Pena.

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-Sólo tienes que tomar mi mano y serás libre de ellos… 

Radamanthys estaba sentado en la misma cama donde antes lo hacía Valentine, pero pensaba en ese alfa de ojos azules, aun recordaba la calidez de ese alfa, el aroma a mar, pero esa belleza, se mezclaba con las crueles palabras pronunciadas de sus labios. 

-Los dejaría a su suerte… 

Eros asintió, pero no lo habían dejado a él a su suerte antes, encerrandolo en esa celda a sabiendas que él estaba por ahí, que ya le había violado y que había marcado su cuello, que lo había hecho suyo en cuerpo, pero aun no en alma, algo que solucionaría muy pronto. 

-Esta oferta solo la haré una vez Radamanthys, si la rechazas, me encargare de prepararte para ellos, encadenarte a una pared y dejarte a tu suerte, como tu no pudiste hacerlo con ellos, tus aliados, quienes te desprecian. 

Eros se acercó un poco más, notando la expresión de Radamanthys, lo tenso que estaba, como permanecía quieto, sin moverse, observandole como si fuera un perro rabioso, o algo peor mucho peor, riendose por ello, acariciando las cejas del omega, después su mejilla, deteniéndose en su mentón, el que tomó entre sus dedos. 

-Quienes siempre se han reido de ti, de las burlas que Pandora te hacia, de sus castigos, quienes te consideran débil, solo un hablador, porque nunca sobrevives demasiado en las batallas, aunque das tu vida, tu cuerpo, tu razon por ellos. 

Radamanthys desvió la mirada, sintiendo como Eros acariciaba la mordida del otro alfa, quien se burló de él poseyendo a ese omega, pero lo había abandonado de pronto, una vez que había obtenido lo que deseaba. 

-Ellos no confían en ti, no lo han dicho, no lo han demostrado, para ellos no eres más que un estupido o un traidor, un perro guardián y ni siquiera tu dios quiso defenderte, ni siquiera él confía en tu lealtad. 

Radamanthys no se movió cuando Eros empezó a acariciar sus hombros, lamiendo su cuello, sintiendo que ya no podía más, que ya no soportaba más castigos, más mordidas, mas alfas, recordando que en sus sueños lo encadenarian en una pared, lo violarian entre todos, lo usarian como un vil muñeco, un juguete y siempre le había temido a ese dia. 

-Dejo que te llevaran a esta celda, porque te piensa un traidor y aunque dieras tu vida por ellos, pensaran que no eres más que un mentiroso, que eres un cobarde, que les estás escondiendo algo, así que lo mejor sería que pensaras por primera vez en ti, en que es mejor para ti. 

No quiso responder a esas palabras, no podía pronunciar nada que las contradijera, porque ya se lo habían dicho antes, pensaban que él quería que los sometieran, que le había ayudado a Pandora a que abriera la puerta a los dioses de la cacería, que los llevó a una trampa y ahora, que él había permitido que destruyeran la barrera. 

-Yo, un solo alfa, que te será fiel y atenderá tus celos, o todos ellos… cada uno de los cazadores y sus lobos, usando tu cuerpo como un objeto, destruyendo tu cordura, tu cuerpo, dejando apenas una piltrafa, las sobras de un banquete de reyes. 

Radamanthys había sido quien encontró a Minos después de que su amigo lo violara, vio su cuerpo dañado, sus ojos habían perdido su color, su brillo, su desesperación, sus llantos nocturnos, su posterior castigo al casarse con Pasifae y le tenía miedo, temía el día en el cual se viera como él, aunque no lo decía, le asustaba el verse derrotado, sus ojos casi muertos, su cuerpo dañado. 

-Así que es ser violado por ellos o por ti… 

Eros sonrió, si quería verlo de esa forma, no le importaba, porque así era su trato, darle su cuerpo o ser poseído por todos los demás, y pensaba, que era mejor servirle a un solo alfa, que a cientos de ellos. 

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