Capítulo 25: Empezar de Cero

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Sakura

— ¿A dónde vas Yuri? — Le dije sin levantar la cabeza mientras lo sentía deslizarse por la puerta sigilosamente. Terminé de cortar el tallo de varias flores que habíamos recogido el día anterior y enfrenté al niño en la puerta. — Desde hace unos días empezaste a salir de casa desde muy temprano y vuelves casi al atardecer ¿Qué estás...? — Observé la canasta que ocultaba tras de sí e hice una mueca al notar varias vendas ensangrentadas. — ¿Qué es eso?

— ¿...Esto? — Rio nervioso cuando me vio acercarme. — Eh... Estoy sanando a un... animal herido que encontré en el bosque.

— ¿De verdad? — Pregunté con escepticismo intentando mantener una expresión seria. — ¿Qué clase de animal?

— Bueno... es un poco grande y...

— Me marcho. — Interrumpió el anciano Satoshi mientras salía de la casa taciturno.

— Que tenga un buen día...— Respondí en voz baja mientras cubría a Yuri. Ni siquiera intenté averiguar a dónde se dirigía. Había aprendido que las preguntas estaban fuera de los límites con el señor Satoshi. Por lo menos, desde la llegada de aquel forastero una semana atrás.

Sasuke...

El anciano dijo que así se llamaba, y lucía exactamente igual a como lo había predicho también. Era alto y traía una capa casi tan oscura como su cabello. Pero, al mismo tiempo, no era lo que había imaginado. La primera impresión que tuve al verle fue dolorosa. Una tristeza se extendió por todo mi pecho y nubló mis pensamientos antes de ser reemplazada por el miedo. Aunque no sabía si le temía realmente a él o a lo que Satoshi me dijo que era.

Sasuke, si es que ese era su nombre, no me miró con desdén u odio. Por el contrario, parecía aturdido y afligido. Pude notar que estaba herido, aunque Satoshi dijo que podía ser una estrategia para engañarnos... Como sea, se había marchado. Y no tenía idea si lo volvería a ver. O si debía. Cualquiera que fuera el lazo que nos había unido en mi anterior vida, como opte llamarle, parecía ser peligroso. Él mismo lo había aceptado...Y si existía la mínima posibilidad de que cumpliera la visión del viejo Satoshi, debía mantenerme al margen.

Por eso es por lo que Yuri tampoco podía alejarse demasiado.

De nuevo bajé la mirada al niño y ya no estaba, resoplé. Salí con apremió de la casa y pude verlo inmiscuirse en el bosque a la distancia. Empecé a correr tras él con la intención de no perderlo y, finalmente, lo descubrí llegar hasta lo que parecía ser un agonizante árbol de durazno al pie del arroyo. Pálidos pétalos rosa cubrían el suelo de oscura roca y sobre el tronco de la planta se hallaba apoyada una persona. Me acerqué un poco más para ver mejor, y pude ver a Yuri agachado frente a un hombre. Contuve la respiración.

— ¡Yuri! ¡Aléjate de él! — Le grité sorprendiéndolo. Así que no se había ido.

— Pero...

— ¡Ahora! — Chillé aún perpleja, y Yuri obedeció. — ¿Qué crees que estás haciendo? Ya escuchaste a tu abuelo, Sasuke... él puede ser peligroso.

— Pero está herido, Sakura. Tenemos que hacer algo. — Observé al intruso y no parecía estar consciente. Tenía la cabeza gacha y no se movía. Le hice señas a Yuri de que se quedara en su lugar y me acerqué con cautela al hombre.

— Yo lo sé, pero...— Pude notar que sus ojos estaban cerrados y su respiración era débil cuando me arrodillé frente a él. Y se me ocurrió que, si no hacíamos algo, podía morir. Tal como yo lo hubiera hecho si Yuri y Satoshi no me hubieran encontrado.

— Además... — Yuri interrumpió mis pensamientos. — Puede que él sepa algo de papá. — Y sentí que un nudo se formaba en mi garganta.

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaWhere stories live. Discover now