Capítulo 7: Un Trato con el Enemigo

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Ino

Hace veinte años

- ¿Qué vamos a hacer, Ino? – Exclamó Chōji con preocupación por undécima vez en el día. – Azuma- sensei nos va a matar.

- ¡Ya es suficiente, Chōji! No es nuestra culpa que ese señor Satoshi, o como se llame, se hubiera escapado. Más bien anda y pregunta por allá si alguien lo ha visto. – Terminé mientras le señalaba un callejón cualquiera. Y, sin mucho convencimiento, hizo lo que le pedí ¿Dónde diablos estaba Shikamaru cuando lo necesitábamos? Él, seguramente, sabría qué hacer en estos casos.

Di aleatorias vueltas a lo largo de las estrechas calles de la Aldea, hasta que el aburrimiento se hizo intolerable ¿A quién le importaba que un señor ricachón de esa edad se paseara por la Aldea? Con su dinero y experiencia, ya era capaz de cuidarse por sí mismo. Además, según entendía, no era la primera vez que venía...

Pasé junto a la tienda de flores de la familia de Sakura, y dudé si debía entrar y saludarla. No habíamos hablado mucho desde nuestro enfrentamiento en los Exámenes Chūnin y, aunque estaba segura de que a ella no le importaba, yo no podía verla a los ojos sin sentir un retorcijón en mi estómago. Sakura, la niña llorona sin ninguna habilidad especial, había logrado llegar a mi nivel en un abrir y cerrar de ojos. Todos estos años yo había sido más hábil, bonita y popular, y con un solo golpe me había despertado de mi mentira.

En el Bosque de la Muerte... incluso en el Bosque de la Muerte, Shikamaru tuvo que gritarme para que la ayudáramos. Porque mientras ella sacrificaba su propia vida para proteger a su equipo de enemigos con los que no tenía oportunidad, yo permanecía escondida detrás de un arbusto. Sakura no sólo sacrifico su cabello aquel día, no, ella se convirtió en una de las ninjas de las que escuchábamos historias en la Academia. Y yo... ¿Dónde quedaba yo?

Y entonces, cuando Sasuke despertó envuelto en la oscuridad, él la defendió y... pudo escuchar su voz en la penumbra ¿En qué momento se habían vuelto tan cercanos? A diferencia de la mayoría de las chicas, sospechaba que Sakura ya no quería a Sasuke por un mero capricho infantil. Ella quería proteger una parte de él que me era indiferente, y para Sasuke... digamos que Sakura ya no era una chica fastidiosa y ya. Algo había pasado en sus misiones de equipo, y me molestaba no saber qué. Yo también quería demostrar que era capaz de amar tan intensamente y pelear con tanta gallardía.

Yo merecía el amor de Sasuke tanto como ella.

Mis pasos me condujeron a un paisaje desconocido y tuve que parar para analizar los edificios a mi alrededor y ubicarme. Las casas eran coloridas y, la mayoría de ellas, eran tiendas de frutas y verduras o restaurantes. Dado que no parecía que Chōji hubiera estado por aquí antes, decidí entrar a uno de los establecimientos y preguntar por el paradero del hombre al que ya olvidaba, estaba buscando. Sin embargo, no pude abrir la boca cuando la inesperada visión de Sasuke cortó mi respiración.

Más por costumbre que cualquier otra cosa, envolví el cuello de Sasuke en un gran abrazo. El entrenamiento le había sentado bien. Estaba casi segura de que había crecido un par de centímetros desde la última vez que le vi y su nueva ropa negra se le veía de maravilla. Pero, naturalmente, mi abrazo no estaba destinado a durar mucho tiempo. Nunca lo hacía.

- ¿Qué estás haciendo aquí, Sasuke? – Pregunté con efusividad mientras lo soltaba de mala gana. – Pensé que estarías entrenando con Kakashi- sensei o algo así.

- Lo estoy. – Replicó mientras le daba un mordisco a uno de sus Onigiris y me rebasaba.

- Bueno, ya que parece que tienes un poco de tiempo libre... ¿Qué opinas si damos un paseo? – Pregunté mientras lo alcanzaba.

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaWhere stories live. Discover now