Capítulo 13: Preludio de Guerra

1K 122 8
                                    

Sasuke

Al final, siempre volvía a las tinieblas. Aquella densa oscuridad que hipnotizaba mis sentidos y absorbía los escasos rayos de sol que atravesaban mis barreras. Abrí mis ojos, pero estaba cegado por la fría noche a mí alrededor. Intenté respirar, pero mis propias cadenas oprimían mis pulmones...

De repente, observé un pequeño haz de luz en la distancia, y corrí como un maniático para alcanzarlo. Se sentía tan cálido como el abrazo de ser querido y tan pacífico como el mar después de una tormenta y, de pronto, supe que estaba en casa.

Salí de la cueva dónde me hallaba y cubrí mis ojos mientras se acostumbraban a la luz del día. Poco a poco, se formó ante mí la imagen de un verde bosque donde una hermosa muchacha de cabello rosa recogía unas extrañas flores azules mientras tarareaba.

- Sakura...- Pronuncié con una sonrisa mientras me acercaba a ella. Sin embargo, ella continuó con su tarareo sin percatarse de mi presencia. - ¡Sakura! - Le grité con desesperación mientras veía como la distancia entre nosotros crecía por más que intentaba acercarme a su lado.- ¡Sakura, Sakura!

La llamé hasta que mi garganta quemó y su figura se desvaneció en el horizonte. Las nubes se arremolinaron a mi alrededor cubriendo el sol y, entonces, estaba solo de nuevo.

Desperté con frío sudor recorriendo mi frente y un fuerte dolor cincelando mi pecho. Me recompuse sobre la fría arena y peiné mi húmedo cabello con mi mano, mientras intentaba recuperar mi respiración.

- Fue sólo un sueño... - Susurré. ¿Por qué se sentía tan real entonces?

Me levanté en silencio y estiré mis músculos, convencido de que no podría dormir esta, ni ninguna otra noche, hasta que recuperáramos a Sakura. La mayoría de mis compañeros estaban acurrucados alrededor de los últimos rezagos de la fogata que habíamos encendido hace unas horas. Y sólo Ino, se encontraba sentada en un pequeño y viejo tronco con la mirada perdida en las únicas chispas que quedaban.

- Está bien, puedes descansar. - Anuncié mientras me acercaba con cautela. - Yo haré la siguiente guardia.

- ¿No puedes dormir? - No respondí. - Está bien, no eres el único. - Terminó mientras señalaba a los demás. Al verlos mejor, noté que unos daban vueltas incesantemente y otros ni siquiera se esforzaban en cerrar los ojos. Escuché un familiar ronquido. - Bueno, a excepción de Naruto, quizás... ¡No sé cómo puede dormir en una situación así! - Observé a mi amigo por un momento.

- Naruto siempre es el último en perder la esperanza. - Mascullé mientras, en un rápido movimiento, avivaba las llamas del fuego.

- Pues a mí me parece que es un tonto. - Interrumpió Kiba mientras se estiraba también y se acercaba a nosotros junto a su gran perro. - En unas horas entraremos a las fauces del lobo y duerme como si fuera una noche más.

- Si lo analizas bien, es casi impresionante. - Intervino Rock Lee uniéndose. - Cuando nosotros estemos agotados en el campo de batalla, Naruto será tan ágil como un rayo. Sólo los mejores ninjas logran tal control de sus emociones.

- Pero... ¿Ustedes crean que sea cierto? - Musitó Hinata cerca de Kiba. - Todo eso que nos contaron del Bosque de las Almas.

- Pierde cuidado, Hinata. - Dijo Ten Ten entre un bostezo. - Apuesto que es una de esas historias que inventan los maleantes para que nadie se acerque al bosque y hacer lo que les plazca. Por mi parte, no creo en historias de fantasmas ni mucho menos.

- ¡Ja! - Se burlo Kiba. - Ya sabemos a quién vamos a enviar primero ¿No es así, Akamaru? - Lo que le mereció una mirada asesina de Ten Ten.

- Ja, ja. Muy gracioso. - Se quejó.

- Como sea. - Agregó Rock Lee. - Hasta que no sepamos lo que realmente hay en ese lugar, lo mejor es mantenernos unidos...

- Muchos años atrás, tres pueblos pertenecientes a la Roca, Hierba y Cascada entraron en Guerra...- Comenzó a contar Shino mientras los demás callaban súbitamente ante su intervención. Él nunca hablaba. - Aunque la Roca y la Cascada eran fuertes, la Hierba contaba con un poderoso guerrero que parecía poder predecir cada uno de los movimientos de sus enemigos. En cada batalla, aquel hombre sabía de antemano la estrategia de sus adversarios y, al cabo de un tiempo, parecía que la Hierba ganaría la Guerra. Desesperados por equilibrar la balanza, la Roca y Cascada urgieron un plan para acabar con la Hierba definitivamente. Convencieron a los líderes de sus Aldeas de llamar al hombre con ofertas de paz y, cuando este dejó su hogar, enviaron una avalancha sobre el pueblo que enterró a la ciudad entera en cuestión de horas. - Hinata soltó un gritito asustada y los demás sólo tragaron saliva sorprendidos sin saber que decir. Apreté la mandíbula. - Cuando el hombre volvió a su hogar, no encontró nada más que una montaña de tierra sobre su pueblo y se culpó de lo ocurrido. Plantó en el lugar un árbol por cada habitante de la ciudadela y este lugar se empezó a conocer como El Bosque de las Almas.

>> Los pueblos de la Roca y la Cascada se arrepintieron de la brutalidad de sus actos y, como ofrenda de paz, decidieron ofrecerle al hombre y los pocos sobrevivientes de la Hierba, un lugar sagrado para vivir en medio de los tres países. Para protegerlos, la Aldea de la Roca construyó una fortaleza de piedra a su alrededor, y la Cascada les regaló sus manantiales más cristalinos. Sin embargo, se dice que otras Aldeas, en solidaridad, también le hicieron ofrendas secretas al hombre. Lo único cierto, es que no se conoce el testimonio de una persona viva que haya ido y regresado con vida de ese lugar.

- ¡Bu! - Gritó Kiba repentinamente. Lo que hizo saltar a la mayoría de los presentes. - Vamos Shino, no vas a esperar que creamos esa historia, es más, estoy seguro que la inventaste recién. - Exclamó casi como si lo estuviera diciendo para consolarse a sí mismo.

- Mi Clan solía acercarse a ese Bosque para recolectar los extraños insectos que se habían rejuntado debido a la putrefacción de los cuerpos.

- Ay, viejo, eso es asqueroso. - Se quejó Shikamaru con Chōji aferrándose a su brazo con los ojos cerrados. - Está bien, ya puedes soltarme Chōji. - Terminó mientras retiraba como podía a su amigo.

- Si soy sincera... a veces pienso que no debimos haber venido. - Confesó Ten Ten con la mirada clavada en el suelo. Y, de pronto, se erigió un tenso silencio entre nosotros.

- Es suficiente. - Sentencié sin saber muy bien por qué. Y todas sus miradas se posaron sobre mí. - He recorrido el Mundo Ninja mucho mejor que cualquiera de ustedes, y combatido a más enemigos de los que me gustaría aceptar en voz alta. Y, en todos estos años, jamás he encontrado a ninjas tan fuertes como los de la Hoja. No sé de historias trágicas ni pueblos perdidos y, si soy sincero, no me importan. Sin embargo, de lo que estoy seguro es que no hay ninjas mejor calificados que nosotros para esta misión. Nos guste o no. - Terminé con una mueca de fastidio y sus pegajosas sonrisas de respuesta me forzaron a desviar la vista.

Algunos rayos del sol se empezaban a asomar entre las ramas del amanecer y varias aves empezaron a silbar. Pronto estaremos un paso más cerca de ti, Sakura...

- Ya escucharon a Sasuke. - Anunció Rock Lee animado. - Somos los Once de Konoha, no podemos irnos sin dar pelea.

- De todas formas, no es como si nuestra vida no hubiera sido lo suficientemente complicada hasta ahora. - Anotó Kiba cruzando los brazos. - ¿Qué me dicen, chicos? ¿Una última misión antes de volver a casa? - Y todos los demás sonrieron en respuesta.

- Ya que dejaron de lloriquear... - Intervino Naruto con una sonrisa poniendo su mano sobre mi hombro ¿En qué momento se había levantado? - Es hora de irnos.

Caminamos el resto de la mañana en un sereno silencio hasta que la temperatura del ambiente cayó súbitamente y una espesa neblina nos envolvió uno por uno. En la lejanía, altos y negros árboles nos dieron la bienvenida. Y, a un costado del camino, se leía un raído letrero de madera que dictaba: El Bosque de las Almas.

Nos adentramos entre los robustos troncos hasta empezar a escuchar incesantes voces que nos llamaban desde todas partes. Desenvainé mi espada y sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

- No importa lo que pase a partir de ahora. - Anunció Naruto en posición defensiva. - No olviden que somos...

- ¡Ninjas de la Hoja!

Recuerdos de la Hoja: Confesiones de los Once de KonohaOnde histórias criam vida. Descubra agora