encontró a tiempo.

- ¿Fuimos... atacados?

- Es probable... viajar por estos lares es muy peligroso. Incluso, si conoces el camino correcto. Pero, dado que los dos estamos vivos, no hay nada de lo que preocuparse ¿No es así?

- Yo... yo tengo que salir de aquí. Yo tengo que volver con...

- ¿Volver con quién?

- Yo no lo sé... – Respondí mientras sentía mis rodillas colapsar y pequeñas lágrimas escaparse de mis ojos.

- Ya, ya. – Murmuró el anciano mientras se acercaba y me daba pequeñas palmaditas en la parte de atrás de mi cabeza. – Todo va a estar bien. Aunque, debo admitir, que esto no estaba dentro de los planes. – Levanté la cabeza y observé su arrugado rostro. – Puedes quedarte con el abuelo Satoshi hasta que recuperes tu memoria.

- ¿Y si eso no pasa nunca?

- Si tus recuerdos no vuelven, entonces no los necesitabas. – Anunció con severidad.- Ahora Yuri ayúdala a limpiarse y dale un cambio de ropa ¿Está bien? – El niño asintió rápidamente y me tomó de la mano mientras me halaba hasta la salida. – Y, Sakura, dime abuelo. – Agregó el señor Satoshi a la distancia. - De otra forma, me romperás el corazón.

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin