Capítulo 30: El Sello Liberado

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Sasuke

Naruto salió del suelo y golpeó a Satoshi por la mandíbula. Luego, formó un Rasengan en su mano derecha, con el cual empujó al anciano hasta donde lo esperaban dos de sus clones. Todo en cuestión de instantes. Como era de esperarse, Satoshi no sufrió ningún tipo de lesión, era sólo un puñado de energía. Pero ahora estaba apresado.

— No es posible...— Musité confundido. — Yo te vi en el laberinto tú debiste...

— ¿Sorprendido? — Preguntó mientras se paraba y me guiñaba el ojo. Suspiré, pero en realidad me aliviaba verle.

— ¿Cómo es posible? — Preguntó Sakura confundida. Es verdad, ella no sabía de la misión. Todo lo que había pasado con los demás...

— Digamos que tuve un poco de ayuda. — Respondió mientras nos enseñaba los goggles verdes que le había entregado a Yuri. Ese niño... no sé cómo, pero sospechaba que acababa de salvarnos la vida. — Ahora, si me disculpan, nos están esperando. — ¿Qué? Entonces eso querría decir...

Satoshi volvió a rugir y se escapó del control de los clones. Como si supiera lo que Naruto planeaba, movió su brazo hacia él. Lo que hizo que todas las personas cambiaran su objetivo y miles de lianas intentaran atraparlo. Naruto empezó a esquivar los obstáculos con dificultad con una sola dirección en mente. Y, de pronto, una pequeña esperanza cruzó mi mente.

— Tenemos que cubrirlo. — Le dije a Sakura mientras desenvainaba mi espada. Ella asintió.

— Contendré a las personas. Tú ve con él.

Me moví con velocidad hasta que alcancé a Naruto y con mi espada lo cubrí de las lianas y piedras que ahora lo atacaban. Mi amigo empezó a escalar el muro de piedra donde se alzaba el sello en la parte más alta. Lo que sea que hubiera pasado en el Laberinto había dejado sus huellas, pues Naruto se movía lenta y dolorosamente.

— Dime Sasuke. — Me gritó Naruto con tono burlón. — ¿Estabas preocupado por mí? — Fruncí el ceño ¿qué clase de pregunta idiota era esa?

— ¡Espero que sepas lo que estás haciendo! — Gruñí.

Los ataques de Satoshi se volvieron más desesperados y Sakura y yo empezamos a tener problemas para contenerlos.

— ¡Naruto...! — Exclamé impaciente mientras veía cómo el techo de piedra de la caverna empezaba a desmoronarse.

— ¡No creo poder aguantar mucho más! — Gritó Sakura mientras intentaba defenderse de las personas sin herirlas.

Alcé la vista de nuevo hacía Naruto hasta que alcanzó el sello. Luego, liberó una de sus manos y tocó su oído. Ni siquiera había notado que llevaba un intercomunicador puesto.

— ¿Están listos, chicos? — Les preguntó a quienes presumía que estaban al otro lado de la línea. — ¡Ahora!

Satoshi gritó, Naruto rasgo el sello y entonces sólo hubo silencio.

La red de Chakra que conectaba a los ataúdes empezó a atenuarse y, de pronto, un murmullo empezó a crecer en la habitación. Las personas que rodeaban a Sakura empezaron a despertar del Jutsu de Satoshi confundidas, entre tanto, ella les intentaba explicarles la situación y la marca en su frente volvía a la normalidad. Naruto bajó al nivel del suelo satisfecho.

— ¡Ah! — Pronunció aliviado mientras estiraba sus músculos. — Por un momento pensé que no lo lograríamos. — Fruncí el ceño, aún tenía muchas preguntas.

— ¿Qué demonios pasó en el Laberinto? — Ataque sin rodeos. — ¿Cómo descifraste el sello? Y, sobre todo, ¿qué pasó con los demás? — Naruto rio nervioso, mientras se rascaba detrás de la cabeza.

— En realidad, eso es una larga historia. — Lo miré expectante y resopló con resignación. — Como sabes, Shikamaru y Chōji volvieron al Bosque en busca de Ino. Allí hallaron el primer sello, que el sabelotodo de Shikamaru no tardó en descifrar. Ino estaba herida, pero insistió en que siguieran su camino para avisarnos de ello. Así, llegaron hasta la Cascada, donde Chōji ayudó a sacar a Cejotas y Ten Ten. Cuando encontraron el siguiente sello, siguieron sus pasos hasta encontrarse con Kiba y Shino. Con quienes decidieron volver al Laberinto. Allí, Hinata les contó todo lo que había pasado. Y, con ayuda de Akamaru lograron sacarme de ahí sólo con un buen olfato y ni una sola pizca de Chakra.

— Eso no explica cómo lograste encontrarnos.

— Eso es un poco más complicado. — Continuó con una mueca de dolor. — Después de que fui rescatado, desperté hambriento y... de hecho pensé que estaba muerto. — Ahogué una sonrisa. — Los demás me contaron lo ocurrido y, para entonces, Hinata ya había descubierto la ubicación del tercer sello. Aunque no podíamos acercarnos a él sin pasar por el enredo de piedra. Entonces se me ocurrió que la única forma de derrotar a un laberinto de Chakra, era con más Chakra. — Lo miré con incredulidad. — Búrlate todo lo que quieras, Sasuke. Pero mis planes siempre funcionan. — Abrí la boca. — Casi siempre. El Laberinto era como una gran red de Chakra ¿Verdad? Entonces teníamos que tratarla al estilo Hyuga. Identificamos los puntos de flujo de energía más importantes y utilizamos los insectos come-chakra de Shino para debilitar las paredes y que Hinata hiciera el resto.

— No sé si sea lo más genial o tonto que se te pudo haber ocurrido.

— El equipo de Shikamaru y Ten Ten aún tenían intercomunicadores funcionales, así que decidimos dividirnos de nuevo para liberar los sellos. Ino y Rock Lee estaban lastimados, así que se quedaron en el campamento. Shikamaru y Shino volvieron al Bosque, Chōji y Ten Ten a la Cascada, Hinata y Kiba al Laberinto, y yo tendría que encontrar el último punto. Allí me topé con ese adorable niño que tenía mis goggles y me preguntó si era amigo de ustedes.

— Impresionante...— Y realmente lo creía. Todos ellos... podrían haberse ido, si así lo hubieran querido. Y, sin embargo, habían permanecido. Quizás era yo el que lo había entendido todo mal...

Súbitamente el suelo empezó a temblar, y volví mi vista a la muchedumbre, donde no pude ver a Sakura. Naruto empezó a movilizar a las asustadas personas hacia la salida, mientras yo me abría paso en medio del caos. Finalmente, vi a mi esposa arrodillada en el suelo junto a lo que parecía ser el fantasma de Satoshi desvaneciéndose.

— Tengo una última profecía para ti, hija. — Le alcancé a escuchar al anciano con su último aliento:

Si te pierdes en los ojos del pasado, le quitarás el aliento al futuro.

Sakura levantó su mirada horrorizada hacia mí y la palabra que salió de su boca bastó para darme cuenta lo ingenuos que habíamos sido:

— ¡Sarada!

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaWhere stories live. Discover now